Cuando el Museo es un espacio para los niños

Los niños necesitan ver todo con más detenimiento, por eso cuando van al Museo, no se pasean por los pasillos en círculo, o se detienen a ver las obras con un dedo pulgar en el mentón. Cuando están en una sala literalmente la recorren, primero corren, se apropian del espacio, se sientan en el piso a observar todos los detalles y participan activamente de la explicación que va dando el guía y a todas las preguntas que les hacen responden eufóricamente como si estuvieran compitiendo por la respuesta más rápida o más aguda.

El tema era el medioevo, la exposición temporal del Museo Nacional, Arte y naturaleza en la Edad Media. El monitor eligió los lindos tapices que allí se exponen para contar las hazañas e historias fantásticas de guerreros con armaduras, caballos, damiselas, siervos y campesinos en Europa, de hace por lo menos unos 1.000 años atrás.  

Pese a que esta época puede pensarse como oscura, ya que es anterior al siglo de las luces y la ilustración, los tapices están llenos de colores, fauna y flora reluciente cuyo simbolismo recoge creencias, estatus, y formas de estar y ser en la sociedad de entonces.

Las texturas de los tapices, reflejan las finas telas que usaban por ese entonces reyes y reinas. Sus frecuentes actividades como la caza, las batallas heroicas y hasta los pasos del cortejo entre los nobles. Los niños, que van acompañados de sus padres pero que participan con mucha libertad, encuentran en las esquinas y espacios más recónditos de estos tapices, elementos secretos como conejos, zorros, perros, naranjos, pequeños cofres y joyas.

David Esteban Wilches, el monitor-guía que lidera el recorrido y el taller La ronda de la naturaleza, decide contar la historia de los cuatro pasos del cortejo noble que están representados en uno de los tapices, por medio de una interpretación liderada por los mismos niños.

      Qué reina tan hermosa (dice un niño que voluntariamente se levanta para actuar de noble)

      Qué caballero tan noble (Responde su cortejada)

      Se miran

El caballero la conquista por medio de regalos, o cofres, los principales aliados de los enamorados (dice el guía)

      Esta es la gran muestra de mi amor (El niño le entrega un cofre imaginario a la princesa)

Ha llegado el momento del beso, la presentación de que el amor se ha consumado, dice el guía mientras los niños se miran y casi al tiempo hacen cara de asco. Así termina el recorrido por la exposición para dar paso al taller en la sala didáctica

Lo fantástico, lo cristiano y lo espiritual confluyen en estas imágenes, como explica David,

Los tapices eran esos elementos decorativos de la edad media que servían para ambientar los castillos que eran muy fríos, hechos en piedra y tenían muy pocos muebles. los tapices servían para abrigar estos espacios y estaban representados con elementos naturales y con las personas que vivían en ellos que eran los nobles

El taller que desarrollan los niños consiste en crear un tapiz con los elementos que vieron en la exposición: rosas, pájaros, reyes y reinas hacen parte de las piezas que les son entregadas para decorar y crearlo.

La actividad tiene como finalidad buscar la naturaleza de la edad media, que los niños interactúen y busquen los entornos naturales con los que contaban los hombres y mujeres medievales.El campo anteriormente era absolutamente todo, era con lo que contaban. Por medio de los tapices buscamos esos entornos que representan estas escenas, plantas, animales eran los elementos particulares que desde el cristianismo, los fantástico y lo espiritual, trataba de darle un significado particular a la naturaleza”.

Cuando los niños van a un museo, conquistan este espacio, le dan vida, interiorizan los contenidos y convierten la información en elementos imaginativos. Allí confluyen con los visitantes habituales, mientras se maravillan con la historia, el arte y juegan a ser arqueólogos o personajes del pasado.

Para Liliana Jiménez madre Jean Pierre de 6 años y Leonor de 3 años, es importante que la visita al museo esté conectada con otra actividad como el taller. “Ellos no le sacan tanto gusto a la visita, sino la transforman en acción.  A ellos les gusta colorear, cortar, interactuar con otros niños. Les abre una visión sobre el mundo, les da un criterio, les ayuda a conocer no solo la historia, sino que la atan al presente y al futuro. Visitar el museo despierta tolerancia, respeto, gusto por lo estético, los colores y los mundos. La edad medieval contiene las historias de caballeros, princesas, reyes, caserías y luchas que alimentan un espíritu no solo creativo sino crítico,que es fundamental para la educación de todo ser humano”.

El museo también es un espacio divertido que no necesariamente está atado a fechas ni a datos históricos. Gracias a elementos exhibidos como cuadros, tapices, esculturas y objetos, los niños pueden acercarse a materia que es fundamental para entender las transformaciones y cambios en las distintas sociedades, culturas o vanguardias estéticas con los que ellos podrán generar preguntas, otros artefactos o nuevas historias.

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