Leer es un juego muy divertido

Por: Maritza Chávez – Promotora de Lectura Olingo Lee
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En medio del trabajo y las responsabilidades diarias los adultos a veces nos olvidamos del acto simple e innato que nos ha acompañado desde la niñez: el juego. Cuando jugamos disfrutamos, aprendemos y creamos experiencias significativas que recordamos con agrado.

Los niños tienen una capacidad instintiva para el juego, al igual que los mamíferos cachorros, la diferencia es que los niños a medida que crecen buscan incluir en el juego la razón, los límites y las normas, características que con el tiempo lo van haciendo más interesante para ellos pues les añade retos. Es así como los padres tienen al alcance una excelente herramienta de comunicación con sus hijos, sin límite de uso ni tiempo, llamada “juego”.

El juego es un puente de comunicación entre el niño y el adulto, es un lenguaje inmediato e instintivo que el niño reconoce sin complicaciones. Practicarlo en casa nos ayudará a emitir órdenes, poner normas, comprender situaciones y forjar vínculos afectivos. ¿Y cómo lo hacemos? Incluyendo un propósito en el juego, por ejemplo, recoger el desorden, ir a dormir o disponernos para oír un cuento. El juego es un gran aliado pues hace de la cotidianidad un espacio ameno y de la lectura, la hora de la diversión.

Cuando se asocia la lectura con una obligación muy seguramente no se haya disfrute en ella pero, ¿qué sucede si transformamos esa obligación en un divertido juego? Posiblemente cambiemos de perspectiva.

Experimentemos en familia la pasión de leer y jugar, bajo las sábanas con una linterna antes de dormir, narrando historias fantásticas que nos pongan a volar la imaginación, o ¿qué tal si nos convertimos en el personaje de nuestro cuento favorito? También podemos relacionar los cuentos leídos con canciones que nos hagan cantar sin parar, recordarlas y usar juegos de palabras que pongan a prueba nuestras habilidades de pronunciación y nos roben unas cuantas sonrisas.

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Experimentemos en familia la pasión de leer y jugar.

El juego de roles es también un gran aliado en este proceso de formación lectora, pues estamos jugando a ser otros, a transformarnos, a hacer representaciones de personajes que nos son familiares, que inventamos y creamos, evocamos situaciones reales y ausentes, incluimos en la representación espacios, emociones y creatividad, incorporamos el lenguaje, la expresión, el universo intelectual y corporal que nos configura y se manifiesta en estos momentos de juego y diversión.

El juego de roles encarna el texto literario, con nuestro propio cuerpo representamos lo leído, lo cual implica un esfuerzo cognitivo y sensorial que aportan al desarrollo intelectual de nuestros hijos.

Los recuerdos gratos de juego y literatura nos llevan a querer un poco más e incrementan nuestro gusto y curiosidad. Es una manera sencilla de formar un hábito lector y fortalecer los vínculos afectivos en familia. Así el aprendizaje no solo pasa por la razón y el entendimiento, sino también por el disfrute y los sentidos ayudando al desarrollo afectivo y cognitivo.

Leer en familia y jugar enriquece las interpretaciones literarias, y motiva a nuestros hijos a convertirse en lectores desde los primeros años de vida, posibilitando el desarrollo de habilidades lingüísticas, la diversión y la construcción de espacios para compartir, crear y fortalecer los lazos afectivos.

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