Maritza Sánchez es una mujer a la que las historias le brotan por la voz, la mente y las manos, estuvo a la cabeza de varios contenidos infantiles que hoy hacen parte de la memoria y el día a día de los niños que encuentran en la televisión un espacio donde conocer mundos distintos. Kikirikí, El show de perico, El mundo animal de Max Rodríguez y Asquerosamente rico, hacen parte de la lista de programas que ha dirigido y escrito al lado de su coequipero y amigo Carlos Millán. Sus programas han recibido las más importantes distinciones internacionales como el Prix Jeunesse Internacional , el Festival comKids y acaban de ser nominados al International Emmy Kids Awards, compitiendo con 28 programas que han sido igualmente nominados procedentes de 16 países.
Maritza asegura que nació con un don, siendo muy pequeña recuerda que su padre le regalaba libros que venían con un pequeño disco de acetato para acompañar la lectura. Con menos de tres años y sin saber leer, memorizaba cada frase que escuchaba como si trajera una grabadora de voz instalada en la garganta, no solo repetía sino que imitaba cada una de las voces que escuchaba. Situación que su padre aprovechaba cuando invitaba a todos sus amigos para que vieran cómo su hija podía “leer” siendo tan pequeña, hasta que notaban que todo lo memorizaba. Muchos años después su voz volvería a ser el centro de su vida.
Su infancia no fue fácil, tuvo que vivir la separación de sus padres y a manera de compensación empezó a buscar inconscientemente la manera de divertirse. Su fórmula para intentar superar esa tristeza infantil fue a través del humor y la diversión, dos factores que aparecieron en ese momento difícil y que la han acompañado a lo largo de su vida. Además veía mucha televisión, sentía que era su escape perfecto y pasaba horas viendo “el Chavo”, “José Miel” y más adelante “Automan”, siempre memorizaba sus frases favoritas de cada programa. Todo lo que oía lo repetía.
Cuando creció, decidió estudiar comunicación social y periodismo en la Universidad de la Sabana y al final de la carrera hizo las prácticas en la productora Vídeo móvil, en la que trabajaba Carlos Millán, quién más adelante se convertiría en su socio creativo. Allí desempeñaba el rol de asistente de dirección. Millán, su jefe en ese momento, no tardó en descubrir su talento para contar historias, así que de ser asistente pasó a escribir los guiones y a producir los programas. En ese momento los contenidos infantiles no habían aparecido en su escritorio, hasta que la llamaron de la Secretaría de educación de Bogotá, con la idea de hacer un programa de televisión que mejorara las competencias de los niños en español y lenguaje. Estando a cargo de una productora pequeña, aceptó el reto y escribió, dirigió y produjo una serie de mini programas de dos minutos que se transmitían en ese entonces por la franja metro de Canal capital. Inicialmente le habían pedido un formato en el que a través de un tablero una tiza y un borrador animado se enseñara el contenido, lo que le pareció muy aburrido. Entonces propuso hacer el programa con títeres. Los guiones tuvieron ese toque de humor que toda la vida la había acompañado y el programa terminó siendo muy divertido y exitoso hasta el punto que los niños llamaban a pedir este programa educativo que estaba hecho para fortalecer matemáticas y lenguaje. Ese fue el primer espacio en el que se dio cuenta que podía transmitir un montón de cosas con buen sentido del humor.
Aburrida de su trabajo en la productora, decidió renunciar y junto a Carlos Millán que se encontraba en España, decidieron volver a trabajar de la mano, en un momento en que los dos se encontraban desempleados y con problemas de dinero. En ese intercambio de ideas a distancia, nació «el Show de perico», cuya primera versión consistía en la historia de un huevo presentador que le hablaba a todo un gallinero mientras una mano humana intervenía para sacar las gallinas para el sancocho. Guardaron el Show de perico en un cajón y decidieron apostarle todo a una convocatoria de Señal Colombia cuyo enfoque era hacer un noticiero o magazine para niños. Sin empleo ni dinero en los bolsillos, decidieron endeudarse para hacer el piloto y presentarse. Ganaron la convocatoria y pudieron sacar al aire un notizin, porque no era noticiero ni magazine, llamado «Kikirikí».
Luego, y después de cinco años, le llegó la oportunidad al Show de perico, lanzaron una nueva convocatoria, esta vez para un Talk show , así que desempolvaron este formato que años atrás habían trabajado y haciendo algunas variaciones e incluyendo otros personajes, lo volvieron a presentar. Ganaron luego de una larga sustentación e hicieron dos temporadas más, para completar un total de más de 40 capítulos.
Luego realizaron «El mundo animal de Max Rodríguez», en 2012, año en que quedaron en quiebra. Por ese entonces Maritza, que a veces hacía voces para sus programas, seguía imitando todo lo que escuchaba, hasta que su novio de entonces le propuso hacer un reel. Sin ninguna experiencia previa en locución, Maritza decidió inventarse cada uno de los contenidos que llevaba el audio, comerciales, podcast, cuñas, con productos imaginados que empezaron a ser escuchados por grandes compañías que se interesaron en su voz y así empezó a trabajar como locutora, hasta que su voz se convirtió en su principal fuente de ingreso y también de felicidad.
Para esta creadora de contenido, no existe ninguna fórmula dada por expertos para entretener, hacer reír o educar a los niños. La base de toda buena historia es la narración, que puede surgir de la observación de cosas y situaciones que ya existen.
Por otro lado el humor, que es eje central de su estilo narrativo y de sus contenidos, está sujeto a las edades de quienes miran así como de los referentes que tengan. Para los niños de primera infancia, el humor aún está lejos de la comprensión de la ironía y pasa por la situación cómica que siempre involucra la acción.
La risa viene de uno, como afirma Maritza y sucede al fusionar internamente lo que está viendo con la información previa. El humor además tiene que divertir al creador. Si este no se divierte, difícilmente hará reír a un niño.
Son pocas las reglas de oro de sus contenidos: la principal es la de contar una historia, bien desarrollada narrativamente y esto quiere decir que tenga complicación, desarrollo así como personajes con alguna contradicción. No pueden ser enteramente buenos o malos . “Si no hay complicación no hay diversión”, las demás son el humor que divierte al creador .
Maritza se inspira en la simple observación de otros programas y situaciones pero además de sus gustos personales, que están ligados al estudio del budismo y la psicología transpersonal y que ha usado para la creación de sus personales.
Maritza hace contenidos para los niños que, como ella cuando era una niña, encienden el televisor para escapar de esa realidad que a veces está atravesada por problemas serios. Como ella dice, “no hay que olvidar que es el momento en que se abstraen y otro mundo diferente entra ahí, otras formas de comportarse y de pensar se toman la pantalla y esa es la mayor responsabilidad que tenemos los que creamos para los niños”.