En tres ruedas llegan los libros a diez municipios de Colombia. Un promotor de lectura de la región hace sonar la corneta de su bicicleta invitando a los niños y familias a disfrutar de un momento de lectura y esparcimiento. El particular vehículo abre sus compuertas de madera que están decoradas con una ilustración inspirada en la zona donde se moviliza, y se extiende como un exhibidor que contiene muchos títulos especializados en primera infancia, así como juegos didácticos, cojines y telas.
En Yarumal (Antioquia), Pradera, (Cauca), Santander de Quilichao (Cauca), Florencia (Caquetá), Bosconia (Cesar), San José del Guaviare (Guaviare), Hatonuevo (La Guajira), Tibú (Norte de Santander), Sabana de Torres (Santander) y Chaparral (Tolima), los libros son los que buscan a los niños gracias al programa de salas itinerantes del gobierno implementadas en el marco del convenio de primera infancia de Cero a Siempre y financiadas por Prosperidad Social.
Los beneficiarios de los bicilibros, inicialmente son los que han accedido al programa de vivienda gratuita de Prosperidad Social, dirigido a la población en situación de vulnerabilidad como víctimas del conflicto armado, afectados por desastres naturales y en situación de riesgo no mitigable, que se encuentran en extrema pobreza y que requieren de un acompañamiento especializado.
Los libros que son entregados por el Ministerio de Cultura, tienen el propósito que los niños se acerquen a la lectura con libros de calidad y en espacios propicios, aporten al desarrollo integral, al fortalecimiento de vínculos familiares y al ejercicio de sus derechos culturales.
Como cuentan Patricia Bolívar y Horacio Pérez, directores de la fundación Fundali, encargados del diseño y la implementación de los bicilibros, “se piensa en una bicicleta como el vehículo de Colombia, por la geografía y el contexto, la bicicleta es de fácil acceso y mantenimiento por lo que la comunidad puede apropiarse del bicilibro, cuidarlo y aprovecharlo“.
Además de los libros, la bicicleta que lleva la lectura a todos los rincones del país, cuenta con una carpa que contrarresta las condiciones climáticas y lo que es una bicicleta se transforma en todo un espacio con telas, pequeños sillines, y juegos como ajedrez, twister o jenga. Además se fabricaron unas bolsas especializadas para que los niños pudieran llevar los libros a casa.
Como dice Horacio, es importante que este tipo de programas lleguen al territorio desde un respeto por las comunidades, por su trabajo, saberes y haciendo un consenso con la comunidad hacia los procesos que lideran.
“La llegada de los libros, se convierte en una semilla, una huella, que los niños más adelante siendo adultos recordarán como potenciadores de su personalidad, y es muy importante construir esto desde las relaciones amorosas, el afecto, el juego y la libertad. El libro es la puerta de entrada al mundo. No es una llegada cualquiera“.
La importancia de que esta sala sea itinerante, se ve reflejada en que los libros pueden disfrutarse en cualquier espacio, sea con una invitación a irse de paseo, leer en el bosque, el parque, la plaza y o con la idea de hacer un picnic literario.
“Un elemento como la literatura debe tener un espacio. La bicicleta es un atrapador de niños, de sueños, todos quieren subirse, tocar el pito y disfrutar de la lectura“ dice Horacio quien ha participado en las entregas de los bicilibros.
Para el Ministerio de Cultura es muy importante dentro del planteamiento de las salas de lectura, dos componentes fundamentales: el espacio físico donde se desarrollan las actividades y el acervo (colecciones de libros, discos, videos, películas, obras de arte).
Además las salas o espacios de lectura para primera infancia deben adecuarse al contexto social y cultural donde operan los servicios, programas y proyectos. Para esto es importante que la ambientación y la escogencia de los materiales para la fabricación de los elementos que la conforman, se realice de manera participativa con los usuarios y que se contemple el uso de materia prima originaria de la zona.
La bicicleta es de fabricación local, pero su valor agregado es el diseño que puede contener todos los materiales de lectura y adecuación.
Las salas de lectura itinerante, bicilibros, son un servicio de la comunidad que están pensadas desde sus dinámicas, las particularidades del territorio y la población en su contexto. Por eso, para garantizar el éxito en la implementación y la sostenibilidad de la sala es necesario que la comunidad participe en el proceso desde el inicio y que el promotor de lectura sea una persona que, previamente a la implementación de la sala, goce de reconocimiento entre los miembros de su comunidad.
¿Alguna vez imaginaron que los libros llegarían en una bicicleta a su región? compartan con nosotros su opción o experiencia si ya conocen las Bicilibros.
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buenos dias tengo varios libros para donar a donde los puedo llevar vivo en Bogotá.
Blanca, ¡hola!
Te recomendamos escribirle a Adriana Bueno, directora de Hábitat Sur y responsable de las biblioneveras en Leticia (bueno.adriana1@gmail.com) y a Laura Acero, del Bibliocarrito (gabrielgale.laura@gmail.com).
¡Agradecemos inmensamente tu interés!
Excelente idea me gustaría tener uno para trabajar en mi pueblo, un pueblo a orillar del mar que se presta para llevarlo a los sitios apartados donde no podemos llegar, la bibicleta es el medio ideal.-
Soy promotora de lectura y quiero vincularse a la red
Hola, Yeni. Nosotros solo tenemos la información que compartimos en el artículo, pero tal vez si te comunicas con Fundali puedas conseguir más datos: http://www.fundali.org/index.html
Un saludo 🙂