Sócrates, un disco espontáneo

 

En 2007 vio la luz Sócrates, el primer álbum infantil de Edson Velandia, que fue interpretado por docentes, niñas y niños del jardín infantil La Ronda, de Bucaramanga. Doce años han pasado desde entonces y en ellos el álbum —tan experimental y disruptivo, tan único en su estilo— se ha ganado un lugar en el canon de la música infantil colombiana, y en el gusto y en el corazón de niños, niñas y adultos. Mientras tanto, el mismo Edson ha consolidado una enorme carrera con una cosecha de canciones y discos que derrochan virtuosismos de todo tipo e imposibles juegos palabras. Se incluye entre sus éxitos un segundo trabajo infantil: Montañero.

Cuando se repasan en YouTube las presentaciones en vivo que se hicieron de Sócrates con los niños y niñas del jardín, es imposible no abrumarse con algunos sentimientos: la admiración y el respeto al talento y la paciencia de quienes creyeron viable semejante delirio; y la admiración y el respeto al talento y la paciencia de las niñas y los niños cuyas voces, bailes y risas en el escenario desbordan de dicha el alma de sus espectadores.

Aunque ya, en otra ocasión, habíamos conversado con Edson sobre el proceso creativo, aprovechamos la oportunidad que nos brindó el lanzamiento de Sócrates en Maguaré para sentarnos con él a desempolvar algunos recuerdos. Nos contó de las historias y de las emociones, de la inspiración para las canciones, del mundo que sueña para los niños y las niñas, y de Montañero, su segundo álbum infantil, que fue hecho en familia, con Adriana Lizcano y con su hija y su hijo.

 

Inspiración

Sócrates parte de una sospecha: ¿por qué se suele hacer música infantil dogmática y conductista? Edson cuenta que su intención con el proyecto fue crear canciones menos lógicas y más conectadas con las realidades de los niños y las niñas, canciones que hablaran de sus mundos y que intentaran estar a su medida. La inspiración, sin embargo, fue variada, y no necesariamente salió del jardín infantil La Ronda.

“Fue más personal. Tenía que ver con vainas mías. Fue un disco libre, espontáneo, y según aparecían cosas las usaba como tema. La historia del El colibrí es específica, en una mañana, en un amanecer, viene el colibrí y a partir de ahí surge una canción. Sócrates es una receta para hacer canciones: la canción dice cómo hacer una canción. La montaña… yo tenía una sobrina chiquita, y era oportuno pensar en algo para que se durmiera, y así”.

La infancia

Edson reconoce las distancias que hay entre los universos adultos y los de los niños y niñas y, sin prescribir una noción o visión de la infancia, declara que está comprometido con entenderla. Por eso, de vez en cuando, le escribe canciones y le compone tonadas. Cree que hacer música infantil es una responsabilidad, tanto como lo es hacer un mundo en el que quepan los niños y las niñas:

“Ciudades con andenes grandes, con puentes hechos a su altura, con comedores… un mundo sin puntas, para que no se dañen la cabeza y para que no se lastimen: todo está hecho de puntas. Vivimos en un mundo que no ve a la infancia, que no la tienen en cuenta. Cuando uno hace música lo lindo podría ser que pudiera ser apta para la infancia. El mundo sería más amable, más generoso”.

Doce años después

Cuando Edson evoca el proceso mediante el cual Sócrates llegó a la vida, los recuerdos son agridulces, sobre todo en lo que respecta al trabajo con niños y niñas:

“Eso es muy jodido, yo me doy por vencido. Yo soy impaciente. No tengo la calma… a los pelaos no les interesa trabajar, les interesa jugar. Obligarlos a estar en un estudio hasta que todo quede bien, ¿por qué? Yo le digo a los profes, en las escuelas a las que he ido, que no presionen tanto con la disciplina. Todo tiene su momento. Uno tiene que obligarse, como adulto, a que los chiquitos jueguen: no coaccionar, no limitar, sino ponerse a su estatura. De tú a tú. Yo también me escondo, yo tampoco me dejo encontrar. Yo también juego a ganar”.

Montañero

Su segundo álbum infantil, en cambio, está bastante más presente en su memoria. Comenta que atravesó un proceso de conceptualización y materialización distinto a Sócrates:

“Ya me hice otro álbum, Montañero. El mundo para mí cambió porque mis hijos han traído otra cosa. El disco lo hice en mi casa, los invitaba a ellos: ‘vengan, hagan un corito’, y a mi esposa. Hicimos un disco los cuatro. Lo diseñamos, pusimos los dibujos del niño y la niña. Es un disco familiar. Fue espontáneo. No tengo una clave. Yo siento que olvidé Sócrates, pasé la página, porque es lo que hago con todos los trabajos: ‘ya fue y ahora habrá que hacer otra cosa’. Montañero no trata de superar a Sócrates, pero no fue la referencia. Ya había uno, ¿para qué hacer otro?”  

 

 

Esperamos que los niños, niñas y adultos de nuestra comunidad disfruten de la originalidad de las letras y de la intensidad de las baterías y guitarras eléctricas que Edson ha atrapado en estas diez canciones. 

La Historia de la Erre

Sócrates

Fábula

La montaña

El colibrí

Pilas

Las tablas

Moisés

Ni más ni menos

La calavera

 

 

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