“Quizás suene absurdo, o tal vez todas las mamás saben y sienten lo mismo que yo, pero la realidad es que mi bebé me hablaba. Comencé a oírlo solo días después de su concepción, no sé cuántos con exactitud”. Así empieza el más reciente libro de Carolina Vegas, Un Amor líquido, texto en el que se reencuentra como escritora y aborda su experiencia como mamá, mucho más allá del romanticismo en torno a la maternidad, y se atreve a hablar con mucha sinceridad de lo que nadie habla de dar a luz.
Al conversar con sus amigas, Carolina se dio cuenta de que como madres tenían en común que el posparto había sido difícil, Un Amor liquido ya se estaba concibiendo y quizás fue el motivo para que ellas hablaran con honestidad y aceptando como pocas veces, que habían tenido momentos duros.
Tener un hijo, no deja de ser para muchos un tema que se ha divinizado, es algo especial, hermoso y esto se ha difundido con tanto ímpetu, que los malos ratos alrededor del parto son silenciados. El llanto, el miedo, la incertidumbre, la angustia y en algunos casos la depresión posparto, siguen siendo temas tabú, así como muchos procesos que rodean el tema de la maternidad y son abordados en Un Amor líquido.
“Nadie habla del cambio hormonal, del cambio de vida, de lo fuerte que es física y emocionalmente los primeros 40 días después de dar a luz, y todo esto unido a la falta de sueño. En los cursos psicoprofilácticos, te hablan del parto, de la lactancia, de cómo bañar al bebé y cambiar un pañal, pero nunca de esto. Cuando te enfrentas a esta situación, lo primero que pones en duda es tu capacidad como mamá. Pero la verdad es que muchas mujeres pasan por estas circunstancias, solo que son pocas las que deciden compartirlo”.
Para la escritora, ser mujer, no es equivalente a ser mamá. La maternidad es un tema opcional, que debe pasar por la capacidad de decidir si ser mamá o no. Es una decisión que sobrepasa lo biológico para darle cabida a un lazo afectivo que se construye cuando un hijo es deseado y querido. Un vínculo que no se da de forma inmediata, ni existe porque sí y que pese a que ella asegura, como dice en su libro que se enamoró desde el primer momento en que sintió esas células dentro de sí, este amor ha ido creciendo a medida que conoce, se familiariza y comparte con este nuevo ser.
El libro cuenta desde la experiencia de Carolina como mamá, no solo el tema de traer al mundo un hijo deseado y amado, lo difícil del primer año de crianza, sino las dificultades que tuvo que afrontar al enterarse de su endometriosis y ovario poliquístico en un momento en el que pensaba que era estéril.
A aquellas madres que no pueden dar a luz, Carolina les habla de cómo es sentirse como un cuerpo incompleto. Las imposiciones mismas de la sociedad que les susurran a las mujeres no ser lo suficientemente buenas, correctas o bonitas, generan que un tema como la infertilidad, se sienta como un duro golpe. “Sientes que fracasaste como organismo vital en el mundo cuando no puedes dar a luz. Pero, también hay que aceptar que no todos los cuerpos están hechos para reproducirse, y que finalmente la adopción es una opción válida que descubrí cuando me di cuenta que el vínculo amoroso con el hijo nace de querer estar dispuesta a dar todo el amor”.
En el libro, Carolina deshace la idea de que la crianza es solo responsabilidad de la madre. “A ningún hombre se le cuestiona cuando abandona a un hijo o decide no ser papá, no es tratado como alguien incompleto”. La crianza para Carolina, es una responsabilidad de todos como sociedad: compete a la familia, a la pareja e incluso a las familias diversas. “La crianza se trata de formar ciudadanos que puedan aportar a una sociedad y por lo tanto no puede estar atado al rol de la madre”. Como ella dice, no hay que apoyar el hecho de que los niños estén solo con las madres, eso también es prohibirles a los niños compartir con sus padres, y eliminar términos como la ayuda, en el caso de esta responsabilidad, ya que el padre no puede verse como un colaborador.
“Los hombres están enseñados a que sentir es algo de mujer y tenemos que replantear cómo estamos criando a nuestro hombres, el segundo paso, es entender que la paternidad es igual de importante a la maternidad y que si hay una pareja, un vínculo afectivo y deciden tener un hijo, la responsabilidad es de los dos y la del padre no es solo económica, sino de crianza, apego, afecto y educación“.
Un Amor líquido, Editorial Grijalbo, Lanzado el 18 de abril de 2017 en la Librería Lerner
Presentación en la Feria del Libro de Bogotá el pasado 1 de mayo de 2017 en el evento:Celebración de una maternidad feminista.