En Bucaramanga, la capital del departamento de Santander, hay una van que recoge a los niños en el colegio y los lleva a leer la ciudad. Este vehículo es un Bibliobús -o Biblioburro, como lo llaman algunos- y rueda desde este año por las calles de la Ciudad Bonita gracias a la iniciativa del Instituto de Cultura y Turismo de Bucaramanga y el apoyo de Panamericana.
Joaquín Orozco, miembro de la Fundación Palabras Andantes, es quien lidera esta actividad. Canciones como La vaca Lola, El vampiro negro, la del moco y algunos chistes, se escuchan durante los desplazamientos. La idea también es divertirse mientras se va de un lugar a otro.
Para Joaquín, narrador oral y uno de los artistas que en 2015 se encuentra realizando el proceso de formación en Cuerpo Sonoro, el sentido de estos recorridos es que los niños se encuentren con la maravilla de lo cotidiano y valoren los tesoros que tiene su ciudad y su departamento como el Cañón de Chicamocha, Girón y las esculturas que hay alrededor del centro de Bucaramanga realizadas por artistas santandereanos.
En MaguaRED también nos subimos al Bibliobús y queremos compartir algunos momentos del recorrido:
A las 9:00 a.m. el Bibliobús llega al colegio La Juventud. En esta ocasión los pasajeros son 14 niños de grado primero quienes viajarán en compañía de su profesora. Joaquín les recuerda las palabras mágicas “Ábrete sésamo” para que la puerta les permita ingresar.
La primera parada de este recorrido es El Parque de los Niños, en el que se encuentra el Instituto de Cultura y Turismo y la Biblioteca Pública Gabriel Turbay. Antes de ingresar al edificio leen el poema Canto a la mujer colombiana escrito en la placa del poeta Pablo Zogoibi y después juegan a ponerle nombre a la escultura de hierro. La bautizan “El resbaladero”. Aquí Joaquín les pregunta a los niños si saben de quién es la biblioteca y les cuenta que cada uno de ellos es dueño de un pedacito.
Después de cruzar la entrada principal de la biblioteca, sobre la derecha se encuentra la sala de exposiciones Jorge Mantilla Caballero, la cual alberga durante septiembre la obra Mi Vía Láctea del artista bumangués Máximo Flórez. Allí los niños buscan El agujero negro y eligen su obra favorita.
En el quinto piso de la Biblioteca Pública Gabriel Turbay se encuentra la Sala de lectura infantil. Allí la primera actividad es describir a qué huelen los libros. Hojas secas y pasto son las respuestas más comunes.
Donde viven los monstruos de Maurice Sendak, A la cama monstruos de Isabelle Bonameau, Pingüino de Polly Dunbar y el cuento guajiro El Burrito y la Tuna son los títulos escogidos por los niños para esta lectura.
Después de la lectura en voz alta todos toman un libro y al terminarlo lo intercambian con sus compañeros.
¡Hora del refrigerio! Y el lugar seleccionado para tomarlo es la casa de El Libro Total, la sede de una gran biblioteca digital gratuita en la que también hay libros para niños.
Antes de salir de esta casa para hacer el recorrido por el Parque García Rovira los niños toman de la mano a un compañero y prometen cuidarlo, cruzar por la cebra, tener cuidado con los carros y seguir las instrucciones de Joaquín.
También sacan de sus bolsillos el lente fotográfico y los ojos mágicos para no perderse ni un solo detalle de lo que encuentren a su alrededor.
En el Parque García Rovira todo el grupo juega a las estatuas. Gana quien permanezca imperturbable tras una sesión de cosquillas. Después, se dirigen al Palacio de Justicia. A las custodias de piedra los niños les ponen el nombre de “Las hermanas guerreras”.
Son las 11:00 a.m. y el recorrido está llegando a su final. Es hora de la foto del grupo tomada por Lizeth, la fotógrafa oficial del Bibliobús.
El último ¡ábrete sésamo! de la mañana y a descender del vehículo. Pero antes, cada niño recibe como obsequio una obra impresa de algún artista bumangués. Hasta pronto, Bibliobús.
Joaquín Orozco cuenta que la base fundamental de este ejercicio del Bibliobús es el juego, la lúdica y el poder divertirse un rato, algo que tristemente ha sido un poco relegado de las aulas: “Como a veces dar consejos no funciona tanto, tal vez por medio de esta experiencia los adultos que acompañan a los niños entienden que no tienen que usarse las palabras fuertes ni ser agresivos con los niños; hablando con ellos, jugando y estableciendo reglas claras se puede trabajar muy bien, afirma.
Propuestas como esta se convierten en oportunidades para que los niños, mediante el disfrute, exploren su entorno, amplíen su comprensión del mundo que habitan, participen de las propuestas culturales de sus comunidades y accedan a los espacios públicos. Este es un viaje por una ciudad abierta, vivida y leída por los niños.