Una torre llamada Babel Libros

 

La culpa la tiene Pedro de Urdemales y su torre de libros. El señor Pedro es un pícaro, pilluelo, trabajador pueblerino, astuto, viajero, inquieto y bastante –bastante– subversivo; o sea, no le gusta seguir las reglas comunes y, de vez en vez, de forma inteligente, rompe el orden establecido: se burla de los patrones, se burla de quienes tienen el poder.

Ese tal Pedro de Urdemales representa a Babel Libros o, mejor dicho, él es el logo de la editorial, de la librería y la distribuidora: Pedro Urdemales carga en sus brazos una torre de libros: Babel.

María Osorio, la fundadora y directora editorial de Babel sonríe –pícara. Escucha las preguntas del equipo audiovisual de MaguaRED y responde:

– Yo no voy a decir que nuestros libros se caracterizan por su calidad… ¡Eso es obvio! Tampoco voy a decir que recomiendo 5 libros del catálogo… ¡Los recomiendo todos!

Sonríe de nuevo mientras Blanquita, la perra de color negro, pasea en la librería, entre los libros de colores, subiendo y bajando escaleras y escarbando la basura del patio.

– Me gusta presentar literariamente un mundo complejo y nostálgico.

 

Una torre llamada Babel

 

María Osorio es arquitecta. Hizo parte de varios proyectos de urbanismo en Bogotá y, a los «veintipicos», trabajó en los estudios del metro de la capital –uno de los tantos que se han hecho:

– En ese entonces no tenía canas.

Dice y se revuelve los pelos y hace muecas; achica los ojos detrás de las gafas con marco grueso. Luego confiesa que los libros le volvieron así el pelo:

–Mentiras. Los libros no –y mira la librería, orgullosa. Es lo que hay alrededor: el mercado.

En 1986 asumió la dirección de la Asociación Colombiana para el Libro Infantil (ACLIJ) y, luego, cuando la Asociación se convirtió en Fundalectura ella se convirtió en la subdirectora. Durante más quince años estuvo detrás del escritorio promoviendo la lectura en los niños… En 2001 decidió hacerlo con su propio sello editorial, con sus propias ideas, con sus propias manos y sus propios libros.

Primero fundó la distribuidora de libros infantiles e importó textos de varias editoriales latinoamericanas. Después, cuando la distribuidora se mantenía a flote sin recursos económicos externos –o sea, de María Osorio–, fundó la editorial infantil y juvenil, en 2005; luego, cuando ésta no dependía de la distribuidora creó la librería infantil y juvenil, en 2011. Unos, dos y tres (Babel Libros): un paso a paso consciente, nada fácil, que trajo varias canas porque las grandes editoriales monopolizaban la industria –todavía–, porque la cultura lectora era baja –todavía–, y porque los espacios de exhibición y circulación eran mínimos –todavía, pero un poco menos.

Hoy en día Babel Libros tiene un catálogo de 68 libros dispersos en ocho colecciones: Chigüiro e Historias de Eusebio, con los libros de Ivar da Coll; Ilustrados, con títulos para todas las edades en formato libro álbum; Frontera Ilustrada; Frontera; Frontera Ensayo; Literaturas; y Primero el Lector, textos cortos en formatos pequeños con ensayos sobre la lectura.

La mayoría de los libros que editan tiene una relación estrecha entre la imagen y la historia. La una no complementa a la otra; cada una es un mundo que desarrolla sus propios lenguajes, pero, juntos, forman un universo con muchos-muchos lenguajes: los libros.

Ahora, cada uno de ellos –su concepción– dura una eternidad: hasta un año, dos años o diez. Primero una idea, luego su desarrollo; después la lectura de los manuscritos –leídos y releídos, editados, rechazados o aceptados; luego escoger el formato, el diseño, el tipo de papel, la tinta, la saturación de los colores de las ilustraciones, la carátula, la reseña del autor y el ilustrador, y el texto de la contraportada. Una eternidad comparada con los tiempos del orden establecido por los «patrones» de la industria: producir-producir-producir.

Babel Libros es un proyecto estético, también político e igualmente ético. El primero porque hay tiempo y dedicación; el segundo porque hay una convicción de irrumpir la idea común de la infancia –tan superficial e infantil, precisamente–, y el tercero porque son libros hechos con las garras – independiente, en parte, de las ideas de los grandes monopolios: el lucro sobre todas las cosas.

En una entrevista María Osorio dijo que buscaba que la oferta de sus libros fuera necesaria:

«Debemos preocuparnos por consolidar nuestra personalidad y calidad».

En 2017 Babel Libros ganó el premio BOP (Bologna Prize), de la Feria del Libro de Bolonia, en Italia, a mejor editorial infantil y juvenil del sur y centro América; premio que ninguna otra editorial colombiana había ganado. Ese mismo año, también, ganó el premio New Horizons por La mujer de la guarda, de la colección Frontera Ilustrada, escrito por la chilena Sara Bertrand e ilustrada por la también chilena Alejandra Guevara.

«Yo prohibiría muchas cosas. Prohibiría los planes lectores de las editoriales; el maestro tiene que ir a la librería. También prohibiría las listas; los bibliotecarios no van más allá porque todo está en ella», dijo María Osorio en un artículo de El Espectador.

La culpa la tiene María Osorio y su torre de libros: Babel.

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