Civinautas y el patrimonio de la ciudad en los niños

 

Hace cuarenta años el concepto de patrimonio tenía que ver con algo personal. Por ejemplo, los comerciales de televisión que promocionaban a los bancos hablaban de tener casa, carro y beca, y al final agregaban la frase: “¡Cuide de su patrimonio!”. El patrimonio hacía parte de la esfera privada, de lo familiar e incluso hablaba de algo futuro que se tenía que preservar para los más cercanos. Esa visión cambió poco a poco: de repente los espacios, los objetos y lo arquitectónico entraron a ser parte del significado patrimonial de lo colectivo. Pero la evolución del concepto no quedó ahí: el patrimonio pasó a entenderse como algo que iba más allá de lo material y se integró al aspecto humano, a las relaciones de la comunidad con los objetos, a las prácticas y tradiciones. Así que aquellas manifestaciones que se mantienen en el tiempo o llevan muchos años se empezaron a entender como patrimonio.

Así, pues, las experiencias significativas empezaron a ser parte del patrimonio: un recuerdo, un momento, una acción que está dotada de significados; los objetos que interactúan con personas, que tiene sus propias significancias y que construyen nuevos significados y se involucran.

En medio de ese cambio –de esa transformación– del concepto nació Civinautas, una metodología de formación en patrimonio para niños de Bogotá, que busca involucrarlos con el elemento patrimonial; o sea, que los niños no vean el patrimonio como una cosa extraña, sino como una dimensión de sus vidas y comprendan la interacción con sus entornos.

 

Foto cortesía de Civinautas.

 

Los niños y el patrimonio:

Civinautas nació en 2013 gracias a la creación del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural de Bogotá, una institución que busca la preservación y salvaguardia del patrimonio cultural de la ciudad. Una de las áreas del Instituto es el área de divulgación, que a través de estrategias busca que el ciudadano se relacione con el patrimonio. En esa área, precisamente, está Civinautas, que está vinculado en un trabajo conjunto con la Secretaría de educación de Bogotá y ofrece atención a 14 colegios de la ciudad que corresponden a 2.500 niños.

 

 

En lugar de decirles o “explicarles” a los niños lo que es patrimonio, Civinautas lo aborda desde cuatro ejes: territorio, memoria, identidad y ciudadanía. Y bajo esa lógica el primer patrimonio que comprenden los niños es el que se traspasa por el cuerpo:

 

No solamente es el cuerpo físico sino el cuerpo mental, espiritual, el cuerpo emocional, artísticoagrega Fabio López, director de Civinautas.

 

El patrimonio es el niño interactuando consigo mismo y con su entorno; de ahí desarrolla unas conexiones y convivencias con lo que lo circunda:

“El patrimonio es una forma de ejercer la ciudadanía”, afirma Fabio. Y continúa: “Cuando el chico es consciente de su integridad, de la relación consigo mismo, cuando el patrimonio pasa primero por el cuerpo, entiende por qué tiene que respetar a los demás, al grupo. Ese primer módulo acerca al sujeto no solo con su yo con el cuerpo, sino con su yo como procedencia: de dónde vengo, quiénes son mis padres, de donde vienen, si somos o no de la ciudad”.

El programa plantea cuatro recorridos: los dos primeros son caminatas por la localidad, por los parques, los monumentos y los sitios de interés que hay en cada localidad y que quizás los niños no conocen. Los últimos recorridos hacen parte de una propuesta que deben desarrollar los docentes con los niños.  

Gracias a Civinautas cientos de niños pasean por la ciudad en las distintas localidades. Los niños caminan por andenes y puentes. Ellos, paso a paso, exploran su patrimonio desde sus entornos más cercanos: primero su casa, luego, la escuela, el barrio, la localidad y, finalmente, la ciudad. Y la gente que pasa, los adultos que “ocupan” las calles, ven a los niños caminar, los carros deben parar, la ciudad se transforma –gracias ellos.

 

 

La relación que los niños tienen con su entorno también está mediada por las personas que lo habitan, así que en esos recorridos ellos descubren los oficios de la localidad: los vidrieros, artesanos, zapateros, modistas. Los niños hacen estaciones, dialogan con estas personas y reconocen en los sentidos un lugar, una persona, una narración. Por ejemplo, los niños reconocen en el olor de una carpintería una historia.

 

Eso es patrimonio inmaterial… cuando esos olores, por ejemplo, se evocan. El ejercicio de identificación del patrimonio ya no es solamente del aula, es un ejercicio permanente y cotidiano, del día a día, de que los niños salgan y se apropien de las calles, las cuadras, los monumentos o las identidades que confluyen en cada barriodice Fabio López.

 

Cuando los niños reconocen los espacios, los resignifican, construyen entornos familiares y se hacen conscientes de que pueden transformar esos lugares, entonces están apropiando el Patrimonio.  

“El niño que volvió al museo solo, que por primera vez fue a un sitio y supo que era gratuito y volvió, y luego volvió con la abuela es el resultado de un proceso de transformación social y eso deben ser las instituciones, espacios de transformación a través de la apropiación social” Concluye Fabio.

 

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