Liniers para niños

 

Liniers es un dibujante argentino inspirado en el coraje de Picasso; él le apostó al arte como su forma de vida pese a las presiones de su familia que quería que fuera abogado, como su padre. Personajes como Enriqueta, reivindican la infancia –su infancia– y las ganas de soñar, el raciocinio de los niños y el profundo privilegio que tienen algunos al estar junto a un libro, con la familia, las cobijas y un gato.

Ricardo Siri Liniers aparece con una sonrisa dibujada en la boca. Tiene unas gafas grandes, una barba moteada por la canas y viste una camiseta con la portada de El Huésped dudoso, de Edward Gorey, uno de los padres del libro ilustrado.

– ¡Aquí estoy! ¿Para qué soy bueno?, dice con emoción.

 

Su pasión por el dibujo nació cuando era niño. Recuerda que no era el mejor de su clase y que uno de sus primeros dibujos tenía muchos detalles: era un Mazinger Z, un robot japonés que veía en la televisión. Dibujó sus rayos fotónicos, su jet scrander, y se lo mostró a su mamá. Ella, algo distraída, lo vio y le dijo: “¡Qué lindo, Ricardito!”. Pero él, no muy convencido, volvió a la mesa donde estaba dibujando e hizo un mamarracho y volvió donde su mamá, quien le volvió a responder : “Qué lindo, Ricardito!”. Liniers le respondió: ¡No Mazinger es una obra maestra! Este es un mamarracho.

– Y desde ahí tengo problemas con los críticos, dice Liniers, sonriente.

Liniers empezó leyendo a Mafalda, una niña que no explica, que no le gusta tomarse la sopa ni portarse bien y que cuestiona todo el tiempo lo que la rodea.

– El arte te va a ayudar a encontrar tu propio pensamiento y hacer lo que decía Mafalda: cuestionar cosas que se suponen ya están predeterminadas. Hay cosas que está bien cuestionarlas, las sociedades avanzan porque las generaciones cuestionan los valores de las generaciones anteriores.

Cuando Liniers tenía 14 años descubrió Velvet Underground, esa banda de Lou Reed y John Cale que revolucionó el rock en los sesentas y se convirtió para muchos jóvenes, como él, en la posibilidad de cuestionar –al igual que lo hacía Mafalda– el mundo que los rodeaba.

Está de acuerdo con su editora al afirmar que los libros ilustrados son la droga de entrada a la literatura:

– El dibujo engancha, da contexto, es algo muy abstracto, distinto a la palabra… La idea de un libro ilustrado no es escribir algo y dibujar lo que escribiste, sino con esas dos cosas, palabra-imagen, crear una tercera cosa.

Según él son pocos los que saben escribir para niños, sin embargo tiene claro que si un padre, una madre, un abuelo, alguien, le lee a sus niños, a ellos siempre les va a encantar –así sea el suplemento de economía. Para los niños el momento de la lectura es especial porque entienden que sus cuidadores están ahí por ellos, que se alejaron de sus responsabilidades y tomaron un libro especialmente para estar juntos.

– La literatura infantil entra directo al ADN, es como una endovenosa. Lo que uno descubre de niño se convierte en parte de la personalidad.

 

Liniers comenzó a dibujar para fanzines y luego para medios profesionales. Publicó en Lugares, ¡Suélteme!, Hecho en Buenos Aires, Calles, Zona de Obras, Consecuencias, ¡Qué suerte!, Olho Mágico, 9-11 Artists respond, Comix 2000, entre otras revistas. Hasta que en septiembre de 1999 empezó a publicar cada semana su tira «Bonjour», en el suplemento No, de Página 12.

Después, en 2002, comenzó a publicar Macanudo todos los días en el diario La Nación, de Argentina, y semanalmente en El País, de España. En 2011 junto a su esposa Angie Erhart del Campo, hija de un diplomático criada entre Israel, Suecia y Suiza, fundó La editorial Común, que busca fomentar el trabajo de escritores y dibujantes argentinos y extranjeros consagrados a la novela gráfica.

Su primer libro infantil, Lo que hay antes de que haya algo, un cuento de terror, es inspirado en los miedos que él tenía de niño a la hora de dormir.

– Un contacto muy directo que los niños sienten, pero que por suerte si te tapas con la manta no pasa nada, dice, otra vez, sonriente.

Como editor publica libros infantiles que sean honestos y que no subestimen el sentido del humor, la inteligencia y las maneras de entender las cosas de los niños; como escritor busca historias verdaderas y que les produzcan emociones y curiosidades.

Aunque Macanudo no es para niños porque Liniers es consciente que la hace pensando en él y en lo que le gustaría encontrar en un diario, hay personajes infantiles que encierran una naturaleza infantil, inspirados en su recuerdo de lo que es ser niño –como Enriqueta.

– Enriqueta la hice lectora racionalmente. No fue algo que le quise dar al personaje, se dio como cuestión mía. Cuando empecé a dibujarla me encariñé y lo primero que pensé es que ya existía Mafalda y no quería hacer una mala copia de ella. Inventé a Enriqueta para hacer memoria de cómo era realmente ser chico. En Malfalda no son niños, son chicos grandes. Manolito es un capitalista, Susanita es una burguesa y yo quería que Enriqueta fuera una niña, una niña que me recordara la angustia de ser niño, porque la infancia no siempre es mágica. Ser niño es angustiante, solo que de grande ya no lo recuerdas: de niño vives entre gigantes y les ves todo el tiempo los agujeros de la nariz. ¡Es un plano horrible!

Enriqueta es tìmida como Liniers cuando era niño: siempre con su oso, su gato y sus libros.

– Mi mejor momento era la hora que me iba a dormir; estaban mis papás y mi hermana, yo en la cama calientico con mi colección de libros de Robin Hood, esa especie de calor y de seguridad, de ser feliz. Eso es Enriqueta. Después quise analizar qué es ser lector y todas las experiencias que esto encierra. Es lindo cuando cada tanto se acerca un niño que se enganchó con Enriqueta porque lee mucho.

Considerado en 2011 como personalidad destacada de la cultura de la legislatura de Buenos Aires, Liniers sigue construyendo historias e inspirando a todos con el poder del dibujo:

–El dibujo es un súper poder. A los grandes no les impresiona tanto, pero los niños encuentran un placer básico, profundo. Ellos cuando tienen ese placer y –por ahí dibujan pésimo–, dibujan a sus papás, abuelos, tíos, amigos, animales, y con orgullo dicen “Ponelo en la heladera”. Los niños tienen eso que decía Picasso, “Todos los niños son artistas”. Picasso quería llegar a tener ese coraje, a sentir y decir «¡lo que hice está buenísimo, ponlo en la heladera!». Después uno va creciendo y va perdiendo eso porque uno se compara, siente vergüenza. Pero todos los niños tienen el coraje de Picasso y Picasso el de los niños, el de saber de antemano que es buenísimo y son unos genios.

 

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