Por: Juan Carlos Millán Guzmán – Dirección de Artes, Ministerio de Cultura.
Fotos: Sebastián Arias E. – Red Nacional de Bibliotecas Públicas, Biblioteca Nacional de Colombia.
Con el fin de llevar el gusto por la lectura a otros espacios, el Ministerio de Cultura dará inicio a un programa que contempla la creación de nuevas salas de lectura.
Concebido para crear salas de lectura en ambientes hospitalarios, centros de recuperación a víctimas, centros de recuperación nutricional, resguardos indígenas y unidades de servicio del ICBF, el proyecto de salas de lectura en espacios no convencionales y círculos de la palabra convocó recientemente a más de 140 promotores de lectura provenientes de las distintas regiones del país con el fin de dar inicio a la fase de implementación de 300 salas de lectura integradas por una biblioteca básica conformada por una colección de 58 libros para la primera infancia, seleccionados a partir de la colección que se habitualmente entrega en las bibliotecas públicas, y su correspondiente mobiliario.
“Como parte de atención integral para la Primera Infancia contemplado dentro de la estrategia De cero a siempre hay un componente dedicado a la educación inicial, en el que se encuentran las actividades y programas vinculados a la promoción de la lectura, sin olvidar la importancia de la intersectorialidad; así que la propuesta es que el Ministerio de Cultura también tenga presencia en este tipo de espacios con el fin de poder brindar una atención integral a los niños”, explica Jhoana Lobo, integrante del Área de Formación de la Biblioteca Nacional.
El programa está diseñado para cubrir un total de 23 departamentos y aquellos municipios que todavía no cuentan con cobertura, y comenzará a implementarse a partir de los talleres de formación que se realizaron recientemente en Bogotá, con base en la línea técnica que se maneja en la Biblioteca Nacional de Colombia, durante los que se hizo especial énfasis en dar continuidad a los procesos de reflexión sobre la promoción de la lectura.
“Nos propusimos hacer unos talleres que no solo abordaran la parte teórica sino que además fueran muy vivenciales para los asistentes, puesto que aunque cerca de un 40 % ya tenían algún tipo de experiencia en la materia, la mayoría hasta ahora está comenzando, y si bien la promoción de lectura cuenta con una base teórica, la experiencia y la cercanía con los libros y sus lectores es de capital importancia”, subraya Johana, a la par de destacar la disparidad de la formación de los asistentes así como el alto grado de cualificación de los talleristas.
“Los talleristas fueron muy hábiles a la hora de conformar los grupos, puesto que un promotor sin experiencia resulta muy estimulante ver que una persona que hizo parte de un proceso de formación anterior cuenta con la suficiente experiencia para hacer sus propias propuestas”, destaca la representante de la Biblioteca.
A cargo de los procesos de Lectura en Voz Alta y las distintas concepciones de la lectura a través de los sentidos, durante los que además se pudieron observar diferentes aspectos relacionados con la selección de los textos y las sesiones de lectura compartida con los niños, así como la importancia del vínculo afectivo que se establece con el mediador, los asistentes pudieron constatar la importancia de leer con otros, a partir de la experiencia de las expertas Irene Vasco, Beatriz Helena Robledo, Martha Helena Castillo.
Complementaron las jornadas de formación una serie de talleres de carácter específico encaminados a examinar con mayor detalle las exigencias de los nuevos ambientes donde se realizará el programa, tan diferentes a los lugares en que usualmente se acostumbraba realizar este tipo de prácticas, con la participación de los talleristas Patricia Correa, Lilian Lenis y Hugo Jamioy, quienes también cuentan con una amplia experiencia en sus respectivos campos.
“Las nuevas salas de lectura estarán ubicadas en hospitales; puestos de salud; bibliotecas y casas de la cultura; hogares tradicionales adecuados para atender a niños que habitan en el barrio; jardines infantiles del ICBF; centros de recuperación para niños con problemas de nutrición y resguardos indígenas, haciendo especial énfasis en la tradición oral –a través de los llamados círculos de la palabra- para el último caso”, acota Johana.
Buenaventura, Valle del Cauca
Jhon Ariel Vargas trabaja como promotor de lectura de la Biblioteca de Buenaventura (Valle del Cauca) desde hace cinco años, y no duda en hacer ver que son los niños quienes a lo largo de todo ese tiempo han sido los más interesados en aprovechar este tipo de espacios, a partir del trabajo realizado con mujeres gestantes y la primera infancia, si bien es cierto que la biblioteca es visitada cada vez con mayor frecuencia por los muchachos, gracias a la estrategia de llevar la biblioteca a los barrios.
