Los niños necesitan el arte, los cuentos, la poesía y la música, tanto como precisan del amor, la comida, el aire fresco y el juego

Por Philip Pullman

Philip Pullman, escritor inglés. (Foto: ALMA) 

Si no se le da de comer a un niño, los daños se ven muy rápidamente. Si no se le brindan juegos y aire fresco, el daño también será visible, pero no tan rápido como cuando pasa hambre. Ahora bien, si a un niño no se le da amor, el daño podría tardar en verse algunos años, pero es permanente.  Cuando a un niño no se le ofrecen arte, cuentos, poesía y música, el daño no es muy fácil de ver. Está ahí, aunque su cuerpo esté saludable, aunque corra, salte y nade. Aunque coma con apetito y suela hacer mucho ruido como lo hacen todos los niños, pero algo le alta.

Es cierto, mucha gente ha crecido sin tener contacto con ningún tipo de arte. Aquellos en cuyas casas no hay libros, los que no se interesan mucho por la pintura o los que no le encuentran gracia a la música. Bueno, yo conozco gente así. Son buenos vecinos y ciudadanos, son perfectamente felices tienen buenas y valiosas vidas.

Otras personas, en alguna etapa de su infancia, de su juventud o incluso en su edad adulta se encuentran con algo que no habían soñado antes. Algo tan ajeno a ellos como el lado oscuro de la luna. Un día, escuchan una voz en la radio leyendo un poema, o pasan frente a una casa con una ventana abierta donde alguien interpreta el piano, o ven un afiche de un pintor particular en la pared y los golpea tan suave y tan fuerte que se sienten mareados. Nada los preparó para esto. Comprenden de repente que están llenos de un hambre de la que no tenían noticia hasta hace un minuto. Hambre de algo tan dulce y delicioso que casi les rompe el corazón. Casi a punto de llorar, se sienten tristes y contentos al mismo tiempo, solos y acogidos por esta experiencia totalmente nueva. Desesperados se acercan al radio, se asoman a la ventana, no despegan sus ojos del afiche. Quieren eso, lo necesitan como una persona hambrienta necesita comida y nunca lo supo, porque no tenía idea. Así es como les ocurre a los niños que no necesitan la música, la pintura o la poesía, que llegan a ellas por casualidad. Si no fuera por esa repentina oportunidad podrían haber pasado toda su vida en estado de inanición cultural sin saberlo.

Los efectos de la inanición cultural no son dramáticos, ni rápidos, no son tan fáciles de ver. Y como he dicho, algunas personas, buenas personas, amigos amables y ciudadanos serviciales jamás lo experimentaron y siguen perfectamente con sus vidas. Si todos los libros, toda la música y todas las pinturas del mundo desaparecieran de un día para otro, ellos no sentirían ninguna pérdida, ni siquiera lo notarían.

Esta hambre existe en muchos niños y a menudo nunca es satisfecha porque no ha sido despertada. En todas partes del mundo hay muchos niños que están hambrientos de algo que alimenta y nutra su alma de una manera que nunca, nada más podría hacerlo.

Decimos, que cada niño tiene el derecho de ser alimentado y abrigado, de tener educación, tratamiento médico y demás. Debemos entender que cada niño tiene además el derecho a la experiencia de la cultura.  Debemos entender cabalmente que sin historias, poemas, pintura y música los niños se mueren de hambre.

*Philip Pullman, escritor inglés que en 2005 ganó el premio anual en memoria de Astrid Lindgren del Consejo de las Artes de Suecia, en reconocimiento a la contribución de su carrera de al enriquecer la literatura infantil inyectando radicalmente nueva vida en la fantasía mediante la introducción de una variedad de mundos alternativos.

 El ALMA Astrid Lindgren Memorial Award, es el premio de literatura infantil y juvenil más grande del mundo.

Aquí pueden ver el artículo original: “Children need art and stories and poems and music as much as they need love and food and fresh air and play.“