Jan-Willem Bult es tan alto como sus ideas, habla con emoción de su pasado y experiencia, así como de sus proyectos futuros. Para él los niños están en el centro y con esa filosofía ha trabajado por más de 16 años. Dirigió KinderNet, uno de los primeros canales privados con contenidos para niños y trabajó por más de una década como jefe de programación infantil y director creativo del canal holandés KRO.
Además, ha sido presidente de la asociación EBU Eurovision Children & Youth Experts y hoy tiene su propia ONG, JWBfoundation, enfocada en Medios Infantiles para el desarrollo y la paz, con la que ha trabajado en países como Cuba, Colombia, Brasil, Argentina, México y Ecuador, además de Sudáfrica, Taiwán, Turquía, Italia, Alemania, Suiza, Eslovenia y Tajikistán.
La televisión infantil holandesa tiene una larga trayectoria y Jan posee uno de los pensamientos más vanguardistas no solo para la televisión de su país sino para el resto del mundo. Como él mismo lo dice ha sido criticado innumerables veces por sus programas no convencionales, que están respaldados por investigaciones y se basan en la idea de brindarle una experiencia real y cercana a los niños. Su trabajo se sustenta en el principio de anarquía, entendida como la libertad que deben tener los niños para decidir lo que quieren y cómo lo quieren y la emoción que acompaña este impulso de sentir, descubrir y crear. Es así que el empoderamiento de los niños se constituye en el sello de sus producciones y contenidos.
Asimismo, Jan está a cargo del área infantil de la ONG holandesa Free Press Unlimited y se desenvuelve como embajador de la red de noticias para niños WADADA.
Cuando Jan piensa en su infancia se enfoca en un recuerdo particular. Teniendo cinco años, sus padres le prohibían montar su bicicleta los domingos por ser un día de descanso para los protestantes. Sin embargo, haciendo caso omiso, Jan decidió tomar su bicicleta un domingo soleado y andar más de 10 kilómetros. Para su corta edad esto no solo fue una gran aventura sino el encuentro con la anarquía; se sentía libre, fuerte e invencible:
“Imagino que cada niño tiene ese sentimiento, nadie habla de esto, y es muy importante. Trabajar con la anarquía y que ellos sientan esos sentimientos, da lugar al empoderamiento. Por eso pienso que los medios son de gran ayuda y ese es mi compromiso en este momento”, dice Jan.
Antes de 1995 era un realizador audiovisual, guionista y padre primerizo que trabajaba en varios proyectos. Un día el dueño de un canal privado lo contactó y le propuso dirigir KinderNet. En ese momento vino a su mente su hija, quien apenas tenía 2 años y sintió que lo que le estaban proponiendo era hacer televisión directamente para ella, entonces no lo dudó. Así empezó su gran travesía por la televisión infantil. Recuerda que no le gustaba lo que existía en televisión para los niños, primero, porque no había canales ni programación pensadas para ellos, y, segundo, porque lo que había lo encontraba pasado de moda. Se preguntó: “¿Dónde están los niños?”, no había niños en la televisión y el punto de vista era muy clásico, pedagógico y parental.
Jan cuenta que nadie había pensado que la estrategia de programación y el marketing eran principios clave para hacer marchar un canal, por lo que decidió armarse de un bolígrafo y un cuaderno y recorrer su barrio tratando de entender las dinámicas diarias de sus vecinos más pequeños.
Sí entendía la vida en familia entendería la programación. Desde las siete de la mañana empezaba a caminar por su barrio asomándose por las ventanas: hacía cálculos sobre cuántos niños había, su edad y sus dinámicas. Comprobó a qué horas los niños se iban a la escuela en Holanda, cuánto tiempo se tardaban en llegar y a qué horas regresaban. Y concluyó que los niños salían a la escuela a las 8:30 a.m. y el promedio de distancia de la casa al colegio era de diez minutos. Así que lo primero que hizo como programador del canal fue entender que sus programas tenían que terminar antes de las 8:30, así los niños podrían ver el final del programa, llegarían a tiempo a la escuela y los padres y los profesores no estarían molestos. Todos verían su canal. Hasta ese momento nadie había hecho esa reflexión y KinderNet empezó a ser muy exitoso.
Descubrió que muchas veces la programación es más importante que el programa y aunque esto hoy suene obvio, en 1995 era toda una revolución.
“Yo decía que trabajaría en televisión el día que pudiera tener el control sobre los programas. Por mi experiencia sabía que sin eso tendría que hacer producción, dársela al canal y que éste la programara en un horario terrible, matándolo por completo”, confiesa.