“Desde hace dos años –en vista de la poca cantidad de público que venía a la biblioteca- decidimos comenzar a trasladarnos a centros educativos, hospitales y centros de salud en los que desarrollamos una actividad de mi autoría gracias a la cual los niños pueden leer entre cinco y seis libros, además de relacionarse entre ellos”, recuerda el promotor, para quien la nueva modalidad de extensión no solo permitió dar a conocer la enorme variedad del material de consulta, sino que además logró vincular a nuevos usuarios.
“Como tengo un niño de dos años, yo comencé a leerle desde el vientre y efectivamente podía ver que le gustaba porque comenzaba a moverse; así que ahora cada vez que llego a la casa el siempre mira en el bolso qué libro hay para leer. Eso me llevo a implementar un programa que permitiera a las madres gestantes tener ese mismo tipo de experiencia, además de abrir un espacio para que una vez a la semana los padres se acerquen a la biblioteca para leer con sus hijos”, comenta Jhon Ariel.
Puesto que la música también tiene su espacio en la estrategia de promoción de lectura, en la Biblioteca también se decidió que a partir de rondas tradicionales del Pacífico, los niños desarrollaran un proceso de apropiación que incluso les permite escribir su propia recreación de estas historias tan cercanas a su propio entorno.
“Lo mejor para un niño que está inmerso en un entorno violento como el de algunos barrios del puerto, es poderle dar las herramientas para que cree su propio cuento. En ocasiones tenemos un grupo de adultos mayores que nos visita para narrar cuentos que pertenecen a la tradición oral que termina motivando a que los niños comiencen a hacer lo propio”, destaca el promotor, quien también destaca la importancia que tiene el hecho de que los niños perciban todas estas actividades como si se tratara de un juego.
Gracias a las nuevas estrategias no solo se incrementó la afluencia de público sino que además se comenzaron a vincular muchachos que solían dedicarse su tiempo libre a actividades delincuenciales. “Tenemos la fortuna de que incluso algunos de estos jóvenes, quienes antes eran reconocidos por ‘hacer el mal’, decidieran vincularse a la biblioteca para trasladarse a los barrios y hacer promoción de lectura con sus mochilas viajeras”, explica Jhon Ariel, quien espera que eses jóvenes vinculen a otros quienes actualmente hacen parte de diversas bandas delincuenciales.
“En todo aguacero escampa y en Buenaventura estamos convencidos de que así lograremos tener una nueva ciudad muy distinta a la que la gente percibe desde afuera”, puntualiza el promotor de lectura, quien todavía recuerda el día que comenzaron a trabajar en los barrios. “Ese día algunos de esos jóvenes no permitieron que realizáramos ninguna actividad, así que nos tocó comenzar de cero y realizar un trabajo psicosocial muy intenso de dos semanas muy largas, luego del cual se terminaron vinculándose al programa”.
San Basilio de Palenque, Bolívar
Dolores Martínez Cañate se desempeña como bibliotecaria de San Basilio de Palenque (Bolívar) desde cinco años, trabaja de lunes a viernes –los sábados estudia- y atiende una población que en su gran mayoría va desde las mujeres embarazadas hasta niños de 13 años, con un promedio de unos 30 niños cada día. Una vez llegan, lo primero que les entrega es un libro que ellos mismos escogen.
“El horario es de 8:00 a.m. a 12:00 m. pero a veces me toca sacarlos para que vayan la escuela, tanto así que a veces incluso me dicen que los estoy echando. Luego viene el horario de 2:00 p.m. a 5:00 p.m., pero suele ocurrir que a la 1:00 p.m. ya están en la biblioteca, y como muchas veces no estoy van a buscarme hasta mi casa en medio de todo tipo de protestas”, asegura Dolores.
Primero leemos y luego jugamos, les dice, porque sabe que a partir de esas primeras lecturas se podrán realizar un sinfín de actividades con el fin de que los a veces nóveles lectores entiendan y finalmente se apropien del texto.
“A partir de los libros que tenemos realizamos una selección un día antes, los metemos en el morral y salimos a las calles para leer con otros niños, quienes a su vez se encargan de traer a otros niños. ¿Cuál es la idea? Que le tomen amor a los libros para que puedan explorar y aprender a través de estos textos”, comenta Dolores o Lolita como la conocen propios y extraños en todo San Basilio de Palenque.
