Aprovechando la celebración, el 11 de octubre, del Día Internacional de la Niña, designado en 2011 por la Asamblea General de las Naciones Unidas para crear conciencia sobre su situación en todo el mundo, MaguaRED le dedica este mes a las niñas. Y también a las mujeres que alguna vez lo fueron y que hoy se ocupan de la creación de contenidos innovadores, creativos y significativos para los niños del mundo entero.
Los primeros años de vida son fundamentales para evitar o minimizar los impactos negativos de estereotipos que, de maneras sutiles y a veces imperceptibles, nos encaminan a perpetuar roles tradicionales de género que conducen a las niñas a pensar que amplias ramas del conocimiento humano, como la ciencia, la tecnología, las matemáticas y hasta las letras no son para ellas -mismos roles que pueden llevar a los niños a considerar que la danza, el cuidado de los débiles o cualquier forma de expresión de las emociones no son de su incumbencia-.
A pesar de los esfuerzos crecientes de múltiples sectores de la sociedad, las desigualdades entre hombres y mujeres siguen cobrándole a la humanidad un alto costo y las niñas enfrentan, desde muy tempranas edades, dificultades y riesgos de todo tipo, empezando por todos aquellos que derivan de la violencia contra la mujer -la peor de todas las manifestaciones de la desigualdad de género, estrechamente ligada a la violencia contra los niños-, y pasando por todas las formas de discriminación, que incluyen la imposibilidad de ser escuchadas, de tomar decisiones sobre sus vidas, de habitar el mundo en igualdad de condiciones con los hombres.
Durante muchos siglos, las niñas han crecido con temores plenamente justificados. Millones de ellas vieron a sus padres golpear a sus madres, fueron testigos o víctimas de violencia sexual o supieron desde muy temprano que estaban predestinadas a casarse y ser madres sin que les fuera permitido contemplar otras opciones de vida. Nuestra cultura les inculcó la noción de debilidad en contraste con la fortaleza que les impuso a los niños -que cargan su propia cruz, esa que les impide llorar en público y hasta los conduce a dejar sus estudios muy temprano para empezar a sentirse económicamente productivos-.
Por fortuna los tiempos han cambiado y los esfuerzos de muchos grupos de personas interesadas en modificar el destino de las niñas y mujeres del mundo han empezado a dar frutos. Las niñas son sujetos de derechos y -cuando cuentan con entornos seguros, libres de discriminaciones y malos tratos-, aprenden desde sus primeros años a ser conscientes de ello. Cada nueva generación de mujeres encuentra caminos para abrirse paso en terrenos antiguamente vedados para ellas.
Esta comunidad compuesta por padres, cuidadores, agentes educativos y todos aquellos que tienen la fortuna de trabajar directamente con la primera infancia, tiene en sus manos la posibilidad de favorecer la creación de entornos para que las niñas crezcan disfrutando de los cuidados y el amor de quienes las rodean, en los que han sido bien recibidas desde antes de nacer, sabiendo que sus aprendizajes son tan valorados y aplaudidos como los de los niños varones, en los que encuentran límites establecidos sin recurrir a la violencia para emprender su propio proceso de desarrollo de una identidad en el mundo.
Y es justamente en la primera infancia cuando podemos sentar las bases para un mundo en el que la igualdad sea posible. Un mundo de niños cariñosos, expresivos, consentidores y sensibles; de niñas valientes, decididas, exploradoras y curiosas. De nosotros depende que, desde el comienzo de la vida, los niños y las niñas cuenten con las mismas herramientas para tomar las decisiones que los lleven a alcanzar su máximo potencial en cualquier área que llame su atención y les permita construir juntos un futuro mejor.
¡Muchas gracias por tus palabras Stefany! (Y por tu trabajo en la biblioteca). Seguro que juntos podemos cambiar muchas realidades.
Maravilloso, qué placer leer estas entradas. No dejo de seguirlos y pensarme un mundo diferente en mi trabajo con la primera infancia como bibliotecaria. Ustedes contribuyen en mis pensamientos. Gracias.