Otra de sus decisiones fue dejar de hacer adaptaciones de programas viejos:
“Creo que cada generación vio un show viejo y esa sigue siendo la tendencia. Es fácil hacerlo, los padres saben lo que ven los niños porque son los mismos programas que ellos vieron. Pero yo considero que cada generación merece sus propios programas”.
Respecto a los personajes, Jan prefiere aquellos que son motor de cambio para los niños y que los sientan cercanos y los acompañen en sus vidas. Por ejemplo, “Quería personajes cercanos a la anarquía, quizás por eso me gustaba Pippi Longstocking cuando era niño, un drama serial muy viejo que trataba sobre una niña que vivía con un caballo y un mono en una bolsa grande de monedas. Eso era fantasía”.
Según él una de las cosas que más les gusta a los niños, es la anarquía:
“Ellos conocen y escuchan las reglas todo el tiempo y necesitan descubrir qué pasa cuando las rompen o por qué están ahí o al otro lado de la línea. Con esto es con lo que más trabajo. Es realmente un soporte pedagógico o quizás antipedagógico, pero funciona”, dice Jan.
KinderNet pasó a ser parte del canal holandés KRO en el que Jan trabajó por más de 16 años, convirtiéndose en el canal público más grande de Holanda. Al terminar su proceso en el canal produjo más de 25 programas y series infantiles y desarrolló importantes avances en el concepto de trabajar con los más pequeños.
Así convenció al director del canal holandés KRO de que si quería un canal reconocido tenía que enfocarse en las generaciones más jóvenes y que él mismo se encargaría de encontrar el dinero con coproductoras para la realización de programas de primera infancia.
Los niños en el centro
En 1998, Jan empieza a implementar su filosofía en la que los niños son el centro, que no quiere decir otra cosa que sacar de alguna forma a los adultos del panorama en los medios, ofrecer a los niños espacios con y para ellos y promover que crezcan con autonomía.
Partiendo de esto nacen los documentales pre-escolares, un formato de dos minutos y medio que creó Jan para el que necesitó un año de investigación junto con los niños, haciendo pilotos y pruebas: así configuró diez reglas específicas. El resultado fue que los niños se conectaron con el contenido y se interesaron completamente.
Una de estas diez reglas para producir estos documentales es que no lleven música. Como él afirma es un recurso que se trabaja demasiado en televisión y está demostrado que algunas secuencias sin música resaltan la narración y reflejan emociones puras, distinto a cuando el director decide qué emoción hacer evidente con la música.
Reika Makes Sushi o Reika hace sushi, en español, es uno de estos documentales. Mmuestra a una niña japonesa en Ámsterdam cortando un salmón con solo cinco años. Este documental no solo genera muchas críticas porque la protagonista es una niña de tan temprana edad manipulando un cuchillo, sino porque es una aproximación muy sencilla a la televisión con la que muchos lo han acusado de devolverse a los ochenta. No hay música, son planos largos y muchos dicen que no pasa “nada”. Y así es desde el punto de vista de un adulto. Los niños según lo experimenten, ven todos los detalles, reflexionan, se ríen y procesan, y esto está de la mano con la idea básica de poner a los niños en el centro:
“Es seguir la linealidad e improvisación de la mente de los niños más pequeños… Cuando tú tomas a los niños en serio, puedes hablar de los temas más importantes de la vida, si lo haces bien. Es todo un compromiso al que le tienes que dedicar 24 horas al día trabajando en investigación, reflexionando y entendiendo. Es distinto de hacer series convencionales de corte pedagógico, y con esto no digo que estos contenidos estén mal sino que no son interesantes», dice.
Jan se ha enfocado en la televisión tradicional, pero haciendo los documentales preescolares en 2002 y 2003 se empezó a concentrar en los formatos cortos y la forma de trabajar en todas las plataformas. Empezó a crear estrategias crossmedia y transmedia que le permitirían trabajar en televisión, internet o celular.
Pese a que anteriormente las personas medían el rating y la primera emisión era muy importante, ahora hay que pensar que los contenidos tengan larga vida y puedan buscarse y consumirse desde distintas plataformas. Como el caso de Pippi Longstocking, en español Pippas medias largas, que se realizó hace más de 50 años y hoy puede encontrarse en YouTube.
Jan seguirá abierto a los debates que generen sus contenidos y que son respaldados por estudios que afirman que las iniciativas en los niños y los sentimientos de libertad y empoderamiento son el camino para hacer este tipo programas.
La televisión y los contenidos en general desde la perspectiva de Jan tienen que sorprender a los niños, tocarlos, empoderarlos y hacerlos sentir eclécticos. Eso es lo que funciona para muchos niños, especialmente los de primera infancia: “Al sentir todo esto son capaces de expresar lo que quieran”.