Hace un año trece mujeres empezaron, por iniciativa propia, a fabricar libros con materiales reciclables en el barrio el Rebolo, al sur oriente de Barranquilla. En éstos plasmaron las experiencias de más de 400 familias con sus niños, que atienden diariamente en la Unidad de Servicio (UDS), del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y del programa distrital de Atención Integral a la Primera Infancia, de la Alcaldía de Barranquilla.
Corría 2017 y Viviana Miranda, Jackeline Mecino, Angelica Villalba, Matilde Villareal, Eliana Riquett, Sandra Zabaleta, Heidy Pua, Ciely Luz Algarin, Yerleinis Mercado, Zamirna Silva, Adriana Beltran Silvera, Ingrid Gómez Cepeda y Donelis Valencia, maestras del ICBF, se dieron cuenta que la lectura no estaba presente en la mayoría de familias del barrio Rebolo, en Barranquilla. Decidieron que había que resolverlo de alguna forma; pensaron soluciones y después de unos días decidieron que ese vacío se podía llenar a través de las experiencias que vivían esas familias con los niños: ¡podían escribir cuentos! Sus historias tenían suficiente fuerza para convertirse en narraciones con personajes fantásticos, animales o niños comunes.
El primer paso para lograr lo anterior fue pedirle a cada familia que visitaban , casa por casa, que empezaran a vivir y a ver con más atención cada momento del día de sus niños: los paseos, las actividades familiares, las fiestas y sus rutinas. Así lo hicieron las familias y partir de esos detalles surgieron las primeras ideas para los libros. Por ejemplo, del ejercicio salieron cuentos como Mariana en el patio de la abuela; en éste la mamá de Mariana, Johanna del Carmén Janer, quiso contar la relación tan unida que su hija tenía con su mamá y en un pequeño fragmento relató la costumbre que tenía la pequeña de levantarse y seguir a su abuela todas las mañanas mientras regaba las matas y su abuela le iba señalando los nombres de los árboles y mostrándole sus frutos. O la historia de Salomé la mariposa, en la que Thalía Ramírez Solano, inspirada en su inquieta hija, cuenta la historia de esta niña que imita a una mariposa, sonríe, ríe y a través de canciones narra su aprendizaje y proceso en la UDS.
También está el cuento de El Lechero Ferney, que es la historia de un niño que vivía en una granja y que le gustaba alimentar a sus animales. Un día su mamá le pide que ordeñe la vaca y que venda la leche para comprarse lo que quiera; sin embargo en el camino encuentra varias distracciones y sufre un accidente.
Sin máquinas de imprenta, papel especializado ni planchas, estas mujeres cuidadoras empezaron a construir las historias inspiradas en el diario vivir de los niños y por supuesto de su imaginación; se armaron de botellas de plástico, cartones de huevo, papel periódico, cartón paja y fomi para crear los lomos, la portada, la contraportada y las páginas de los libros. En total crearon más de 15 títulos: El cuento del conejito, Mi primer amor, El león y las manchas, El ogro y la princesa, El príncipe Joel, La granja de Elkin, Nicole y Minnie, El campanero, entre otros.
Rebolo es el barrio con los índices más altos de homicidios y delincuencia, según datos de la Policía de Barranquilla; allí cada maestra tiene que llegar a cada casa y las familias reciben formación pedagógica y apoyo en nutrición, salud y atención psicosocial. Gracias a este trabajo los niños cuentan con ofertas lúdicas: juegos dirigidos, obras de teatro y experiencias transformadoras.
Seguras de que la lectura debe comenzar en los primeros años y que a partir de la narración de cuentos se estimula el pensamiento crítico, las maestras de Rebollo han generado que varios padres se conviertan en escritores, lectores e ilustradores para sus niños.
Estas mujeres son el alma de la UDS, del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, son las encargadas de defender que los derechos de los niños no sean vulnerados, resignificando las prácticas asociadas con el cuidado, la crianza y el rol educativo. Cada maestra tiene a su cargo cincuenta familias y además del acompañamiento en el hogar, ellas realizan tres encuentros grupales en los que se construyen experiencias basadas en las actividades rectoras de la primera infancia; juego, arte, exploración del medio y literatura; esta última es la principal herramienta en el acompañamiento que realizan con las familias.
Su trabajo como maestras, especialistas en el apoyo psicosocial, nutricional y de salud ha logrado que los niños que hoy tienen entre siete y diez años, las reconozcan en el barrio y les digan “Gracias Seño”, igual que las familias que ven que su trabajo es muy valioso para la comunidad.
A partir de este ejercicio, la lectura y los libros llegaron al barrio para quedarse, los lazos entre estas familias se han fortalecido así como el deseo de leerle a los niños. Estas mujeres que inspiran seguirán trabajando para que los niños crezcan en un mejor entorno y que cada día más padres se animen a contar sus historias.