“Como cada quien toma un libro pues hasta cinco de esos libros nos leemos, aunque a veces repetimos porque si un niño llega tarde usualmente se interesa por los que se han seleccionado, y como esa selección se ha hecho entre todos pues a nadie le incomoda volver a escuchar de nuevo la misma historia”, precisa la bibliotecaria., quien prácticamente crio literariamente a una de sus pequeñas lectoras:
“Yo a ella la llevaba a la biblioteca desde que estaba de meses; ya ahora ella coge su libro y luego de leerlo en compañía de su mamá me dice que me siente y comienza a contármelo porque a través de las imágenes también se pueden leer los cuentos”, recuerda Dolores emocionada.
Otra vez llegó un grupo de muchachos más bien poco interesados en la lectura. ¡Oigan pero ustedes que creen que están viendo aquí! Pues libros, le contestaron. ¡Ah bueno, pues si lo que ven es libros cómo es posible que no los quieran leer! Escogieron un libro, lo comenzaron a leer y así empezaron, muy a pesar de que en San Basilio de Palenque –al igual que en otras partes del país y del mundo-, los jóvenes son más bien apáticos a la lectura, situación que a Dolores no deja de preocuparle, pero que sin embargo la llevó a buscar la forma de que la montaña se acercara a Mahoma.
“Comencé a salir para invita a los niños y sus papás –que por cierto son pocos los que asisten- porque no estaban llegando los niños; así que comencé a llenar mi bolso de libros, lo cargaba en la espalda, y luego le entregaba un ejemplar a cada niño, aunque primero jugábamos los juegos tradicionales de la comunidad. Ve las imágenes y me cuentas la historia; ahora los libros que sacamos ellos mismos los cuidan y terminan invitándome a repartirlos entre el resto de niños, pero así comenzamos”.
Sibundoy, Putumayo
Susana Juajibioy hace parte de la comunidad indígena Kamëntsá, resguardo de Sibundoy (Putumayo), donde actualmente es orientadora de las juventudes indígenas de las etnias Kamëntsá, Pasto Quillacinga e Inga. “Nuestro trabajo ha estado enfocado a la recuperación de los cuentos ancestrales de la comunidad Kamëntsá, con la participación de niños y adultos, a partir de un diario de campo sobre las visitas que con frecuencia hacemos a los mayores para que nos relaten sus historias”, precisa Susana.
El programa busca que una vez finalizado el trabajo de campo los relatos recopilados puedan ser transcritos a la lengua materna con el fin de que los niños puedan aprender a escribir, así como a recuperar su propia lengua, en vista de que en la actualidad buena parte de la comunidad ha venido perdiendo ese conocimiento esencial para la preservación de su propia cultura.
Juan José Jaramillo está a cargo de dirigir un proyecto de similares características para la comunidad de los pastos en el municipio de San Francisco, que además abaraca la recuperación de los cuentos ancestrales, mitos y leyendas de las comunidades Inga y Kamëntsá: Tarea en la que participan las ancianas y niños entre los 6 y 14 años.
“No solo se lee, sino que además tratamos de incentivar la importancia de observar, llevar a la práctica lo aprendido, y poder establecer nuevos canales de comunicación para dar a conocer cuentos y poesías a través del canto y la danza, así como de la interpretación de instrumentos musicales de viento”, destaca Susana, quien llama la atención sobre celebraciones como el Día de los difuntos, en la que los niños hacen una ofrenda que conserva todos los referentes de su cultura.
“En la actualidad estamos a la espera de implementar un nuevo proyecto a partir de una nueva sala de lectura conformada por 53 libros, dos mesitas de madera, cuatro banquitas y una maleta viajera, que nos tiene muy felices, porque junto con la labor que realizan los dos promotores de lectura vamos a poder continuar encaminando a nuestros hijos en la apropiación del uso de la palabra y la lectura”, comenta Susana respecto a la nueva estrategia.
Durante la primera fase se espera acoger a todos los niños de la comunidad Kamëntsá, además de contar con el apoyo de un grupo de profesionales de la región –la mayoría de ellos antropólogos-, interesados en los procesos de recuperación de la memoria, gracias a un esquema similar al que tiene la Biblioteca de La Hormiga, ganadora de la primera versión del Premio Nacional de Bibliotecas Públicas Daniel Samper Ortega.
