La actitud de los adultos determina el ambiente en el que crecen los niños

Colaboradora: Yohanna Flórez – Grupo de Primera Infancia, Ministerio de Cultura de Colombia.

En el cierre del XV Foro Internacional de Educación Inicial y VI Congreso Latinoamericano de la Organización Mundial para la Educación Preescolar (OMEP), celebrado en 2015 en Medellín, se realizó el panel Mediaciones que dan identidad a la educación inicial.

Este espacio contó con la participación de Elizabeth Ivaldi, educadora, investigadora y autora uruguaya, quien propuso reflexionar acerca de las interacciones de niños y niñas con el entorno físico y humano.

Un primer momento de su intervención lo destinó al tema del juego y lo describió como una conducta espontánea, un derecho de los niños y niñas, una actividad libre y flexible que les produce placer y bienestar, una necesidad vital por medio de la cual interactúan consigo mismos, con las personas adultas, con los pares y con los objetos.

“Jugando, los niños y niñas conocen y satisfacen su necesidad de actuar, se sienten protagonistas, toman decisiones, experimentan, prueban sus ideas e iniciativas, ponen en práctica sus destrezas y habilidades, su imaginación, inteligencia, creatividad, emociones y afectos”, afirmó Elizabeth Ivaldi.

Con respecto al tema del entorno físico en el que se relacionan los niños y las niñas, la pedagoga uruguaya destacó tres aspectos fundamentales que los adultos deben tener en cuenta:

• Tiempo: la prisa de los adultos es compleja para los niños y afecta la calidad de las relaciones entre ellos. Es fundamental comprender su propio ritmo, darle tiempo a cada cosa, lugar y momento, evitar marcar los tiempos o llenarlos de actividades.
• Espacio: los espacios que habitan los niños y niñas se presentan como elementos vivos y dinámicos en los que ellos aprenden a compartir en la medida en la que participan de la construcción y transformación de los mismos. Por eso, es importante compartir con ellos la organización de los ambientes y la disposición de las cosas, y tener en cuenta sus propuestas para enriquecer los lugares.
• Organización del grupo: dentro de la organización del grupo el docente impulsa las actividades, coordina, modera, anima. El grupo comparte las vivencias, llega a acuerdos y desacuerdos, convive y proyecta tareas comunes.

Además de compartir estas recomendaciones, Elizabeth Ivaldi insistió en darle un lugar importante a la actitud que deben tener los adultos hacia los niños: preocupada, receptiva y facilitadora. “Un ambiente humano grato, acogedor, afectuoso, preocupado del niño, en lo general y lo específico, en todo tipo de modalidad educativa, es un aspecto esencial” (Peralta, 2002), citó la investigadora.

Elizabeth Ivaldi

Maestra de Educación Primaria especializada en Educación Inicial, Educación Artística, Gestión y Supervisión educativa. Profesora en Institutos de Formación Docente -Primera Infancia- y en el Instituto Uruguayo de Educación por el Arte – Taller Barradas. Se ha desempeñado como Maestra y Directora de Centros de Educación Inicial en instituciones públicas y privadas, y como Inspectora de Zona, Departamental, Nacional y General en la Administración Nacional de Educación Pública. Ha integrado y coordinado comisiones interdisciplinares e intersectoriales en temas de educación, primera infancia y política educativa. Es Autora, co-autora y asesora de diversas publicaciones especializadas. Ha realizado investigaciones relacionadas con la práctica psicomotriz, la educación por el arte y la historia de la educación inicial del Uruguay. Es consultora nacional de UNICEF para el Programa Uruguay Crece Contigo-Presidencia de la República- en el proceso de elaboración del Marco Curricular para niños y niñas uruguayos desde el nacimiento a los seis años. Es la presidenta del Comité uruguayo de la OMEP.