La verdadera magia está en la conexión de los seres. Nuestros poderes son posibles cuando abrimos el corazón y nos decidimos a aprender de los demás, porque sabemos que siempre podemos ser mejores. Esta es una de las enseñanzas del libro El temido enemigo, de Jorge Bucay, que pone además en evidencia el valor de la amistad y el de aceptar los errores por amor a los otros.
Aquella noche no me animé a matarte y ahora que somos amigos, y más que amigos, hermanos, me aterra pensar todo lo que hubiera perdido si lo hubiera hecho.
Le dijo el rey al mago muchos años después de aquella noche en la que, celoso de que todos le dijeran que su poder se veía superado por la magia del mago, organizó una fiesta en la que planeaba tenderle una trampa. Preguntarle la fecha de su muerte era el plan, para que una vez el mago dijera algún día en la historia, demostrar que mentía matándolo frente a todos y siendo de una vez por todas el más poderoso del reino.
Lo que no esperaba el rey era que la respuesta del mago fuera que aunque no podía precisar la fecha lo seguro era que su muerte sería un día antes que la del rey. El miedo contuvo al soberano de llevar a cabo su cometido y entonces, temeroso de lo que podría pasarle, invitó al mago a quedarse en su castillo con la excusa de que requería de su sabiduría para ciertos asuntos. El tiempo pasó y el rey no podía desprenderse del temor que le producía pensar que si dejaba ir al mago este podría morir y, en consecuencia, su propia muerte también llegaría.
Pasaron los años y el mago seguía viviendo allí, dando consejos que cada vez eran más escuchados por el rey y que lograron hacer de él un hombre más sabio, menos déspota y autoritario, menos interesado en su poder y más preocupado por gobernar con justicia. El tiempo le demostró al rey que la humildad tenía también sus ventajas y con el tiempo sus acercamientos al mago dejaron de ser para asegurarse de que continuara vivo y se transformaron en momentos para escuchar, aprender y tener cerca a aquel temido enemigo que le había liberado, incluso, del temor de morir.
Así es la vida, así los amigos. Construyen en nuestro ser poderosos templos que se hacen piedra a piedra, con los detalles de la cotidianidad. ¿Quién diría que aquel rey, cuyo único interés era el poder, terminaría siendo amado por todo su pueblo?