Una experiencia sensorial en el Museo Nacional

 

Alexandra sintiendo el sapo en origami

 

La mayoría de visitantes que recorren los museos lo hacen con sus ojos. Disfrutan de una exposición desde lo que reconocen al mirar, pero no siempre es la mirada con lo único que podemos percibir. Catorce niños con discapacidad visual del Colegio Distrital República de China, participaron de Tigres, jaguares, sapos y sapitos una actividad del Museo Nacional y Maguaré.

Mientras los visitantes hacían fila para ingresar al museo, estos niños se prendían de la fachada, con su tacto entendían dónde estaban, cómo se sentía el museo con sus paredes frías y corrugadas, así como percibían el olor a tierra que emanaba de los muros. Su recorrido era guiado por la voz de sus acompañantes, cuyos tono, cadencia y ritmo hacían parte de la experiencia.

 

 

Néstor Iván Martínez

Se congregaron en un salón en el que Néstor Iván Martínez, monitor del Museo, dirigió la actividad. Néstor es un hombre un poco mayor que ellos y vive con la misma condición de conocer y reconocer el mundo sin mirar y fue guiando a los niños entre los 5 y 14 años años por el ejercicio que estuvo centrado en un animal baboso, saltarín y lengüilargo. 

De distintas formas los niños fueron reconociendo el sapo. Lo escucharon, saltaron con él al ritmo de una canción, lo leyeron e incluso lo construyeron.  Mientras Néstor hablaba de las características de este animal, los niños recibían, el libro Sopa de soles del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar – ICBF y Fundalectura, que recopila arrullos, cantos y juegos de las comunidades afro, indígenas y Rrom de Colombia.

En la página 17, dijeron al unísono Sapito sapón, cuento que hace parte de la tradición afrocolombiana y que cuenta la historia de dos sapas. “Vamos brincando sapito y sapón, vamos brincando sapito y sapón”. Con sus dedos fueron leyendo y sintiendo cada palabra. Unos empezaban y otros respondían “¡Comadre!, ¿Señora?”. Al final con todos sus sentidos dispuestos imaginaron el sapo verde limón, rodeado de piedras en su fuente de agua, con la ayuda de otra colaboradora del museo que les contaba lo que iba viendo.

Juan Sebastián sintiendo la textura del sapo de aluminio

 

Después de la lectura en braille, tuvieron el sapo en sus manos; primero en papel, luego en aluminio y al reconocer su forma se dieron a la tarea de construir sus propios sapos. Con Néstor en la batuta, fueron haciendo paso por paso el animal en origami. Solo escuchando las indicaciones y sintiendo los pliegues de las hojas, le fueron dando forma de sapo a eso que antes era solo papel. Algunos olían la hoja que tenían en las manos y otros preguntaban y ¿de qué color es mi papel? Fue un desafío que lograron terminar todos.

 

Voz de Juan Sebastián

 

Como no podían irse sin caminar por el Museo, se dirigieron al meteorito que se exhibe en su centro, donde pudieron tocarlo. Algunos, como cualquier otro visitante, le tomaron fotos y las subieron a instagram.

Lorena leyendo Sapito sapón

 

 

 

 

 

 

 

Voz de Lorena:

 

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