Dieciséis años después de la época dorada para el cine en Cali, dos caleñas sonrientes vuelven al ruedo, esta vez comandando la producción de contenidos infantiles. Maritza y Marcela Rincón, conocidas por producir Guillermina y Candelario, son dos soñadoras que comprometidas con los contenidos de calidad para los niños y las familias, debutarán el 28 de septiembre con su primer largometraje infantil, “El libro de Lila».
En la década de los 70, Cali fue el epicentro del cine latinoamericano, la ciudad de la salsa, el viche y el cholao reunió a un grupo de cinéfilos de los que se destacaban Andrés Caicedo, Luis Ospina, Carlos Mayolo, Hernando Guerrero, Ramiro Arbeláez y Patricia Restrepo. Respiraban, vivían, hacían y escribían cine desde su mirada particular, mostraban historias con protagonistas distintos a los del cine comercial y con otros paisajes en los que sobresalían las calles de la capital mundial de la salsa.
Pasó más de una década para que en Cali se volviera a filmar una película, como cuenta Maritza Rincón González, productora de Fosfenos Media. Ella y su hermana Marcela hicieron parte de la segunda ola de cineastas y gestores culturales que empezaron a devolverle el cine a Cali.
Aunque nacieron en Popayán, Maritza y Marcela crecieron en Cali. Allí estudiaron en el Colegio Ideas, un lugar campestre, en la avenida Guadalupe, alejado de los pupitres convencionales y salones de clase jerárquicos. Rodeadas de la naturaleza, fueron alimentando su gusto por la lectura, la música, las exposiciones de arte, así como su afán por explorar el mundo.
De su casa recuerdan haber crecido rodeadas de libros, en la biblioteca pasaban horas enteras, su padre, un docente, nutría este lugar con muchos títulos, y era donde llegaban después del colegio, no solo para hacer las tareas sino porque este lugar se convertía en el lugar para jugar con sus muñecas, e imaginarse mundos en los que podían ser empresarias o profesoras.
Pese a que Maritza y Marcela son gemelas y prácticamente inseparables, tienen personalidades distintas. Marcela por un lado, siempre se ha inclinado por la creación, desde muy pequeña empezó a escribir y en la universidad descubrió la fotografía y más adelante el cine. Maritza se fue por la producción y como cuentan, mientras Marcela imagina, Maritza aterriza estas ideas y busca la forma de hacerlas realizables. Las dos, sin embargo comparten un gusto por la danza, la música, la fotografía, los conciertos, los espacios culturales.
En 1995 se graduaron del colegio y con la necesidad de buscar otros caminos lejos de Cali, ciudad que empezó a parecerles pequeña cuando sintieron que habían agotado todos los recursos culturales del momento -galerías, museos, cinemateca- y empezaron a buscar universidad en otras partes de Colombia. Por cosas de la vida y más por destino y casualidad terminaron en la Universidad de Antioquia estudiando comunicación social. Sin tener alguna idea a que se enfrentaban, llegaron el primer día a la universidad. No conocían la ciudad, nunca habían estado allí y se enfrentaron a otro mundo, con otro acento y con costumbres muy distintas. Sin las herramientas que da internet hoy día, llegaron a Medellín a ciegas buscando una experiencia de vida que como ellas dicen, influyó más que la misma carrera.
La universidad fue un choque para ellas que venían de un colegio con educación alternativa donde todos eran amigos y los profesores cercanos, sin calificación, materias u horarios. En Medellín llegaron a la educación convencional, la de salón rígido, asientos atornillados al piso, calificaciones y profesores distantes. Cuando les pedían un trabajo ellas llegaban con una propuesta plástica y los maestros no entendían. Marcela iba con la ilusión de escribir y encontró el periodismo con su estructura rígida, pero empezaron a acomodarse hasta que en últimos semestres descubrieron la fotografía análoga, y no salían del laboratorio donde pasaban noches enteras revelando imágenes.
Como cuenta Maritza, en ese proceso de revelado y por más lógico que suene, descubrieron la imagen, con ella lo audiovisual, así como su deseo por contar historias. En Medellín empezaron a frecuentar un cine club, en un auditorio gigante, donde proyectaban películas en 35 milímetros.
Maritza se encarretó con la crónica mientras que Marcela si exploró el audiovisual desde lo experimental, documental y argumental. Sin embargo, ahí el cine todavía no era su camino. Fue su regreso a Cali lo que cambió todo. Como ocurrió en los 70, se estaba confomando un equipo de entusiastas y cinéfilos en torno a un proyecto que terminó con la exhibición de la película “El rey”, dirigida por Antonio Dorado, especialista en Prácticas audiovisuales, maestro en Literatura Colombiana y Latinoamericana de la Universidad del Valle y profesor en la Escuela de Comunicación Social de la misma universidad desde 1990.
En 2005 crearon Fosfenos media y cuando se preguntaron con qué iban a empezar, decidieron meterle la ficha a su primer cortometraje que se llamó “El pescador de estrellas” Seleccionado en más de 30 festivales nacionales e internacionales de cine, merecedor del Premio UNICEF, Mejor Cortometraje, en el Festival de cine para niños y jóvenes de Cartagena, Mejor Corto, Mejor Guión y Mejor Dirección en el Festival internacional de cine de Mompox, tercer puesto en el Prix Jeunesse Iberoamericano y representó a Colombia en el INPUT, Conferencia internacional de televisión de calidad realizada en Sudáfrica, entre otros.
Después de hacer el corto, empezaron a meterle la ficha a la televisión infantil y a los contenidos para niños, que por entonces empezaba a atraer a más y más personas. Se generaron espacios para la discusión de este enfoque en el audiovisual y haciendo proyectos en ese marco nació Guillermina y Candelario.
Ahora con “El libro de Lila”, una historia de aventura inspirada en los paisajes caleños, que habla de la importancia de la memoria, el amor por los libros y de valores como la amistad, un largometraje animado que se estrena en salas de cine el 28 de septiembre, pretenden seguir dejando su marca, con su capacidad para contar otro tipo de historias, divertidas y próximas a los gustos de los niños pero diseñadas con la intención de generar reflexión e inspiración en todos los que las vean.
Estas buenas noticias además de darnos alegría nos dan esperanza de que nuestro país puede estar para cosas grandes. Necesitamos lideres de verdad.
Muy valiosísima su pagina, muy útil para las personas que nos preocupamos por la renovación de estrategias para la adquisicion de experiencias significativas en el desarrollo infantil integral. Dios los bendiga