Anamaría Castiblanco D y Julián Manrique son dos jóvenes creadores de contenidos, que le han puesto cara, color y concepto a producciones infantiles como Juani & Gatón y La Banda Minisónica, hacen parte de la nueva generación de productores independientes que le apuestan a los contenidos infantiles en el país.
Desde Estudio Marañacos, continuamente crean, imaginan y escriben nuevas historias para que los niños tengan contenidos de calidad hechos en casa.
Anamaría Castiblanco inició estudiando comunicación social en la Universidad Javeriana, trabajó como gestora cultural y docente y en el camino se encontró con el tímido Julián que la conquistó con su creatividad y talento. Por ese entonces, hace unos diez años, Julián se dedicaba a trabajar con motion graphics y animación para publicidad en productoras de comerciales y al interior de agencias y descubrió en la disciplina, ánimo y profesionalismo de Anamaría, una aliada.
En 2011, decidieron irse a estudiar a Barcelona, Julián hizo su maestría en Dirección de cine y Anamaría en Desarrollo de proyectos, mientras terminaba la maestría en Escrituras creativas de la Universidad Nacional de Colombia. Ese primer impulso, fue la decisión que los llevó a creer que se puede construir lo que uno sueña y quiere, y planearon un proyecto de retorno con el que crearían su propia empresa. Estando en Barcelona realizaron su primer corto para público infantil que se llamó Mi amigo Picú y ese fue el inicio de todo.
El nacimientos de sus sobrinos también fue muy significativo y les permitió a los dos volver a ser niños y compartir con estos nuevos integrantes de la familia de forma cercana. En España se gestó Juani & Gatón que primero se llamó Matachos, y la idea nació de la imagen de su sobrina Juanita quien a sus tres años transformaba el sofá de su casa con cobijas y sabanas e invitaba a su abuela quien se convertía en otra niña a que le contara historias esta vez desde ese nuevo universo creado.
Las infancias de Anamaría y Julián, fueron muy distintas, mientras Julián dedicaba sus tardes a compartir con su abuela en casa mientras su mamá salía a trabajar y con sus amigos del barrio en Cali con los que jugaba futbol, Nintendo y hacían algunas travesuras, Anamaría, compartía con sus padres, quienes la llevaban al cine Matiné a las 11 de la mañana para continuar en maratón de películas toda la tarde. Ella era la menor de la familia, sus primos y su hermano eran mucho mayores por lo que se recuerda frente al televisor viendo El secreto del saber o Verde Manzana, tranquilamente y a solas.
Julián era más de acción, veía Transformes, Centuriones y Thundercats. Más grande se acercó al anime japonés y a los dibujos animados como Vaca y pollito, El laboratorio de Dexter, Jhonny Bravo, o Pinky y Cerebro. Cuando nacieron los sobrinos los dos se permitieron volver a la programación infantil y hoy no se despegan de programas como Star vs. las fuerzas del mal o Gravity Falls de los que aprenden mucho del humor, su principal aliado para llegarle a los niños.
Cuando Anamaría arrancó a escribir tenía un concepto de la infancia en el que el niño era un ser mitificado, con el tiempo se dio cuenta que lo que hacía realmente especiales a los niños era su autenticidad, su forma directa de actuar y resolver los problemas. Como ella dice: “son personas reales que guardan la esencia de lo que realmente somos todos. Los niños contienen menos las emociones, así como pueden reaccionar de forma cariñosa, pueden hacerlo muy fuerte también”. Ahora cuando escribe conecta con su niña interior, trata de olvidar lo aprendido, lo prohibido, y busca quién es ella realmente, desde esa niña que podría reaccionar con emociones más puras.
A Julián, por su lado, lo ha ayudado quitarse el velo del adulto que se dirige a un niño y hablar de igual a igual. “Ellos son muy receptivos a eso, no es el adulto hablando del deber ser, de lo que tienen que ser o lo que no, es hablarles en sus propios códigos, si un niño se burla, yo lo burlo. Nos pasa que muchos no entienden lógicamente nuestra edad y cuando les decimos que estamos casados, no nos creen”.
Cuando se acercan a los niños, no les hablan con mimos, los escuchan y entienden su lenguaje que está atravesado por lo visual y corporal. “Para mi es lo máximo ver a un niño saltando, armando la nave, bailando, eso es lo que nos gusta generar con Juani & Gatón. Cuando los niños se desinhibían contaban que hacían la nave mágica con la cama o se animaban a hablarnos de sus abuelos.
Los contenidos de Estudio Marañacos nunca van desligados del humor, desde allí le hablan a los niños, “Hay que entender qué los hace reír. De tres a seis años les gusta más el humor físico por eso es que Gatón se pega, se cae, se estrella y le pasan tantas cosas. De seis a once ya hay más ironía, a los más chiquitos la ironía les pasa derecho. El humor de 3 a 6 es muy especial, es el humor más puro y físico, es más visual, es súper bonito de manejar, el humor se complementa con lo visual.
Anamaría tuvo una buena escuela que la ayudó a perfeccionar el humor y fue el trabajo al lado de de Carlos Millán y Maritza Sánchez quienes han realizado El mundo animal de Max Rodriguez, Kikiriki, El Show de Perico, entre otros, con ellos hizo parte del equipo de Asquerosamente rico y además se interesaron en El corto de mi amigo Picú y lo convirtieron en una serie.
Ahora están enfocados en La banda Minisónica, que aunque empezó a la par con Juani & Gatón no ha salido al público. Es la historia de Plash, Tock, Trim y Pum, cuatro sonidos que tras una descarga eléctrica cobraron vida y sueñan con convertirse en estrellas de rock. Además estos dos creadores de contenidos se encuentran en la fase inicial de la realización de una película que tendrá por nombre Un chico de acero, la historia de Martín, el hijo del mejor ciclista de todos los tiempos y quiere ser como su padre, pero por circunstancias trágicas lo pierde a él y una de sus piernas. Es una historia de superación, compañerismo, perdón, paz y que tiene ese toque de humor que la hace la historia especial.
Comenta sí este perfil te resultó inspirador y a qué proyecto le apostarías en el futuro por la infancia de Colombia.
fantastico, los felicito y me siento muy orgulloso de se paisano de ustedes. desde Italia reciban un cordial saludo.
Roberto
Gracias por las palabras, Roberto.
¡Un saludo de vuelta desde Colombia!