Eva Harvez, Cássio Carvalho y Lucho Milocco, artistas y docentes, crearon Pim Pau en 2014, un proyecto que ha dado algunas decenas de videos para el internet —con algunos millones de visualizaciones—, un par de discos, talleres de formación para maestros, encuentros para familias y giras por América Latina. Pim pau es un crisol donde se funde la música, el baile, el arte y la pedagogía. Pero aquello que de esa alquimia resulta, aunque es para los niños y las niñas, desborda el adjetivo “infantil”. Pim pau elude los estereotipos asociados a los espectáculos de entretenimiento para los niños y niñas, dejando ver una propuesta limpia, no por ello inocente. En los videos de YouTube se les ve usando —y exhortando a su audiencia a que use— el más ordinario y extraordinario de los recursos disponibles: el cuerpo. Cuerpo y ritmo se lucen como los pilares del proyecto.
Y así, entre bailes, coreografías, juegos y onomatopeyas este trío argentino/brasileño va ensamblando un lenguaje propio y a la vez universal. Por donde pasan, o por dónde son vistos, Pim Pau se revela como una alternativa a los sistemas establecidos de enseñanza y de educación. Su ambición, dicen, es “cuestionar y deconstruir la escuela y construir infancias emancipadas y emancipatorias”, palabras y conceptos que no son elegidas al azar, sino que ellos amarran a las tradiciones de pensamiento crítico latinoamericano —como la pedagogía del oprimido de Paulo Freire—. Pero esa empresa emancipatoria no tendrá lugar sin la complicidad y sin las alianzas entre educadores, familias, artistas, cuidadores y, en general, quienes participan en la crianza.
Pim Pau ha venido a Bogotá a presentar “Corazón de crianza”, su nuevo trabajo discográfico, y a juntarse con niños, niñas, docentes y familias en un par de conciertos y en otros tantos talleres pedagógicos. MaguaRED conversó con ellos.
¿Qué es Pim Pau y qué lo hace tan especial?
Nos conocimos ejerciendo la docencia en una institución educativa. Y, como consecuencia de esa tarea, tan común en los docentes, de estar buscando e intercambiando recursos, ideas y miradas, nació, primero, una amistad basada en el terreno común del arte y la educación, que después se decantó en Pim Pau. En 2014 compartimos el primer material audiovisual, en YouTube. Lo audiovisual, como formato, nos permitía plasmar de una manera más fiel lo que sucedía en el aula: que uno está de cuerpo presente. Lo audiovisual era la plataforma para trabajar los diferentes lenguajes artísticos de una manera integrada, sin fragmentarlos por disciplinas. Consideramos que es de esa manera que el niño se vincula con el arte. Atravesados por el juego conviven todos los lenguajes y aparece el cuerpo como protagonista, como generador de lenguajes y de vínculos.
Sobre el YouTube y las redes sociales…
Teníamos un interrogante, ¿qué sucedía con las redes sociales, tan presentes en la vida adulta y por tanto en la vida de las infancias? Nos propusimos generar un contenido para una plataforma como YouTube, que es gratuita, de fácil acceso, y pensamos en adultos vinculados a la crianza. Quisimos crear un contenido que invitara a involucrar el cuerpo, que invitara al espectador a ser un espectador activo, que invitara al encuentro con el otro, a la construcción de historias y de mundos con elementos cotidianos. Lo que se ve en la pantalla es a tres adultos disponibles al juego, que a través del cuerpo, de la narración corporal, de la percusión corporal, construyen los universos lúdicos. El objetivo es construir vínculos.
Desde que compartimos el primer material en 2014, lo que pasó fue para nosotros una sorpresa, que tiene que ver con ese misterio que son las redes sociales. No se sabe lo que va a pasar cuando uno suelta un material ahí, en esa marea que son las redes sociales. Empezó a escribirnos mucha gente, fue una sorpresa para nosotros la repercusión que tuvo el material en poco tiempo y los lugares donde estaba siendo usado y visto. No solo en Argentina y Latinoamérica, sino en lugares de Europa donde no se habla español o en Estados Unidos. Eso fue una sorpresa. ¿Qué era lo que estaba resonando? Creemos que el cuerpo y lo rítmico, esos dos elementos ancestrales, que son parte de la identidad de Pim Pau.
¿Cómo han encontrado las infancias en América Latina?
Hay algo que nos hermana: el lugar de oprimidos ante un sistema imperialista. Ese sistema aparece, se filtra y trabaja en las estructuras educativas. Es difícil, como adultos, desestructurar y deconstruir esa escuela que nos habita. En Argentina hay un trabajo muy fuerte en la educación pública, pero lo que trata de hacer Pim Pau es habilitar diferentes lenguajes corporales y artísticos para construir infancias emancipadoras: que haya otras maneras o distintas maneras democratizar la palabra, y no solo la palabra hablada sino el decir corporal. En esos puntos nos encontramos los latinoamericanos. En América Latina todavía existe lo común y lo colectivo, a diferencia de otros sistemas donde prima el individualismo. Creemos que la educación es un acto y un hecho colectivo. Las diferencias son muchas y son dinámicas, pero en esa diferencia esta la belleza.
¿Algún mensaje para los creadores de contenidos para niños y niñas?
Desde la perspectiva de los adultos hay una tendencia a darle a los niños todo resuelto. Casi no hay posibilidad de replanteo, de deconstrucción en el juego, de poner en jaque la realidad. Nosotros, desde lo estético, tratamos de no subestimar las infancias, y al otro en general. Parece que no hubiera nada que aprender del otro, sea niño o no. En un sistema como en el que vivimos, las infancias, igual que los ancianos, no tienen nada que aportar, por lo tanto, el juego tampoco, en la medida que no es rentable. El niño es un consumidor, no un interlocutor. Por eso, es imprescindible el vínculo, poder reconocer al otro, independientemente de su edad. Los docentes, por progresistas que sean, basan la enseñanza en una relación de poder. ¿Hay posibilidades de no replicar esas estructuras? Son necesarias las creaciones colectivas. Es necesario el adulto, pero el adulto tiene que sentirse convocado, porque sino va ofrecer entretenimiento sin participar de él. Hay que habilitar, no dictaminar. Esto también tiene que ver con darle voz a los chicos, no con verlos como un frasco vacío que hay que llenar. Las infancias están todo tiempo poniendo en jaque lo que no funciona. El adulto diagnostica, etiqueta o estigmatiza. La invitación es a replantearnos, a repensarnos, a buscar preguntas, y no tantas respuestas, y a encontrarnos con el otro.