Un niño enfermo es una contradicción, ellos son la vida misma. Por eso, cuando enferman hay algo que se rompe. Las emociones, el equilibrio, la familia, el entorno. Para tratar las afecciones, existen lugares de pasillos largos, paredes blancas, largas salas de espera y techos fríos. Espacios donde impera el silencio y muchas veces la angustia.
En uno de esos pasillos, Diana Hernández -más conocida como María Mulata-, compositora, cantante e investigadora de las músicas colombianas, visitaba las habitaciones de la Fundación Cardioinfantil. A comienzos de agosto y con su guitarra bajo el brazo entraba a los cuartos donde aguardaban los niños en sus camas. Su misión era la de buscar en esos pequeños pacientes apagados por la enfermedad, talentos que pudieran acompañarla con sus voces.
María Mulata se acercaba varias veces a las habitaciones donde los niños estaban llorando y notaba como al entonar su guitarra se apaciguaba el llanto y en ocasiones generaba el efecto contrario en sus familias. Así las mamás cuando veían a sus hijos calmarse se entregaban a las lágrimas. Algunos la veían entrar y se sentían alegres de inmediato, como le ocurrió a Valentina Albarracín, de 6 años, quien le manifestó que ella también cantaba.
40 niños del programa “Salvando una vida” -con el que cientos de pequeños viajan de todas las regiones de Colombia para ser diagnosticados en la Fundación-, tuvieron la oportunidad de vivir una experiencia Musical. María cuando literalmente levantaba a esos pacientes de sus camas, los invitaba a los talleres de percusión, canto y danza, rompiendo el silencio acostumbrado en esos lugares.
La música, que ha demostrado tener una conexión directa con los sentimientos, las vivencias, así como ha dado claras muestras de poder contrarrestar los estragos del paso del tiempo y enfermedades como Alzheimer o Parkinson, había llegado a estos niños de la Fundación Cardioinfantil.
La iniciativa que María Mulata viene trabajando con Colcha de Retazos, una academia itinerante que busca transmitir el saber popular de las regiones y la música colombiana entre los miembros de poblaciones vulnerables, se unió al programa social de pedagogía hospitalaria de la Fundación Cardioinfantil y Laboratorios Abbot. Los talleres se convirtieron en una excusa para que los niños cantaran Calabazo, movieran todo el cuerpo y hasta recibieran buenas dosis de cosquillas. La experiencia no podía quedar ahí y nació la idea de que la salud dejara de asociarse con el silencio y se convirtiera en música.
Los sonidos de la salud, las máquinas, el bombeo de la sangre y el pum-pum del corazón, llevarían el ritmo de una composición colectiva que más adelante se llamaría Canta. En un ejercicio en el que los niños pensaban en las frases de la canción se fue construyendo este proyecto que habla desde la esperanza:
En los talleres, como cuenta María Paula Céspedes, coordinadora del programa social pedagogía hospitalaria de la Fundación Cardioinfantil, estos pequeños pacientes conocían del folclore, “Los niños enraízan, conectan con la tierra y con la vida. La iniciativa se convirtió en propósito de hacer que los sonidos de la salud se volvieran música y desde ahí, que la música apoyaran en la recuperación o aliviaran un poco el dolor que implica la enfermedad”.
El 21 de septiembre, fue el lanzamiento en el auditorio de la Fundación Cardioinfantil. Xiomara, Andrea, Valentina, Sara, Juan Manuel y otros niños que no habían podido volver a casa y que hicieron parte de los talleres, llenaban las primeras filas del auditorio. Algunos médicos llevaron a los miembros más pequeños de sus familias para apreciar el momento.
Con una samba se subieron las primeras niñas al escenario y sin importar que estuvieran conectadas o en sillas de ruedas las dos niñas cantaron y bailaron el concierto. Michel, Juanita, Valentina y María Luisa interpretaron Aguacero de Mayo, bullerengue propio del Caribe. Desde el piso Valentina y María Luisa hacían los sonidos del agua mientras los demás acompañaban con sus voces a María Mulata. Cuando subió Juan Manuel, vino el descontrol con Calabazo, los asistentes bailaron con el ritmo “Boca abajo, de medio lado, pa´l otro lado, boca arriba, agáchate, volvé a parate” La tambora, el alegre y los aplausos pusieron la energía al tope para el momento en que todos interpretaron Canta, la canción construída con la respiración, el bombeo de la sangre y el sonido del corazón que hará parte de una campaña para apoyar la construcción de una nueva unidad de cuidados intensivos o UCI para los niños.
Diosito los bendiga por regalarles a estos pequeños heroes tanta alegria, se ven hermosos, felices, mil mil gracias, esta experiencia para mi juan manuel ha sido lo.mas divino. Por favor continuen con esta hermosa labor.gracias Maria Mulata, gracias a todo el equipo