En los territorios en los que la partería tradicional hace parte de la cotidianidad de la comunidad, las mujeres son atendidas por una partera desde el momento en el que sospechan que están embarazadas (o antes, cuando acuden a sus saberes para poder concebir) hasta que terminan los 40 días de dieta después de dar a luz. Las sabedoras las acompañan, las aconsejan, les dan afecto, las masajean y les preparan infusiones o recetas naturales según las necesidades que tengan madre e hijo.

Estas mujeres tienen el conocimiento, aprendido de sus madres y abuelas y en muchos casos ampliado por la medicina occidental, para detectar posibles peligros durante el parto y tomar la decisión de atender el alumbramiento o de remitirlo al hospital.

Las parteras del Pacífico colombiano, y específicamente las de Buenaventura, se encuentran hace algunos años en el proceso de mantener vivas su prácticas y saberes tanto en zonas urbanas como rurales, de trabajar de la mano con el sector salud para disminuir el número de muertes durante el parto y de humanizar un acto de vida que en muchos centros de salud se ha convertido en un “procedimiento” médico programable.

Dicen ellas que nacer con una partera del Pacífico es nacer en comunidad y nacer con amor.