Por: Maritza Chavéz – Promotora de Lectura en Olingo Lee
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Mientras amamantamos no solo estamos alimentando al bebé, también estamos creando una conexión con él. Es casi instintivo y natural mecer al niño, recitarle y cantarle mientras se alimenta pues desde tiempos inmemorables el momento de lactar ha sido un espacio para la entonación de nanas, cantos y arrullos.
De acuerdo con el psicoanálisis, de los 0 a los 2 años los niños necesitan estímulos lingüísticos relacionados con el sonido, el ritmo, la música, el canto, el juego y la expresión corporal. El canto es también el primer paso para acercarse a la literatura. Cantar es una función natural y no hay que ser un experto para hacerlo, solo basta el deseo de transmitirle mucho amor a nuestros hijos.
Las nanas, los cuentos, el susurro, son actos comunicativos innatos entre los padres y los niños en sus primeras etapas de vida y tienen una importante carga afectiva que ayuda a acercar a nuestros niños al mundo que los acoge y les da la bienvenida.
Cantos y rimas suelen transmitirse de generación en generación de forma intuitiva: son fruto de lo escuchado desde la cuna y la infancia. En repetidas ocasiones de la vida regresan a nuestros oídos como un murmullo que llega con el viento; cuando vemos el mecer de un bebé en brazos de mamá que es arrullado en un continuo ir y venir, envuelto en la sonoridad del canto y el movimiento, y se convierte en una danza de coros y palabras que logran envolver al bebé en el sueño profundo.
Para los bebés que están en el vientre estos cantos son la iniciación al mundo del lenguaje, pues el oído es el primer sentido en desarrollarse y es el encargado de recoger las sonoridades de las palabras que los padres les damos.
Así, la palabra hablada, el canto y los arrullos como actos comunicativos vinculan la voz, la expresión gestual y corporal, el contacto físico, visual, táctil, y le regalan al niño un legado cultural que es aprehendido por medio de la riqueza sonora y rítmica de la voz.
Hablarle, cantarle, recitarle, susurrarle a tu hijo en edad temprana, además de transmitirle mucho afecto, va a permitir forjar vínculos entre ambos y lo va a conectar con su cultura, su esencia y su historia: en los cantos se divulga y multiplica la memoria colectiva, por lo tanto, son palabras que vinculan al bebé con su pasado, le dan una identidad, le hacen perteneciente a un lugar y le hablan del mundo que le rodea. En este sentido el canto y los arrullos invitan a celebrar la vida que llega, dan la bienvenida, acogen y reciben.
Dormite mi niño que estás en la cuna,
Que no hay mazamorra ni leche ninguna.
Dormite mi niño que estás en la hamaca,
Que no hay mazamorra ni leche de vaca.
Dormite mi niño que tengo que hacer,
Lavar los pañales, ponerme a coser.
Peralta Vasco (2007) en Sana que sana: Una canción para cada ocasión.
Bogotá: Alfaguara infantil.
El arrullo lleva implícita la cultura, un estilo de vida, una lectura del mundo. Mientras se canta, se invita al niño a acercarse al lugar al que pertenece. Hay un encuentro con el lenguaje en sus diversas formas acompañado de representaciones culturales.
Si bien la intención primaria de los cantos y los arrullos es la de lograr que el niño concilie el sueño, no es su única función, pues implícitamente llega el acercamiento a la palabra que inunda sus sentidos de sonoridad, rima y poesía, permitiéndole avecinarse a esa riqueza literaria contenida en las nanas, cantos y arrullos, y creando así un vínculo directo con la literatura. Las palabras adquieren significado al ser transmitidas:
Urrurru arra ya
que venga el coco,
que venga acá.
Este niño lindo
se quiere dormir
y el pícaro sueño
no quiere venir.
Canta la gallina,
responde el capón,
mal haya la casa
donde no hay varón.
Obtenido de colombiaaprende.edu.co
En el proceso de iniciación a la lectura desde el entorno familiar, el canto es un gran aliado pues con él se genera un intercambio emocional profundo y se fomenta el goce estético por la literatura transmitida a través de la sonoridad del canto. Así mismo, las rimas, los cuentos y la poesía integran esa tradición oral que durante muchos años ha sido parte de la crianza de los niños y ha acompañado la entrada al sueño, la comida, el baño, como un cariñoso beso y abrazo afectivo, rítmico y poético.
A continuación, un ejemplo de cómo el canto implica sonoridad, ritmo, poesía e historias:
Había un ratón, ton ton Que guardó el ratón, ton, ton,
Del señor Martín, tin, tin El señor Martín, tin, tin,
Muy muy chiquitín, tin tin En un calcetín, tin, tin
Era aquel ratón, ton, ton Vive aquel ratón, ton, ton
Que encontró Martín, tin, tin Que metió Martín, tin, tin
Debajo un botón, ton, ton El muy juguetón, ton, ton.
El acercamiento a la lectura se inicia desde la familia a partir de un acto natural como lo es cantarle a un bebé para calmar su llanto, mientras amamanta, para que logre conciliar el sueño o para expresarle afecto. La sonoridad y la rima hacen parte de la vida desde el nacimiento y el palpitar del corazón es una prueba de ello. La vida es música, canto y poesía.
Buenos días Pablo, Yo escribí el artículo y te cuento que no tengo conocimiento de la ponencia que hablas.
Este artículo lo comencé a escribir en el año 2014 cuando trabajada en el sistema de bibliotecas y fue publicado en la Catilla Lexis #48 del mismo año bajo el título: «Arrullos, cantos y nanas: Conexión escencial con la literatura» y fue el producto del trabajo práctico y de investigación de un grupo de iniciación a la lectura que coordinaba en la biblioteca en la que en aquel entonces trabajaba llamado «pasitos Lectores»
De cualquier forma me gustaría mucho conocer la ponencia de la que hablas y descubrir los puntos en los que teóricamente convergemos.
Extrañamente parecido a la ponencia de la señora Liliana Cinetto.
¿A qué ponencia te refieres, Pablo?