León David Cobo es un músico con los oídos bien atentos, su voz es suave y cuando habla parece que cantara, tiene una conciencia del mundo que lo rodea que se ha transformado a partir de los encuentros que ha tenido con más de trece comunidades indígenas. Es un artista sonoro, que teje en el encuentro con el sonido las narraciones que surgen de cada momento.
León David, quien es originario de Buga, Valle del Cauca, recuerda que el juego siempre estuvo presente en su infancia además del sonido. Le parecía una experiencia mágica grabar en cinta magnetofónica y en grabadora de casete, así como enseñar, oficio que heredó de su madre pedagoga. Siendo muy pequeño tuvo la oportunidad de estar frente a una consola de sonido, mientras giraba por el mundo con un grupo de teatro a cargo de las luces y el sonido. Cuando tuvo la oportunidad, eligió la música como profesión e hizo dos maestrías: la primera, en arte sonoro y en la segunda, diseño de sistemas musicales interactivos, las dos en Barcelona.
Recién se graduó de la universidad entró a trabajar al Ministerio de Cultura como formador artístico en el área de música en la Dirección de infancia y juventud. Allí trabajó en el Centro Interactuante para las Artes, con el Laboratorio de Experimentación Sonora para niños y en el área de música de la mano con el Coro infantil y juvenil de Colombia.
Más adelante fundaría el Laboratorio Loop Taller donde siguió trabajando con los niños en experimentación sonora. Hizo parte de Expedición Sonora junto al guitarrista Teto Ocampo, programa de Señal Colombia con el que viajaba a las regiones de Colombia a explorar un instrumento tradicional desde la perspectiva urbana, rural, así como su fabricación.
Terminando su segunda maestría, León David recibió una llamada del Ministerio de Cultura para proponerle crear la Audioteca, De agua, viento y verdor, proyecto del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), en el marco de la Política Pública de Cero a Siempre, que busca la revitalización de las lenguas indígenas en riesgo de perderse a través de divulgación de sus cantos, arrullos, relatos y costumbres.
Al tener más conocimiento del proyecto, este músico, productor y compositor propuso en una mesa técnica ir al territorio y trabajar con una comunidad piloto. “Trabajamos con los Kamëntša siguiendo un ruta pedagógica que diseñó Maritza Díaz, para establecer una relación con la comunidad desde el diálogo concertado “
Así nació la Audioteca, a la que se fueron sumando cada vez más pueblos como: Kamëntša, Korebajʉ, Embera Chamí, Sáliba, Kokama, Yagua, Awá, Ette Ennaka y Wiwa.
Según un diagnóstico que hizo Jesús Mario Girón, antropólogo y etnolingüista, hay 36 comunidades en riesgo de extinción de los 88 pueblos indígenas. “El panorama era aterrador. La lengua y la palabra configuran el universo. Como tú nombras el mundo, el mundo existe. Cuando una lengua se pierde, desaparece una manera de nombrar el mundo“.
Con la idea clara de acercarse a los niños desde la escucha, se fue construyendo la Audioteca, un tesoro lleno de narrativas distintas dispuestas a ser escuchadas, que él define como una ventana a una riqueza sonora, cultural, histórica y política.
La Audioteca, con sus paisajes sonoros incluidos entiende que el sonido del entorno, no puede ser limpio, representa el devenir, el cambio, la penetración cultural, que definen el momento presente.
“Si vamos a hablar de la música colombiana, en las músicas indígenas tradicionales se pueden encontrar muchos de esos sonidos propios que uno podría decir sonaban hace 300 años“
Este músico, etnógrafo, artistas, considera que es importante extender la Audioteca a todas las comunidades indígenas en riesgo de perder la lengua propia, la existencia de un mundo que se crea a través de una lengua, habla de la cultura ancestral, de la memoria y de la humanidad.
El sonido como dice este músico, siempre está narrando, el sonido es un registro, una huella, que se va depurando, curtiendo y enriqueciendo con el paso del tiempo.
“Ya muchas lenguas que hemos grabado dejaron de existir. Tres abuelos que hablaban la lengua se murieron. Ver morir una lengua es terrible y es real. Yo diría que la forma como los indígenas ven el mundo sin ser ellos mesiánicos, es viviendo en armonía con la naturaleza, los recursos y ellos mismos. Es una voz que tiene mucho sentido oír sobre todo en este tiempo en que nos estamos dando tan duro contra el planeta. Contra nuestros recursos, la minería ilegal, las fuentes hídricas contaminadas. Es paradójico que tengamos tanta información de sabiduría en la voz de los indígenas y nosotros no la podamos escuchar. La Audioteca te permite escuchar, es ese el ejercicio de escucha, que por supuesto te pone en crisis y como buena crisis es una oportunidad de entender que aquí en Colombia no solamente estamos nosotros que somos resultado de mezcla y mestizaje sino que también los indígenas estaban aquí antes que los españoles y tienen mucho para decirnos“.
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Maravillo esfuerzo. Esto es lo que hay que hacer desde lo que se sabe.
Bravo, Leon David, excelente trabajo! Afectuoso abrazo