Grazia Gotti, la librería y los libros para niños

 

Texto de Juan Carlos Millán, Ministerio de Cultura.

 

Grazia Gotti se encuentra a cargo de la librería para niños Giannino Stoppani de Bolonia, considerada una de las más importantes en el mundo.

 

Grazia Gotti fundó en 1992 la famosa librería Giannino Stoppani, uno de los principales referentes en la constitución de redes de librerías infantiles y juveniles de carácter independiente, además de ser sede de una escuela para libreros especializados en literatura infantil.

»Hay que tener políticas más efectivas; o sea, más innovadoras: ¡La lectura es innovación! No es una tradición anclada en un pasado nostálgico, muy a pesar del grupo de personas –algunos de ellos profesionales- que aunque saben leer no tienen relación alguna con la poesía o la filosofía. Se debe emprender una política que permita tener más librerías, lugares alrededor de las cuales se concentran diversos tipos de actividades culturales y sociales», afirma la librera –autora del libro Una escuela con libros, publicado en 2013.

»Cuando estaba esperando a Bernardo –mi hijo– preparé su habitación a partir de mi propia experiencia como educadora: dispuse un espejo de pared y una barra de cincuenta centímetros de altura para que el niño pudiera observarse, además de un gran tapete rodeado de diversos tipos de libros en tela y cartón que luego leíamos juntos. Luego, cuando comenzaba a gatear, tenía una pequeña estantería en la que había otros libros, de manera que los pudiera tomar con facilidad y comenzara a acostumbrarse a esa sensación de soledad que se requiere para leer», confiesa Grazia Gotti.

 

Una librería para niños

 

Librería Giannino Stoppani.

 

¿Cómo inició su interés en desempeñarse como librera para niños?

Mi aventura como librera para niños comenzó cuando trabajaba como maestra de jardín infantil. De manera paralela adelantaba mis estudios universitarios como pedagoga; allí conocí al profesor Antonio Faeti, quien instituyó la primera cátedra de historia sobre literatura para la infancia, y comencé a interesarme por este tipo de estudios.

Aunque también estaba interesada en estudios de carácter cultural –de hecho me gradué con una tesis sobre el nuevo cine alemán– continué mis estudios con el profesor Faeti, en particular aquellos sobre el desarrollo colectivo. Mi trabajo de tesis analizaba cómo el imaginario del niño se construye desde las historias, la literatura y las figuras… En aquella época los ilustradores eran llamados, con nombre quizá más pertinente, realizadores de figuras para libros… Basta con recordar la primera página de Alicia en el país de las maravillas, en la que su protagonista se aburre al ver que su hermana lee un libro y de inmediato se pregunta ¿para qué sirve un libro sin figuras?

 

¿Y la librería?

En 1983, junto con un grupo de amigos, quienes son educadores, decidimos fundar una cooperativa con el fin de dar a conocer los nuevos talentos de ese entonces. Se trató de un renacimiento cultural muy importante para nuestra ciudad. Eran años muy turbulentos, antecedidos por la revuelta estudiantil de 1977 que llevó al cierre de la Universidad, que, sin embargo, estuvieron acompañados de una explosión de creatividad en todos los campos artísticos que obviamente sacudió el mundo de la literatura para niños.

La librería se terminó convirtiendo en un laboratorio que reunía diversas disciplinas relacionadas con el campo de la literatura para niños y de la ilustración.

 

¿Cómo se hace la selección de libros que hacen parte de la librería?

Partimos de un criterio que es eminentemente subjetivo, a partir del contenido y la estética del libro: nos gustan los libros bellos.

¡Eso nos hace sentir muy contentos respecto al trabajo que realizamos, además de reafirmar nuestro convencimiento en una labor que es resultado de compartir los mismos deseos, sueños e intenciones de nuestros lectores!

 

¿Cómo lograr que los niños se sientan a gusto en la librería?

La mayor parte del mobiliario de la librería está hecho a la medida de los niños, así como los objetos que hacen parte de la decoración; los libros están dispuestos de tal manera que siempre puedan estar a su alcance, aunque tenemos otros que se encuentran en lugares un poco más elevados por su gran cantidad.

Este tipo de cosas la siente el niño apenas entra a la librería: sabe que se trata de un lugar para él, donde además de dedicarse a ojear cualquier libro, también puede hacer cualquier clase de pregunta y encontrar una respuesta. Aunque tenemos un caballo de madera y algún juguete de arrastrar, la mayoría de objetos de la librería son simbólicos para que los niños pueden usar mientras comienzan a interesarse y tomar confianza por ese entorno lleno de libros.

 

Librería Giannino Stoppani.

 

¿Cuál es la importancia de tener una formación como librero?

En el curso de nuestra investigación muchas personas, jóvenes en su gran mayoría, interesados por esta nueva experiencia, nos preguntaban acerca de cómo habíamos hecho para levantar la librería, por lo que decidimos abrir algunos talleres para aquellos interesados en librerías de características similares; allí razonábamos acerca de los errores más frecuentes.

Luego fundamos una escuela de un carácter más especializado –a diferencia de Alemania, en Italia el oficio de librero no ha sido profesionalizado–: la Accademia Drosselmeir. Conformamos un comité de educación integrado por los profesores universitarios con los que habíamos estudiado y creamos una Maestría.

