Algunos hijos tienen relaciones tensas con sus papás, bien sea por la ausencia, por el trato, por las diferencias de carácter o por acontecimientos familiares desafortunados. La figura paterna es a veces asociada con sentimientos y percepciones poco positivas reforzadas incluso por la sociedad. Pero, ¿qué ocurre con aquellos que sí están presentes?, ¿con quienes se transforman por el bienestar de sus niños?, ¿con quienes toman un papel activo en la crianza, como lo cuenta Maribel Salazar en esta columna? Hay tantas paternidades como hombres en el mundo y para ver un poco más de cerca algunas situaciones y comprender lo que ocurre en el corazón de un padre, en Maguaré y MaguaRED hemos seleccionado 5 películas con las que los adultos pueden disfrutar de diferentes realidades, personalidades e historias que, sin importar el contexto, terminan por evocar algo de nuestra propia realidad.
Si quieres abordar el tema de la paternidad con los niños también tenemos una selección de 5 películas animadas para compartir con ellos.
1. Starbuck
Productora: Caramel Film
Reseñada por: Alejandra Mancera
David Woznia, repartidor de carne de un negocio familiar desde hace veintitrés años, acude a un banco de semen para donar bajo el alias de «Starbuck”. David es un personaje muy particular, con deudas por pagar y perseguido y juzgado por los demás como inmaduro e incapaz de asumir sus responsabilidades.
Un día dos acontecimientos de su vida se unen en la paternidad: su novia Valérie está embarazada y, por otro lado, el abogado representante del banco de esperma le informa ser el padre biológico de 533 jóvenes, de los cuales 147 han iniciado una demanda colectiva para que se revele la identidad del donante anónimo conocido como «Starbuck”. El repartidor decide conocer a cada uno de ellos, entre los que se encuentra un niño con discapacidad física. En estos encuentros se juega su existencia y se enfrenta a otra gran decisión: asumir e identificarse como el padre de cada uno de ellos en el juzgado. Sin embargo, las consecuencias de una golpiza a su propio padre por parte de unos delincuentes por no pagar sus deudas, lo obligan aceptar una indemnización de 20.000 dólares del banco de semen por daños, lo que también implica alejarse de sus hijos. Sin embargo, David está deseoso de asumir su rol de padre, más aún con el nacimiento de su nuevo hijo.
2. Kramer contra Kramer
Productora: Columbia Pictures
Reseñada por: Camilo Cáceres
Kramer contra Kramer es una película basada en la novela homónima de Avery Corman, galardonada internacionalmente y ganadora de cinco premios Óscar, entre ellos, a mejor director (Robert Benton), mejor actor (Dustin Hoffman) y mejor actriz de reparto (Meryl Streep). La historia gira en torno a Ted Kramer, publicista, joven padre y esposo, que dedica la mayor parte de su tiempo al trabajo. Joanna, su esposa, debe sobrellevar situaciones difíciles y encargarse por completo del cuidado de su bebé, Billy; pero un día decide abandonarlos y a partir de ese momento Ted debe asumir su rol de padre, con lo que inicia un proceso de transformación en la relación con su hijo. Cuando todo parece estar funcionando, la madre regresa pidiendo la potestad del niño.
Kramer vs Kramer es una película que reflexiona acerca de los vínculos existentes entre los miembros de una familia y las transformaciones que sufren con el tiempo. Una historia que se pregunta por el valor del padre en la crianza, que permite pensar en los tiempos que se dedican a la familia y los tiempos que se dedican al trabajo, permitiendo el reconocimiento del otro y la complejidad de las relaciones humanas.
Yo soy Sam
Productora: New Line Cinema
Reseñada por: Alexandra Mancera
Esta película nos narra la vida de Sam, un hombre con una inteligencia de un niño de 7 años quien cuida, acompaña y educa a Lucy, su hija, abandonada por la madre después del parto. Esta amorosa relación pasa por momentos muy dramáticos como la separación de ellos a causa de los prejuicios que la sociedad y las instituciones tienen sobre la condición de Sam.
El padre se enfrenta a la lectura social de su paternidad desde el lugar de la “discapacidad”, enfrentándose a un juicio donde es cuestionada su aptitud para acompañar una niña que ya con 7 años tiene una mayor destreza cognitiva que su padre: “La capacidad intelectual de una persona no tiene que ver con la capacidad de amar”, es uno de los argumentos que la abogada de Sam plantea para mostrar las barreras que la sociedad construye en torno a las personas nombradas como discapacitadas. Lucy, la niña, se resiste a aprender más cosas en la escuela y, sobre todo, a que la separen de su padre.
¿Cómo criar y educar a una niña?, ¿cómo la sociedad privilegia un modelo de crianza y educación que aboga por la razón y la lógica desconociendo otro tipo de inteligencias en las que el amor es tan necesario para existir? Esta película abre también una reflexión sobre el desconocimiento de la voz, de lo que piensa y siente Lucy. No importa que pida y defienda el querer estar al lado de su padre, en todo caso son los otros adultos, la escuela, el estado, quienes saben que es lo que “de verdad” necesita ella. Por lo que determinan darla en adopción.
