Francia fue el país invitado en la más reciente Feria del libro de Bogotá 2017, un país que contribuyó a la historia y a los inicios de la literatura infantil. Los invitamos a seguir este recorrido por la historia de este popular género literario, tomando de la mano a los más pequeños para sumergirlos en el mundo de los libros
La literatura infantil nace en un momento donde los niños no eran niños. No eran seres sujetos de derechos, con formas propias de concebir el mundo, ni con el lugar que ocupan hoy. No existía esa idea de niños que hoy tenemos. Un niño, era un pequeño ser humano un poco cercano a las bestias, un frasco vacío que tenía que ser llenado intelectualmente o con aprensiones estéticas para llegar a la edad adulta.
Pese a la discusión de varios críticos e investigadores sobre el origen de las primeras manifestaciones de la literatura infantil. Se habla de una primera aparición de estas manifestaciones en el medioevo con los manuales de instrucción y buen comportamiento para los niños. Hablamos del siglo XVII. Un siglo en el que aparece una figura muy importante que es Charles Perrault (1628-1703), conocido personaje de la corte francesa de Luis XIV, escritor, abogado, comisario administrativo y más adelante miembro de la Academia Francesa en 1671, quien a sus 69 años, en 1697, publica con el nombre de su hijo, Pierre Darmancour, la obra que lo haría especialmente reconocido: Les Histoires et contes du temps passé avec des moralités, ou contes de ma Mère l’Oye más conocido como Los cuentos de mamá oca o Los cuentos de mamá ganso, una recopilación de ocho narraciones que se convirtieron en clásicos de la literatura infantil: Barba azul, La Cenicienta, La Bella durmiente del bosque, Caperucita roja, El gato con botas, Las Hadas, Riquete el del copete y Pulgarcito.
Perrault, se basa y escribe estos cuentos de tradición oral que eran narrados en el largo invierno, y retoma el folclore popular francés, las leyendas medievales, caballerescas o cortesanas acomodándolas a su época y con un final característico que aún persiste en nuestros cuentos: “fueron muy felices para siempre”.
En el siglo XVII aparece Les aventures de Télémaque (las aventuras de Telémaco) de François de Salignac de La Mothe-Fénelon, publicada en 1699, una narración en forma de poema heroico, a través de un largo recorrido de la literatura antigua.Estamos en la era de Napoleón, que es un gran militar y Fénelon está enseñándole a su alumno que pertenece a la monarquía, a los círculos del poder, ideas militares a través de la literatura, pero también está haciendo un ejercicio por entender a los niños.
Llega el siglo XVIII y en Londres es fundada la primera librería y editorial infantil llamada “The Bible and the sun”en 1744 por John Newbery, considerado uno de los primeros en publicar novelas, historias y revistas exclusivamente para niños.En este siglo y con la entrada de la ilustración, las nodrizas, mujeres que cuidaban a los niños y los maestros comenzaron a hacer una exploración particular en la que rescataron el folclore a través de historias que empiezan a escribir ellos mismos con una función pedagógica. Aún no se considera la literatura para el disfrute y este tipo de literatura para los más pequeños es categorizada como paraliteratura.
Surge una figura icónica, llamada Jean Marie Leprince de Beaumont, quien trabajaba como institutriz desempeñando funciones como dama de compañía y profesora de música. Leprince escribió La bella y la bestia, siguió siendo rigurosa y pedagógica pero es una de las que escapa al rigor científico de la época que ha quedado en la era pos napoleónica. La bella y la bestia tiene en efecto una reflexión moral sobre la belleza, el buen elegir, y el comportamiento de los seres humanos, pero se vale de figuras fantásticas como la hechicera y la bestia para construir historias.
En este punto de la historia hay una transformación y es que, pese al rigor científico, comienza a haber una inquietud porque los niños puedan disfrutar la literatura.
En la era de las luces aparece Emilio, de Jean-Jacques Rousseau , escrito en 1762, muy importante porque va a suscribir la aparición de la figura del niño que ya no será más un ser humano pequeño ni cercano a las bestias sino un niño con una posibilidad de universo propia y que propicia los estudios que van a ser vistos desde todas las aristas hasta el siglo XIX, la edad de oro.
En este siglo, además empieza a consolidarse el modelo de educación tal y como hoy lo conocemos. Napoleón estaba preocupado por la educación, y quería instaurarla en toda Francia y para todas las clases sociales. por lo que la noción de los niños empieza a cambiar pese a que la literatura estuviera supeditada a la pedagogía.
En el siglo XIX, en pleno romanticismo todo está floreciendo, excepto que las mujeres aún tienen una posición de desventaja respecto a los hombres, incluyendo las manifestaciones artísticas. Una mujer que encontró un camino para fugarse de estas imposiciones fue Amantine-Aurore-Lucile Dupin más conocida como George Sand quien disfrazada de hombre y bajo este seudónimo hace un aporte importantísimo a la literatura infantil al reinterpretar los cuentos de hadas del siglo XVII y traerlos al XIX.
Con el romanticismo aparecen las historias de Edward Gorey, mientras que en Italia aparece el Pinocchio de Carlo Collodi, así como los cuentos de Hans Christian Andersen quien en 1835 publicó el primer fascículo de los Cuentos contados a los niños y que contiene obras como La sirenita, La pequeña vendedora de fósforos, Pulgarcita, El patito feo o La reina de las nieves. Inician los años prósperos para literatura infantil que por ser infantil no signifique que todos puedan disfrutarla sino que por sus formas narrativas y estéticas pueden ser sensibles y de goce para los niños.
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