Por Valeria Dotro, directora de Investigaciones del Laboratorio de Televisión Infantil para América Latina.
¿Los niños nacen con una pelota pegada en los pies y con pasión por la aventura ¿Será que las niñas son frágiles desde que nacen y adoran el color de rosa desde el primer día? ¿Qué responsabilidad tenemos los adultos a lo hora de asignar roles y estereotipos a los niños y niñas? ¿Y a los que producimos para ellos? ¿Qué lugar nos toca en la difícil tarea de empoderar a las niñas?
El 11 de octubre se celebra el Día Internacional de la Niña, establecido en 2011 por la ONU, con el objetivo de «reconocer los derechos de las niñas y los problemas excepcionales que confrontan en todo el mundo”, entendiendo que todos los días niñas de todo el mundo se enfrentan a discriminación y violencia.
La fecha nos invita a reflexionar acerca de lo que, como adultos, hacemos para contribuir al desafío de reconocer, valorar y respetar los derechos de las niñas en un mundo fuertemente atravesado por una mirada que desvaloriza a las mujeres desde que son pequeñas.
Desde el punto de vista de la producción cultural la mirada acerca de las niñas también requiere de una fuerte reflexión. Juguetes, libros, series de tv, publicidad, útiles para la escuela, suelen reproducir, casi mecánicamente, una diferenciación muy fuerte entre mujeres y varones, cargada de estereotipos de género.
Es común ver en series audiovisuales, por ejemplo, a niñas que encarnan roles maternos, juegan con muñecas, se visten de determinada manera y tienen actitudes pasivas. En cambio, los varones son aventureros, apasionados, manejan autos, pelean y pocas veces se enamoran.
Esta diferenciación es claramente producto de una construcción social que nada tiene que ver con la naturaleza, pero que además, en su reproducción permanente termina siendo perjudicial no solo para las niñas, sino también para los niños y para la sociedad en general.
La repetición de estas representaciones termina por fortalecer las desigualdades entre mujeres y varones y las relaciones de poder que subordinan al género femenino respecto del masculino.
Quienes producimos para niños y niñas debemos estar atentos desde el mismo proceso creativo a cada una de las elecciones que hacemos a la hora de pensar los temas, los protagonistas, las acciones que tienen esos protagonistas, los modos en que son presentados y de qué manera todo eso está colaborando, por un lado, a desarmar estereotipos de género, y, por otro, a empoderar y fortalecer el lugar de las niñas.
Algunas cuestiones a tener en cuenta para enfrentar este importante desafío pueden ser:
– Incorporar más protagonistas femeninas con roles que rompan los estereotipos habituales.
– Tener en cuenta la cantidad de niñas y niños en las producciones. Que haya un equilibrio entre ambos y que los liderazgos también sean equilibrados.
– Romper con los estereotipos tanto físicos y estéticos: delgadez, belleza, etc., como con los vinculados a las emociones (niñas sensibles y enamoradizas / varones fuertes y apasionados).
– Diseñar personajes femeninos que logran los objetivos que se proponen.
– Generar historias en las que varones y mujeres se respeten mutuamente y valoren las diferencias entre ambos.
– Crear historias en las que se de cuenta de las dificultades de las mujeres en las diferentes culturas.
– Evitar asociar a niñas y niños con determinadas paletas de colores (rosa/fucsia para las niñas y azul/celeste para los varones).
Los contenidos audiovisuales pensados para el público infantil pueden y DEBEN colaborar de una manera significativa en el logro de una sociedad más justa, en la que niños y niñas tengan las mismas oportunidades para crecer, desarrollarse, elegir, y armar sus propios proyectos de vida.