Andrea Vega Serna es una enamorada de la literatura, su amor por la escritura la condujo a la creación de contenidos infantiles, primero para el entorno digital y luego para la televisión y próximamente incursionará en la literatura infantil con la publicación de su primer libro “Oscurita”, obra ganadora de la décima edición del Premio de Literatura Infantil y Juvenil El Barco de Vapor – Luis Ángel Arango.
“Oscurita” cuenta la historia de Rafaela, una niña que debe enfrentar el dolor de la pérdida de su pequeña mascota, mientras establece un diálogo con el Señor Muerte con el que vive cierto tipo de situaciones. Para el jurado de la décima edición del Premio de Literatura Infantil y Juvenil El Barco de Vapor – Luis Ángel Arango, la obra de Vega “trata con coraje y sensibilidad el tema de la muerte sin caer en dogmatismos”. Y la verdad es que “Oscurita” es la oportunidad para invitar a las familias y cuidadores a hablar de cualquier tema con los niños.
A 86 km de Cali, en el municipio del Darién, en el Valle del Cauca, creció Andrea en un paisaje en el que resaltaba el lago Calima, y la cultura que habitó esas tierras hace mucho tiempo y que la llenaron de historias fantásticas y despertaron su capacidad de imaginación.
La mamá de Andrea era bacterióloga y en el hospital de Darién fue donde forjó su carrera, recuerda las largas caminatas que hacían juntas así como el espacio de lectura que empezó a ser su casa, que se fue llenando de libros. La relación íntima que empezó a tener con estos objetos con contenido filosófico, poético y fantástico, aumentó gracias a la fuente de inspiración que fue para ella su abuelo, quien fue un autodidacta y se formó en su profesión de historiador y quehacer a través de los libros.
El proceso de creación de esta guionista, productora y escritora está marcado por las preguntas y situaciones a las que se vio expuesta en su infancia y que no fueron resueltas, temas como la muerte, el cuerpo, el afecto y la sexualidad. Preguntas que, como ella dice, son propias de los niños y no encuentran respuestas por parte de los adultos, una omisión que se convirtió en su punto de partida para explorar y pensar en historias para los más pequeños.
Con tan solo 19 años, esta caleña llegó en 2001 a la fundación tecnológica del Software, ParqueSoft de Cali y conoció a su fundador Orlando Rincón, quien conocía su interés por los libros, las historietas y el cómic, así como el deseo por encontrar respuestas a las dudas que tenía sobre la creación de contenidos dirigidos al público infantil. Comenzó a desarrollar contenidos digitales para niños, creando una editorial interactiva, que en ese momento era algo pionero e innovador, un trabajo en el que combinaba su gusto por escribir, proponer historias, hacer guiones y al mismo tiempo pensar en los niños.
En 2015 se unió con Mónica Bravo, directora de cine y televisión para crear LaTetera S.A.S, espacio donde unieron las inquietudes de cada una: por un lado Mónica aportó su visión auténtica en la construcción de piezas audiovisuales y por otro lado se incorporó al proyecto el deseo de Andrea por producir contenidos infantiles.
Gracias a esta alianza, llegaron a renovar la franja infantil del canal regional Telepacífico, con contenidos propios como “Salta la página” que es una propuesta de lectura para niños y que básicamente nace de un propósito porque sean los niños los que compartan sus libros preferidos a otros niños que están del otro lado de la pantalla y, al mismo tiempo, acompañar esa lectura con una ilustración animada que recoja las impresiones y momentos de esa lectura. “Salta a la página” está nutrido de historias y de libros de Claudia Rueda, Yolanda Reyes, Irene Vasco y algunas publicaciones de la serie de Leer es mi cuento del Ministerio de cultura. “A que sí”, otro de sus títulos más conocidos, es un programa de retos, donde se prepara salpicón, se hace una fogata y sé dice a que sí puede para detonar historias protagonizadas por los niños.
La idea de “Oscurita”, la historia con que obtuvo el premio de literatura infantil y juvenil El barco de vapor, nació de una necesidad de hablar de la muerte. Esa que Andrea conoció cuando tenía siete años y le dejó muchas preguntas de las que no obtuvo respuestas por parte de los adultos que estaban en su entorno. Para encontrarlas, partió del diálogo y de una exhaustiva investigación que tenía el objetivo de conocer la voz propia de la infancia para saber qué opinaban, sentían e imaginaban los niños alrededor del tema de la muerte.
Andrea habló con niños entre los 4 hasta los 6 años, quienes hicieron actividades donde dibujaban lo que podía ser una historia que abordara la muerte y fue ahí donde surgieron sus mascotas como protagonistas y todas las emociones que les generaban.
Rafaela, la protagonista de “Oscurita”, fue pensada para darle el valor que merece a la idea de que todos los niños reconozcan las voces de las niñas, lo que les ocurre, piensan y son capaces de hacer, haciendo contrapeso al hecho de que anteriormente los personajes masculinos eran los que hacían, enfrentaban y tenían las ideas.
“La mayoría de los papás que nacimos en los años 80 o finalizando los 70 fuimos criados por padres que en algunos casos no entablaron un diálogo con nosotros. Justamente ellos arrastraban una educación donde prácticamente se les había negado la infancia. Trabajaban desde muy pequeños y la adultez la alcanzaban muy pronto. Pero justamente con el acceso a experiencias, textos, voces, y narradores uno puede, sin miedo, entablar una conversación de manera tranquila con los niños, para no sentir que se está desnudo ante sus preguntas y tampoco sentir que se va herir alguna susceptibilidad por hablar las cosas como son. El niño proporciona ese diálogo, los niños son muy pilos y pueden dar pistas de qué manera hablar de esos temas que están sobre la mesa, en el proceso de entender en dónde están y qué mundo habitan”
Actualmente Andrea hace parte de “Mi comunidad es mi escuela” proyecto en el que la Universidad del Valle está llamada a hacer un aporte significativo en el mejoramiento de los procesos educativos de la ciudad de Cali. Como coordinadora de semilleros Tic, Andrea tiene el reto de que los niños se relacionen distinto con las nuevas tecnologías, donde las máquinas no son el centro sino el proceso creativo, así como buscar los usos inesperados de esas tecnologías.