Muy cerca de Bogotá en la tierra de niebla, un animal peludo se acerca sigilosamente, se asoma, vuelve, se esconde y se asoma de nuevo. Las risas de los niños empiezan a aparecer con su encanto. Lo que para muchos puede ser un oso, un perro o un zorrillo es en realidad un olingo. Un mamífero recién descubierto que habita hacia el sur de Colombia y quien es el encargado de darle la bienvenida a todos los niños que asisten a la obra.
En un entorno protegido por Farfala, señor de las mariposas y dios de la naturaleza, nace Kininí. Junto a sus hermanos, la niña mariposa decide emprender un viaje para encontrar la flor del frailejón que se encuentra en una de las zonas más agrestes de Colombia para convertirse en su protectora.
Decidida, valiente y heroica se muestra Kininí ante el público compuesto en su mayoría por niños que están acompañados por sus familias y niños que se identifican con la protagonista, con quien comparten su afán por descubrir, explorar y soñar. Sin importar las recomendaciones y avisos que le da su padre, la niña mariposa insiste en llegar a su flor y en este camino conoce a Salvador, un soñador que, al igual que ella, está empecinado en volar, dándole alas a su pequeño coche.
Salvador es un niño artesano que al lado de su padre se dedica a la construcción de carrozas para el carnaval y convence a Kininí de conocer la ciudad sin pensar las consecuencias que esto puede traer para una mariposa -un ser vivo que empieza a perder su fuerza a causa de la contaminación-.
Esta obra escrita por Milena Forero, de la compañía de Teatro de juguete y dirigida por Javier Gámez es una apuesta por motivar la escritura y dramaturgia propia para el disfrute de los niños y las familias.
Además del Olingo, arañas, cucarrones y mariposas gigantes hacen parte del elenco de esta historia que está enriquecida por los detalles escénicos y estéticos que fueron trabajados para dar una unidad orgánica a la obra completa. El juego de luces y los recursos técnicos ayudan a los espectadores a entrar en este mundo de fantasía donde todos los animales tienen un importante mensaje que dar frente a la convivencia, el respeto por la diversidad y el equilibrio del ecosistema.
La obra está pensada desde el rol protagónico de Kininí, un personaje femenino que se aleja de los estereotipos asignados a las niñas, y se muestra siempre fuerte y aguerrida. Uno de los objetivos de la directora es que las niñas que vean a Kininí, sientan una motivación para ser decididas, que se dejen guiar por lo que les motive el corazón pese a lo complicado, lejos o difícil que resulte cumplir sus objetivos.
Kininí sin embargo no está sola, junto a Salvador, que también se opone a las asociaciones de los niños con la rudeza o la violencia, se muestra tierno, bondadoso y colaborador y es el encargado de reconciliar lo humano frente a la destrucción generada y así generar el equilibrio.
Kikiní la niña mariposa es, por donde se mire, una historia inspiradora. Una producción escrita y pensada para los niños y familias desde el contexto colombiano, lleno de paisajes deslumbrantes y caracterizado por la calidad de su gente. Una historia que inspira a los más pequeños a cuidar de la naturaleza pero sobre todo a ser curiosos, exploradores y valientes como sus protagonistas.
Su nombre es un homenaje al cerro del Quininí o montaña sagrada de la Luna, que decorada antiguas obras de arte rupestre del territorio indígena de los Panches, quienes inmortalizaron la importancia del cerro en los principales pretroglifos y estructuras rocosas de algunas zonas que bordean el río Sumapaz.
Una obra inspiradora, divertida y participativa para toda la familia que se estará presentando los domingos 22 y 29 de octubre y 5, 12, 19 de noviembre a las 11:00 a.m. en el Teatro Colón
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