Amalia Satizábal, la ilustradora que le dio vida y color a Maguaré en La Ceiba

Amalia Satizábal es la ilustradora que le da vida y color a la más reciente serie de cuentos digitales Maguaré en La Ceiba compuestos por 6 historias divertidas de todos los personajes de La Ceiba.

Amalia es una ilustradora que a punta de muchos lápices, libretas, dibujos y dedicación ha hecho que su trabajo sea cada vez más visible y reconocido. Su libro Emma y Juan fue incluido en la lista de honor en 2016 en la categoría de ilustración, de la International Board on Books for Young People (IBBY), que cada año escoge los libros de mayor calidad en el mundo para niños y jóvenes.

Ella creció alrededor de libros con su familia en Cali, su mamá era enfermera y con frecuencia llegaba con tesoros debajo del brazo. ¡Libros!.Amalia recuerda que en las noches cuando era la hora de dormir, sus padres les daban libros a ella y sus hermanos para que pasaran la noche leyendo; y cuando el sueño ya los alcanzaba, los llevaban a la cama. Desde ese entonces, los libros y las historias para Amalia son su escape.

Sin lugar a dudas a Amalia le encantan los libros para niños, el olor, el tamaño y el objeto como tal, que como ella dice comunica muchísimas cosas y de muchas formas. “Cuando estás leyendo con un niño, el libro se puede compartir, es poderoso estar frente a algo que se puede señalar, tocar, oler, abrazar. Los libros nos llevan a lugares increíbles. A través de un libro podemos conocer sitios que no se nos hubieran ocurrido. Esos espacios en donde percibimos que hay algo pero no me lo muestran del todo. Ahí entra la imaginación a llenar esos espacios que están dentro de cada uno”. El libro para Amalia es un objeto mágico, un vehículo a la fantasía, a esos mundos por explorar… y también explorados ya.

 

Boceto de Amalia Satizábal para el cuento El frenético baile de Chip.

El proceso de creativo de Amalia Satizábal

Amalia llegó La Ceiba “armada con lápices hasta los dientes y allí pasaron cosas maravillosas”. A partir de la construcción de ese mundo, esta ilustradora se imaginó a cada uno de los personajes en su espacio propio, en su pequeña casa, habitación, o rama de este árbol, los vio en acción e hizo que el diseño hiciera parte de un todo que incluyera a los personajes en su diversidad.  

Para diseñarlos miré muchísimo el ecosistema de la selva: cómo es la Ceiba, el tamaño que tiene, qué animales hay, también pensé mucho cómo podrían adaptarse al clima de la selva, cómo podrían estar vestidos, qué accesorios podrían tener para apoyar, no solo su personalidad, sino la razón de estar ahídice Amalia

“Lo importante es observar mucho, dibujar, leer y vivir… tener experiencias de vida más allá de la mesa de trabajo para poder traerlas al papel. Yo he dibujado durante toda mi carrera y esto me ayuda a organizar archivos, bases de datos de conocimiento y memoria muscular para que de mis manos salga lo que quiero dibujar. Es un proceso bonito, eso se ve en lo que hago, todo está ahí en el haber vivido… Es vivir para sentarme a dibujar lo que he vivido”, dice Amalia en medio de un suspiro.

Como cuenta Amalia, antes de empezar a dibujar o ilustrar, lo más importante es ser auténtico y sincero a través de la ilustración. “No considero que los niños entiendan menos, al contrario creo que entienden mucho más”. Cuando Amalia ilustra para niños le gusta que su trabajo sean ventanas a mundos que los niños puedan explorar. “Recuerdo haberme perdido horas en las ilustraciones de los libros que mi mamá llevaba a casa, en los detalles, tener esa idea de poder escapar por los corredores de las casas de los libros que podía leer. Me gusta pensar que mis ilustraciones son ventanas a esos mundos a los que yo pude acceder gracias al libro”.

Con cada personaje de Maguaré, Amalia se tomó un tiempo prudente –un promedio de diez días por boceto y finalizado de dos meses– para reconstruir esa personalidad que en principio estaba descrita en el papel y que ahora tomaba forma y color gracias a sus trazos. Gracias a ese tiempo y dedicación pudo imaginar la personalidad de los 27 cuyes, por ejemplo; imaginar cómo se vería, también, un día de aeróbicos de Chip la perezosa, las travesuras de las Terrillizas, los atuendos tradicionales kamëntsá de Linio y Tulita, así como la picardía y el dramatismo de Rani.

Aunque se enamoró de todos los personajes, su favorito podría ser el bebé que aunque no hace nada en ninguno de los cuentos, aparece en muchos, “Él es solo lindo y ya y de hecho no hay muchos bocetos de él. Salió de una, eso pasa a veces”.

Los seis libros dan cuenta de 54 ilustraciones a mano, hechas a lápiz y luego coloreadas de manera digital. También hay una versión de los cuentos en blanco y negro, de libre descarga, para que todos los que entren a Maguaré puedan imprimir y colorear las historias y sus personajes. La idea es que los niños en compañía de sus familias, cuidadores o agentes educativos, aprovechen estos contenidos para que sea intervenido, coloreado,  decorado con materiales como hojas o figuras recortadas, o también para elaborar origamis… Y convertirlo de esta forma en un libro interactivo.

 

Boceto de Amalia Satizábal para el cuento El viaje de la familia Cuy.

 

La elaboración de esta colección de cuentos infantiles ilustrados  duró más de tres meses y hace parte del esfuerzo del Ministerio de Cultura para que todos los niños de Colombia tengan acceso temprano al libro desde la perspectiva de los derechos culturales; derechos que promueven los lenguajes expresivos y fomentan la valoración de la diversidad de manera cercana y divertida.

Conozcan todos los cuentos de Maguaré en La Ceiba aquí.

 

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