Antonia Agreda es reconocida por ser la primera mujer indígena con un doctorado en el país, sin embargo sus logros van más allá de eso: como docente, decana de la facultad de ciencias de la educación en la UNAD, primera gobernadora del cabildo Inga, estuvo frente a la Subdirección de gestión técnica para la atención a la familia y comunidades del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ha contribuido a la educación y derechos de todos los pueblos indígenas. En 1994 presentó una propuesta para que se creara la primera escuela bilingüe Inga para los niños indígenas de primera infancia –propuesta pionera de lo que hoy son los once jardines interculturales de Bogotá para los pueblos Inga, Muisca, Pijao, Kichwa, Kamentza, Uitoto, Embera y Afro.
Antonia pertenece al pueblo indígena Inga que está ubicado en tres departamentos de Colombia: Putumayo (donde está la mayoría), Caquetá y en el resguardo Aponte, en Nariño. Los inganos, como se les conoce, son una población de cerca de 20.000 indígenas; su lengua es quechua por su parentesco con los descendientes Incas de Perú y se conoce que se trasladan en familias completas como ampliadores de fronteras. En Colombia llevan más de 500 años y hace 54 años están en la vereda Arcanchi, en el municipio de Santiago, en el Valle de Sibundoy, Putumayo. En ese lugar, precisamente, creció Antonia: un lugar lleno de recursos naturales.
En 1950 muchos ingas comenzaron a migrar hacia los centros urbanos por la expropiación de sus territorios y la pobreza. Entre ellos se encontraban los padres de Antonia que fueron de los primeros indígenas en llegar a la ciudad. Con sus atuendos y cultura arraigada se dedicaron a la venta de artesanía y a trabajar con su tradición médica y botánica. Antonia llegó muy pequeña a la selva de cemento, no hablaba español, pero desde muy pequeña su mamá le enseñó a sentirse orgullosa y segura de ser indígena.
Antonia decidió estudiar Lingüística y Literatura en la Universidad Distrital con el firme propósito de defender los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas. Hizo una maestría en Supervisión y Administración Educativa con la ilusión de crear y generar instituciones dedicadas a los procesos interculturales y a la educación intercultural: ella buscaba que la educación contribuyera a los pueblos indígenas, a adquirir y potenciar los conocimientos propios y ancestrales así como para adquirir los aportes de las otras culturas de manera complementaria.
En 2009 terminó su doctorado en Ciencias de la Educación con la idea de profundizar en los procesos investigativos y cómo se deben llevar interculturalmente. Su tesis de doctorado –¿Desde dónde se estructura la educación en el pueblo indígena Inga del Valle de Sibundoy, Putumayo?– fue meritoria.
Con el fin de consolidar procesos interculturales educativos para primera infancia en niños indígenas, en 1994 propone al Distrito de Bogotá la primera propuesta de escuela bilingüe Inga, proyecto que logra concretar con la creación de esta escuela. Como cuenta Antonia, se dictaban los tres primeros grados con enfoque intercultural, esto quiere decir que tenía un currículum con áreas tradicionales, de la educación formal, e incluía áreas que la comunidad necesitaba fortalecer como el idioma, estudios matemáticos (etnomatemática inga), y ciencias naturales, porque los niños de la comunidad manejan los conocimientos botánicos heredados de sus padres.
“Los niños indígenas, en especial los Ingas, asistían a los jardines tradicionales, pero existían choques culturales como el idioma, la comprensión de conceptos, la forma cómo jugaban los niños, los principios vitales que deben recrear y crear a partir de todos los lazos que se da en la familia, y que en los jardines infantiles que atendían la primera infancia del distrito, no lo tenían claro. Sabían que eran niños que venían de otras culturas y pueblos, incluso sabían que eran de pueblos indígenas, pero lo normalizaban y no se indagaban si esos niños necesitaban otros referentes culturales, y eso hacía que comenzara a perderse el idioma de manera temprana“, dice Antonia.
Así, pues, se creó el primer jardín infantil con enfoque indígena: el jardín inga Wawita Kunapa Wasi, que en lengua Inga significa La Casita de los Niños. El jardín contaba con un modelo pedagógico que hacía énfasis en la lengua materna, las costumbres ancestrales, y el sama causey, o el buen vivir comunitario.
“La primera educación es fundamental, es donde se adquieren los principios vitales. El sama causey se estaba perdiendo en los niños, en la primera infancia es donde se adquieren esos principios de vida y si allí se rompe el lazo cultural es difícil fortalecerlo en los años que vienen“.
Dentro del instituto de bienestar familiar, ICBF, Antonia fue encargada de la dirección regional del Guaviare, allí su trabajo continuó con los niños Nukak, Jiw y Sikuani, del departamento, donde implementó la modalidad propia intercultural con enfoque diferencial que rige la forma como los niños de los pueblos de los grupos indígenas deben ser atendidos en el país. En el departamento del Guaviare se llevaron 450 cupos para estas tres etnias donde se atendió a la mayoría de la población Nukak, reconocidos por ser nómadas. Para atender a esta población los equipos y los sistemas de atención se crearon para que pudieran trasladarse de forma sencilla.
La educación intercultural:
Antonia lleva más de 17 años luchando por la cultura y los derechos de los pueblos indígenas y, como ella dice, seguirá aportando desde el campo de la educación, entendiendo que ésta es el eje más importante del país en el que hay que intervenir.
Mientras estuvo al frente de la Subdirección de gestión técnica del instituto colombiano de Bienestar Familiar, su trabajo se centró en que se reconozca que las familias colombianas tienen unos derechos fundamentales y que existen en el país diferentes conformaciones de familias en donde se encuentran las familias de los grupos étnicos.
Los invitamos a ver este video de Antonia Agreda y el desarrollo integral de los niños indígenas en nuestro canal de Youtube.
Muchos debemos aprender de personas como la Dra. Antonia; quien con su sencillez, convicciones y claridad, en las metas que propone para transformar un individuo, familia, una comunidad, un país para tener un prospecto de vida mejor; invitándonos a trabajar y avanzar hombro a hombro, sin tener en cuenta diferencias individuales o personales, y más aún considerando nuestra riqueza sociocultural; nos lleva a reafirmarnos en nuestro origen ya seamos de cultura occidental o culturas étnicas para generemos nuevos conocimientos; ella no tiene afán de protagonismos, más que aquel de él de ayudar y aportar para tener un país mejor, pleno de garantía de derechos para todas y todos. Me gusto trabajar con la Dra. Antonia, ella reconoce al individuo en sus capacidades y habilidades, más no en egocentrismos; para ella las realidades son lo que son; en ella, la única jerarquía es la honestidad y transparencia.