Gracias a su alto nivel académico, así como a las prácticas que realizan en nuestra librería, las personas que han pasado por allí fundaron nuevas librerías para niños en ciudades donde no había este servicio o trabajan en casas editoriales o hacen parte de asociaciones culturales para la promoción de la lectura.

 

 

Lecturas

 

¿Cuáles fueron los primeros libros que leyó con su hijo?

Al principio eran pequeños libros de tela que los dos ojeábamos juntos y los cuales llaman la atención de cualquier niño –recuerdo en particular la serie de la gran ilustradora Lucy Cousins sobre la Ratona Maisy. Luego vinieron esos libros en cartón grueso porque el niño a los ocho meses todavía tiene el hábito de chupar las cosas, y ahí estaba Spot, de Eric Hill. Después aparecen todos estos libros para ayudar a desarrollar el lenguaje, en las que hay personajes más complejos, mucho de ellos animales –Babar, por ejemplo–, escritos por grandes autores como Tomi Ungerer, Leo Lionni, Beatrix Potter.

Son libros que prepararán al niño para su ingreso a la escuela y que sin duda son herramientas de aprendizaje más robustas, en todo el sentido de la palabra, porque están escritos para que el niño pueda darse cuenta de su propia inteligencia.

 

¿Cómo se establece la relación entre los pequeños niños que llegan a la librería?

Establecer esa relación para nosotros ha sido muy sencillo porque, como decía, todos los que trabajamos en la librería tenemos una formación en el área de la pedagogía que nos permite tener una mayor cercanía con los niños, que se produce de manera natural. Además, como a lo largo de diez años continué enseñando junto con mis demás colegas en la escuela elemental, pude experimentar mi propio sistema pedagógico de lectura con los niños.

Cada vez que un niño encuentra a un adulto dispuesto a contestar sus preguntas suelen hacerle bastantes porque los niños saben exactamente cuando el adulto tiene más bien pocas respuestas a sus dudas. Habitualmente nosotros realizamos una serie de encuentros en la librería durante los cuales los padres pueden dejar a sus hijos para que puedan realizar algunos talleres con autores e ilustradores.

 

¿Qué importancia tienen los clásicos?

Para los niños hay un canon de autores clásicos: Pinocho y Tom Sawyer, cuyos textos deben hacer parte de cualquier biblioteca o librería. Los niños entre cero y seis años, etapa que es determinante para el resto de la vida, pueden comenzar a familiarizarse con este tipo de libros aun antes de que puedan leerlos de manera autónoma.

 

 

Libros, librerías y bibliotecas

 

¿Cómo potenciar el interés por los libros y la lectura?

Se podría pensar en establecer diversas políticas. Por ejemplo, el Gobierno de Mitterrand, en Francia, sorprendió al mundo entero con la presentación de una Ley del libro, que, gracias a la regulación de los precios, logró salvaguardar el trabajo desarrollado por las librerías: estableció un tipo de competencia de carácter más leal en el que vencían quienes estaban más preparados, a la par de permitir la creación de nuevas librerías en ciudades pequeñas.

Actualmente los países «emergentes» se enfrentan al problema de la alfabetización cultural… Una persona que aprende a leer y escribir no necesariamente establece algún tipo de relación con expresiones artísticas como la literatura, la música o el teatro –pese a que los índices demuestran la relación directa entre conocimiento y desarrollo económico, así como de la importancia del libro.

Algunos países como Brasil han comprendido esta situación y hace un par de años se expidió una ley de gran importancia con el fin destinar cierta cantidad de dinero a la literatura y la lectura infantil; incluso los ingleses se han dado cuenta de la importancia en destinar más recursos a partir de una forma de promoción muy efectiva, mediante la cual se estableció la emisión de un tipo de moneda para uso de los niños destinada exclusivamente a la compra de libros.

 

¿Por qué incentivar la creación de nuevas librerías?

La existencia de una librería tiene una connotación social en la medida que se inserta en un tipo de espacio por el que todo el tiempo está pasando gente; si además este espacio está a cargo de un librero capaz de organizar eventos para los maestros, donde se incluya la participación de autores, su connotación social es más fuerte. Los gobiernos deberían apoyar estas iniciativas… Al crear nuevos públicos inevitablemente aumenta la demanda de libros, incremento que va de la mano de una productividad social que si bien no es cuantificable en términos económicos, también trae consigo un beneficio económico.

 

¿Cómo fortalecer los lazos entre las librerías y las bibliotecas?

Yo provengo de una región –Emilia Romagna- que por muchos años ha estado asociada a unas políticas de buen gobierno que permitieron desarrollar relaciones cordiales entre industriales, trabajadores y campesinos, gracias a una administración pública preocupada en el desarrollo de la escuela.

Las bibliotecas deben apoyarse en las librerías con el fin de conocer las novedades literarias cuando se publican y los libreros estamos en capacidad de conocer estas novedades con meses de anticipación. De tal manera que el bibliotecario pueda también incluirlo en sus correspondientes actividades culturales e incluso –si se trata de una persona despierta y curiosa– puede solicitar un ejemplar al editor para poder trabajar con los pequeños usuarios.

 

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