“No solo vamos a leer, sino que además queremos realizar otro tipo de actividades relacionadas principalmente con la danza y el canto a partir de los textos recopilados, y además queremos abrir un espacio para que también podamos apreciar nuestra cultura a través de nuestras artesanías –entre las que destacan pequeños bancos de madera pintados a mano-, de tal manera que los niños puedan volver a abordar nuestra simbología y retomar su propia autenticidad”, puntualiza Susana.
San Andrés, San Andrés y Providencia
Carlota Restrepo Hincapié, es bibliotecaria y promotora de lectura desde hace 35 años en San Andrés (San Andrés y Providencia), lugar donde ha trabajado en diversas instituciones educativas, y la biblioteca pública del barrio San Luis. “Encontré el lugar más bien con pocos libros, pero gracias a la ayuda de instituciones como el Banco de la República y el sector privado logramos conformar las primeras colecciones haciendo especial énfasis en la sección destinada a literatura infantil”, recuerda Carlota, quien a partir de ese momento decidió ponerle nombre a un proyecto que identifica las diversas acciones que se desarrollan en toda la isla: ¡Bienvenidos al fascinante mundo de la lectura!
Un mundo que en la actualidad incluye labores de promoción de lectura en cárceles, hospitales, ancianatos y guarderías, además de centros educativos donde curiosamente algunos maestros son los que ponen mayor resistencia al programa. “¡Si yo estudio matemáticas también estoy leyendo!”, les responde Carlota. –Pero es que ahora se usan son la tabletas-. “Mi hijo es ingeniero de sistemas y ¿Cómo creen que sacó su carrera adelante?, ¡Pues con los libros!”. “Eso ha sido una lucha constante, pero yo no me canso”, puntualiza.
“Al comienzo fue un poco duro, porque muchos de los niños que llegaban a la biblioteca lo hacían sin almorzar; así que yo me las arreglaba para poderles dar un refrigerio durante esas primeras jornadas de lectura. Parece mentira, pero debíamos atender cerca de 200 niños porque muchas de las instituciones educativas de la isla estaban ubicadas en ese barrio”, explica la bibliotecaria, para quien una de las claves del programa fue la gran colaboración y apoyo que encontró en el resto de la comunidad. “Llegaban pescadores, lancheros y carpinteros, quienes siempre se iban con un libro para leer en sus casas”, prosigue Carlota.
“A las 8:30 a.m. yo salía de la biblioteca con un morral lleno de libros y me traía a los niños. ¡Llegaron los libros, llegaron los libros!, decían mientras le daban un repaso a algunos libros de la colección que las madres disponían sobre una mesa cubierta con el mantel más limpio que tuvieran. Yo recuerdo eso y me da mucha emoción, la gente pasaba, tomaba un libro y yo los iba anotando. ¡Nunca se perdió un solo libro!”, asegura la bibliotecaria insistiendo en la importancia que tuvieron este tipo de actividades en motivar el gusto por la lectura en todo el archipiélago.
Producto de esa labor infatigable no menos de 200 nuevos bibliotecarios se han formado de la mano de Carlota, o Carola, como la conocen todos en la isla. “Muchos se han ido de la isla porque el trabajo para los profesionales no es mucho; así que hoy muchos de ellos viven en Inglaterra, Jamaica y Estados Unidos: por eso tenemos tantos libros en inglés que ellos mismos nos mandan”.
¿Qué se lee en San Andrés?, le pregunto a Carola. “Los isleños leen tanto en inglés como en español, y a todos por igual, sean pequeños o adultos, les gustan los cuentos para niños –muchos de los cuales leen los abuelos en compañía de sus nietos-, aunque por supuesto no es raro que los adultos quieran también leer una novela. ¡Les fascina la novela de ciencia ficción!
Buenas tardes.
Me gustaría participar como voluntaria en el proyecto de salas de lectura en espacios no convencionales y círculos de la palabra.
Vivo en Bogotá en la localidad de Usaquén, he sido educadora y deseo donar unas horas de mi tiempo libre en este tipo de actividad.
¡Qué bonita intención, Helena! Nos encanta leer sobre tu disposición. Te invitamos a escribirle a Patricia Correa (patricia.correa.j[at]gmail.com), directora del proyecto Palabras que acompañan, para que conversen sobre la disponibilidad y los pasos a seguir; tal vez puedes ayudar en los espacios de lectura en hospitales 🙂
¡Un saludo y buen camino para leerle a muchos niños!