Por: Lina Salas Ramírez – Gestora de Comunidades MaguaRED
Satsuki y Mei son dos niñas que se han mudado de la ciudad al campo. Su mamá está enferma en el hospital desde hace un tiempo y viven con su papá, un hombre amoroso que las cría con base en el respeto y que cree en la magia como un regalo que se le da solo a quienes son dignos de mirar más allá que los demás.
La nueva casa es un lugar encantador para la familia. Es vieja y cruje, y unos pequeños seres negros aparecen cuando dejan entrar luz a alguno de los rincones oscuros que habían estado solos antes de que alguien habitara. Son los duendes de polvo; andan por ahí ensuciando con sus travesuras pero una vez se dan cuenta de que los dueños de casa son buenas personas, se ponen de acuerdo y se van. Todos se asustan, pero no hay temor que no se aleje con una gran carcajada.
Esto es lo que hace especial a ‘Mi vecino Totoro’, que en medio de la magia aborda situaciones reales y conecta con personajes como quienes los miran. Tal vez una bruja te haría temerle a la oscuridad, pero el miedo de que mamá muera es más cercano a lo insuperable, y ni siquiera la luz lo quita. No obstante, aún este dolor encuentra paliación en la conexión auténtica con lo que nos rodea. Para Mei y Satsuki los días pasan descubriendo el bosque, y las aventuras se hacen mayores cuando encuentran a los seres que lo cuidan:
– Primero había uno pequeño… luego otro más grande… ¡Y luego uno enooooorme sobre el que me quedé dormida!
Totoro es el gigante que las maravilla. Su panza suave y su enorme boca son de otro mundo; de ese mismo mundo secreto que solo los niños buenos pueden ver, donde vive un gatobús capaz de llevarlos con sus veloces patas a cualquier parte. Lo que logra Hayao Miyazaki (su director) con estos personajes es fascinante, sus caras expresivas carentes de palabras logran impresionar incluso a los adultos, y habrá el momento en el que tú, así de grandote como estás, te sorprendas sintiendo lo mismo que Satsuki y Mei: una especie de susto repleto de emoción.
Miyazaki explora la niñez como la libertad absoluta. En lo social, en lo físico, en lo imaginativo y lo espiritual. Los niños están aún alejados de toda convención y esto los mantiene dueños del mundo tal y como es. Si es un hecho que los niños se referencian en los personajes que ven, para los padres será motivo de orgullo que se visualicen en la buena educación de Satsuki, en la ternura de Mei o en el amor absoluto y protección que comparten las hermanas.
Hace unos días, en una columna, Marisol Forero se preguntaba “¿Es el cine que ven nuestros niños clasificado para ellos?”, pues con esta película lo más probable es que no tengas nada de qué preocuparte. Sin embargo, ¡no olvides verla antes! Siempre será mejor saber qué es lo que verán tus niños y, además, vaticinamos que te gustará.