Históricamente ha sido un desafío el reconocimiento de la identidad lingüística de las personas Sordas, son una comunidad con su cultura y lengua propia y su lengua natural, así se esté en el contexto colombiano, no es el castellano como se podría creer sino la Lengua de Señas Colombiana.
La lengua de señas se ha encontrado con varios obstáculos para su completo reconocimiento y esto se debe a que los estudios lingüísticos están muy ligados a una perspectiva desde la oralidad que desdibuja lenguas como la lengua de señas que son gramaticalmente distintas de las lenguas orales. Además de esto, muchos miembros de la comunidad nunca se han reconocido como personas con discapacidad o con algún impedimento. Este enfoque médico y poblacional está centrado en deficiencias y no en las particularidades y riquezas tanto de esta lengua como su cultura.
La Lengua de Señas Colombiana (LSC) está reconocida desde la legislación nacional y ha estado influenciada por otras lenguas de señas, como la lengua de señas francesa (LSF), la lengua de señas americana (ASL) y la lengua de señas española (LSE), es decir que ha estado permeada por la variación sociolingüística.
La lengua de señas colombiana se caracteriza por ser visual, gestual y espacial, como cualquier otra lengua y tiene su propio vocabulario, expresiones idiomáticas, gramáticas y sintaxis diferentes del español. Los elementos de esta lengua (las señas individuales) son la configuración, la posición y la orientación de las manos en relación con el cuerpo y con el individuo, la lengua también utiliza el espacio, dirección y velocidad de movimientos, así como la expresión facial para ayudar a transmitir el significado del mensaje, esta es una lengua visogestual.
En el mundo existen más de 300 diferentes lenguas de señas y a su vez una lengua de señas internacional. Como cualquier otra lengua, puede ser utilizada por oyentes como una lengua.
La garantía de los derechos de las personas Sordas no se reduce al espectro lingüístico cultural. Se debe continuar en la línea del reconocimiento de la identidad política y cultural que permita cerrar las brechas de desigualdad estructural de las personas sordas.
En Colombia, como en otros lugares del mundo, se ha dado un avance progresivo del reconocimiento de la lengua de señas colombiana, que se ha enfocado en elevar su estatus como sistema, pero además, a partir de procesos de planificación lingüística se ha buscado enriquecer y modernizar su vocabulario para su uso en ámbitos académicos.
Enfoques desde la filosofía política permiten la comprensión de la lengua de señas para incidir democráticamente y buscar la justicia social, convirtiéndose ésta, en un derrotero para derribar el flagelo de la opresión y la discriminación y lograr la igualdad y autonomía.
Fuente: Nubia Suta Asesora Dirección de Poblaciones