Preguntas que van y vienen, los niños de Puerto Concordia cuentan

Por Alejandra Forero Alvarado, líder en salas de lectura para primera infancia, Dirección de Artes, Ministerio de Cultura 

La sala de lectura de Puerto Concordia, está ubicada en el departamento del Meta a 25 minutos de San José del Guaviare, -cruzan el río Guaviare y se encuentran con el Ariari-. Allí, entre el muelle y las calles del pueblo, viven los niños y niñas de Puerto Concordia, montan bicicleta, juegan frente a sus casas y visitan sin falta en las tardes la Biblioteca Pública, donde se encuentra la sala de lectura de Cero a Siempre Aunque cuentan con más de 500 títulos en la colección, tienen algunos preferidos que suelen compartir en silencio con otros.  Algunos como Caperucita Roja (Tal como se la contaron a Jorge) de Luis Maria Pescetti y O’Kif, La vaca que puso un huevo de Andy Cutbill y Russell Ayto y Los tres osos de Anthony Browne.

La lectura en esta sala no se da únicamente en la voz de la promotora de lectura, son los niños quienes acompañan las lecturas de los otros. Es un lugar donde está presente la voz, las acciones y las ocurrencias de los más pequeños. Durante cuatro horas en las tardes son los niños de Puerto Concordia quienes se apropian del espacio, de los libros y de la palabra.

Lectura en voz alta. Sala de lectura de Cero a siempre. Puerto Concordia – Meta

Este espacio visitado por cerca de 20 niños durante las tardes principalmente, se ha convertido en el lugar de encuentro extra escolar, donde resuelven tareas, juegan, leen y comparten  lecturas en voz alta. En esta ocasión leímos Fernando Furioso de Hiawym Oram y Satoshi Kitamura. El ritmo constante de la narración los fue emocionando y cada vez que Fernando, el protagonista del libro, aumentaba su ira, los niños pronunciaban al unísono “- Ya basta, dijo su papá. Pero no bastó.”  Y entonces la situación iba empeorando para Fernando ¡hasta tener alcances universales! La narrativa visual a doble pagina y sangrada, permitió transmitir ese sentimiento de caos, pero a la vez humano y natural como lo es estar enfadado.
Esta lectura suscitó en los niños preguntas como ¿Qué nos hace enfadar? ¿Con quién o con qué nos enfadamos? Y ¿Qué le enfada al otro? El diálogo a partir de estas preguntas desembocó en una experiencia gráfica y de escritura, que trascendió fronteras, al igual que la historia del libro.
“¿Qué les enfada a los niños que viven en Bogotá profe?” Pregunta una de las niñas durante la experiencia. Entonces decido invitarlos a que sean ellos quienes les pregunten qué les enfada. La historia permitió que los niños y niñas pensaran en las formas de sentir, expresar y vivir de otros niños y niñas de distintos lugares.

Así que la mejor forma de comprobar qué le enfada a los niños de Bogotá, fue enviándoles una postal, donde no solo les preguntaron esto, sino ¿Cómo viven?, ¿Qué les gusta hacer?, ¿Cómo es el clima en Bogotá? Otros aprovecharon para contarles cómo eran los días en Puerto Concordia, cómo era su familia y sus amigos, pero sobre todo, lo importante que era estar allí en esa sala de lectura donde tenían la posibilidad de conocer otras historias.

La visita terminó, pero las postales viajarán a Bogotá, donde llegarán a otros niños y niñas que de igual forma se preguntan qué significa vivir en otro territorio del país. Es necesario que el diálogo, las palabras y las historias trasciendan en el tiempo y el espacio, porque la función del libro en la primera infancia, entre otras tantas, es propiciar encuentros, gestar vínculos y dinamizar las relaciones.

Postales escritas por los niños y niñas de Puerto Concordia.

¡Las postales seguirán viajando y encontrando otros ojos, manos e historias, que quieran leerlas y responderlas!

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