El desafío de facilitar la transición desde el nivel inicial hacia la escuela primaria

En la página web del Sistema de información sobre la primera infancia de América Latina (SIPI) nos encontramos con esta entrevista realizada a Ofelia Reveco, educadora de Nivel Inicial, magíster en Ciencias Sociales y doctora en Educación, acerca de las dificultades que viven los niños al ingresar al sistema educativo.

Fuente: Sipi.siteal.org

La escuela primaria tiene que estar más dispuesta a tomar las formas del nivel inicial, ubicando en el centro al niño, atendiendo a sus necesidades integrales y ofreciendo posibilidades de aprender jugando y haciendoOfelia Reveco.
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Fotografía cortesía de la profesora Ruth Albarracín (Cundinamarca).

¿En qué aspectos se evidencia una falta de articulación entre el nivel inicial y la escuela primaria?

La educación infantil y la escuela primaria se estructuran en torno a dos paradigmas que marcan grandes diferencias. La educación infantil ubica en el centro al niño, atendiendo a sus necesidades integrales, sus características y sus formas de aprender. Se asume que el niño necesita jugar, pues aprende jugando y haciendo, en la medida en que tiene libertad, autonomía y que comparte con otros niños de los cuales también aprende. Los principios fundamentales de este paradigma –cuyo surgimiento nos remonta a la figura de Comenius– se han ido enriqueciendo con los aportes de un conjunto de filósofos pedagogos, entre los cuales cabe mencionar a Montaigne, Rousseau, Fröebel, Pestalozzi, las hermanas Agazzi, Montessori, y -más recientemente- Dewey.

Por su parte, la escuela primaria –si bien ha ido mutando– responde a lo que se podría llamar paradigma tradicional, o racionalismo académico, donde el eje no es el niño, sino la materia y su contenido, lo que marca una diferencia sustancial.

El de la educación infantil es más abierto y flexible, no presenta un trazado de contenidos estrictos, formalizados y estructurados, sino que permite a cada comunidad educativa y a cada maestro adecuarse a los niños con los cuales trabaja, incluso al nivel de cada salón de clase, mientras que, por ejemplo, el currículum de la educación primaria se centra en los objetivos a lograr en cada materia. Aunque un buen maestro puede hacer adaptaciones para responder a las necesidades de los niños, este currículum es bastante más inflexible. En general, los docentes sienten la presión de cumplir con el programa de estudios y se apuran para incorporar todos los contenidos en el período lectivo.

Si bien el maestro de educación inicial aprende contenidos disciplinarios, de lenguaje, matemáticas, ciencias naturales y sociales, gran parte de su formación está orientada a comprender a los niños a través de la pedagogía y la psicología del desarrollo, la nutrición y otras asignaturas del área de la salud. A la vez, se trata de una formación abundante en plástica y música, con vistas a consolidar una gran caja de herramientas técnicas y profesionales que les permita hacer actividades para que los pequeños aprendan jugando, de forma activa, autónoma y libre.

En la formación del maestro de primaria, el énfasis está en los contenidos disciplinarios, perdiendo de vista que los recursos didácticos en plástica o música que más allá de del valor en sí del arte contribuye a enseñar mejor lengua o matemáticas o cualquier otra ciencia.

Desde la perspectiva de los recursos y los materiales didácticos, si entramos a una sala de infantil y a una sala de primaria fácilmente identificaremos dónde estamos. La sala y los espacios de la educación infantil suelen resultar más adecuados a los niños pequeños. Esa es la razón de las mesas pequeñitas que pensó María Montessori, los patios con jardines, incluso con pequeños huertos como propuso Fröebel, los recursos que invitan al descubrimiento, el trabajo con material de desecho que los niños traen y transforman, la idea de museo didáctico que aportaron las hermanas Agazzi. En la educación infantil, el mobiliario y el material didáctico se adaptan a los niños para que –autónomamente– puedan ir apropiándose de las propuestas. En la primaria, gran parte del material didáctico está conformado por libros de texto, cuadernos y lápices. Aquí reside otra de las grandes diferencias entre ambos niveles.

Al concluir el nivel inicial, se pasa abruptamente a un sistema en el cual todo es impuesto para los niños. La maestra dice qué tienen que hacer y en cuánto tiempo.

Teniendo en cuenta la primarización de la educación infantil en continua avanzada y los problemas de aprendizaje que se presentan en la educación primaria, resulta necesario emprender una transformación tendiente a priorizar la educación como un proceso humano.

Si se asume que la educación es un fenómeno que sucede entre seres humanos de distintas edades, se comprenderá que tanto los niños de preescolar como los de los primeros grados de la escuela primaria quieren jugar. En suma, para que no se generen quiebres tan rotundos, es necesaria una revolución paradigmática con vistas a que la primaria se “infantilice”.

¿Conoce experiencias latinoamericanas comprometidas con el desarrollo integral o con la incorporación de la corporalidad y la creatividad como medios para el aprendizaje en el nivel primario?

Ha habido proyectos que plantearon un mayor acercamiento en el modo de trabajo entre ambos niveles. En México conocí experiencias que se proponían incorporar la pedagogía de Montessori en la escuela primaria. También he visto propuestas de educación personalizada en la línea de Carl Rogers. Colombia y Chile tuvieron iniciativas interesantes en zonas rurales, introduciendo un paradigma distinto en el primario, que resultó muy bueno para los niños. En el caso de Chile cabe mencionar el P900, que se implementó en las 900 escuelas más pobres del país, y el Mece Rural. En Colombia se destaca el modelo Escuela Nueva, dirigido por Vicky Colbert, que actualmente opera como Organización No Gubernamental, priorizando líneas estratégicas que involucran la asistencia técnica y la investigación.

Sin embargo, muchos esfuerzos específicos no han tenido el apoyo político y económico necesario. De todos modos, gran cantidad de maestros de los primeros años de primaria están encarando su tarea de un modo distinto, mediante propuestas que invitan a los niños a trabajar autónomamente con su cuerpo, con su creatividad, pues así docentes y alumnos disfrutan más de la tarea. Son maestros que han generado lo que llamo “resistencia cultural en el aula”, tratado de componer un proyecto educativo distinto para la primaria.

Mientras que en la educación privada se pueden encontrar más iniciativas comprometidas con la incorporación de la pedagogía paidocéntrica –centrada en el niño y sus intereses– en la escuela primaria, cuesta encontrar experiencias de política pública que apunten a una mayor integración entre los paradigmas que estructuran a cada uno de los niveles.

Continúa leyendo esta entrevista en Sipi.siteal.org

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