Yo soy Sam nos propone valorar la gran capacidad de amar en la paternidad, el lugar vital de las emociones en el encuentro entre un padre y su hija, y cómo la sociedad necesita aprender a reconocer otras formas de familias, otras formas de ser padre, y de comprender el mundo, el ser, sin juzgarlas como incapaces o en falta.
El gran pez
Producida por: Jinks/Cohen Company
The Zanuck Company
Tim Burton Productions
Reseñada por: Jennifer Argáez
Cuando era pequeño, Will tenía una gran relación con su padre fortalecida por las historias y aventuras que le relataba. En ellas, él revivía acontecimientos de su vida, describía personajes con los que se había topado y recordaba triunfos que había conseguido. Sin duda, la vida de su padre era bastante peculiar y divertida. Pero cuando Will llegó a la adultez empezó a medir aquellos relatos, tantas veces escuchados, con la vara de la racionalidad. Le pareció entonces que todo aquello que alguna vez creyó era falso, que de su padre conocía sólo la superficie, que sus ausencias en casa no tenían justificación o que si la tenían debían corresponder a una doble vida: a otra casa, otra familia, otros hijos. Will se llenó de rabia y después de la celebración de su matrimonio, en la que su padre de nuevo fue el centro de atención con sus fantásticos relatos, dejaron de hablarse durante tres años.
Su padre cayó enfermo y Will, junto a su esposa y su hijo próximo a nacer, volvió a su casa de infancia para acompañarlo. Sentía que era la oportunidad de hacerle preguntas acerca de la verdad de aquellas historias. Ya no quería escuchar de cuando cazó el enorme pez, o del gigante, el circo, el pueblo de la gente descalza, las peligrosas misiones en el ejército, los narcisos. Él quería la versión real, así no fuera mágica, así pareciera decepcionante.
En esta película, Tim Burton nos propone un relato en el que conviven el humor y el drama, en el que la fantasía y la realidad son tan hermanas como las siamesas cantantes de esta historia escrita por John August. El hijo se reencuentra con el padre para cuestionarlo, para enfrentar lo que no le gusta de él y para finalmente aceptar que ambos llevan por dentro la fascinación por las historias.
El Gran pez (2003) está basada en la novela Big Fish: A Novel of Mythic Proportions de Daniel Wallace.
La vida es bella
Productoras: Miramax International
Mario, Vittorio Cecchi Gori
Melampo Cinematografica
Reseñada por: Lina Salas Ramírez
¡Esta película es imperdible! No solo es un enorme despliegue de imaginación, sino la preciosa muestra de una relación de amor entre un padre y su hijo en difíciles condiciones de supervivencia: el holocausto nazi. Guido (interpretado por Roberto Benigni, quien fue también el director y guionista) es un judío italiano dueño de una librería. En 1939 conoce a una bella profesora llamada Dora, a la que se propone conquistar pese a que está comprometida con un funcionario fascista llamado Rodolfo. Con un “¡Buenos días, princesa!” cada mañana y divertidas ocurrencias, Guido logra demostrarle a Dora que no debe estar con el hombre que no ama, y (literalmente) se la lleva de su fiesta de compromiso montada en su caballo. Mientras todo esto sucede se hace evidente el cambio político que se está produciendo en el país, Guido imita la forma de caminar de los soldados nazis y parodia sus teorías racistas y pseudocientíficas, pero se ve enfrentado también a actos y mensajes antisemitas cada vez más fuertes.
En 1945, cuando estalla la Segunda Guerra Mundial y se da la invasión Nazi a Italia, ya están casados y tienen a su hijo Giosué. Viven felices, pero un día llegan los alemanes a llevarse a Guido, a su tío y a Giosué a un campo de concentración. Dora no es judía y por eso no se la llevan, pero insiste tanto al exigir ser llevada con su familia que también termina en el campo. Allí los separan entre hombres y mujeres y ya no vuelven a verse. El tío de Guido es llevado a la cámara de gas por su edad y aunque los niños también solían ser asesinados de esa manera, Giosué se salva la primera vez por su negación permanente a bañarse, por lo que se esconde, y cuando Guido descubre de qué trata decide jugar con Giosué un juego que lo mantendrá alejado de todo el dolor que se vive a su alrededor: Se trata de acumular 1.000 puntos para ganar un tanque; gana más el que no llora, no pide comida, no pide a la mamá y se esconde de los soldados. Los malos tratos de otras personas, sobre todo de esas a las que afortunadamente el chico no entiende el idioma, son explicados en la fantasía de Guido como una estrategia porque ellos van ganando y todos quieren el tanque. Así mismo, la ausencia cada vez mayor de niños se da porque están escondidos para ganar el premio.
Estamos seguros de que estas películas te conectarán con lo más sensible de tu paternidad o maternidad, que te divertirán mucho, te sacarán un montón de sonrisas y también de llantos (o a veces aparecerán ambos al mismo tiempo). Disfrútalas y cuéntanos qué tal te parecieron.