El conflicto armado ha estado presente a lo largo de más de 50 años en Colombia. Actualmente la paz, estable y duradera, así como la no repetición de las distintas formas de violencia se nos presentan como posibilidad para el cese de esta guerra.
La polarización frente a los “costos” y retos para una paz duradera con una de las guerrillas más antiguas en el continente nos lleva a reflexionar sobre los actos o apuestas como país frente al perdón y la resolución de conflictos, y a creer que nos merecemos vivir sin miedo, sin las huellas de la guerra.
La paz cobra sentido en la vida de los niños y niñas más pequeños como nuevas generaciones que merecen este nuevo presente y futuro sin conflicto armado. Tenemos muchas razones para dudar sobre si efectivamente nuestra realidad se transformará, pues como lo señala Elsa Castañeda en el Lineamiento técnico de la estrategia de Cero a siempre:
Las huellas del conflicto armado están escritas en las memorias, los miedos, los silencios, el desarraigo, la indiferencia o el escepticismo. No todos hemos sentido el impacto con la misma intensidad pero sí nos ha afectado de manera directa e indirecta a todos. Por ejemplo, los niños y niñas que han vivido en un territorio en disputa entre los diferentes actores armados han sufrido el desarraigo (cultural y afectivo) al dejar su “hogar”, sus animales, sus cosas. Han sentido la “pérdida” y han sido obligados a desplazarse a otros contextos como los urbanos, en muchos casos se enfrentan a la indiferencia que menoscaba la dignidad, o han vivido el dolor por pérdidas o separaciones forzadas de algunos miembros de sus familias.
Hoy la oportunidad de volver a la casa, a la finquita, a la comunidad, es volver a un territorio arrebatado. Es creer de nuevo en la paz y la no repetición de violencia, es una oportunidad para comenzar a sembrar el país en el que merecemos vivir. Un territorio en paz, sin miedo, sin dolor y, sobre todo, con esperanza.
Estos aspectos, sumados a otros tantos, nos convocaron a realizar el Seminario MaguaRED: Crecer en un país sin guerra y a conversar con Adriana Poveda, Elsa Castañeda y Maria Victoria Estrada, tres mujeres que han trabajado, desde distintas perspectivas, con niñas y niños víctimas del conflicto armado en Colombia.