Ana Lorenza, una heredera del saber ancestral de la partería en Chocó

 

Ana Lorenza Mena es partera tradicional desde hace más de 40 años. Este oficio lo aprendió de su madre minera y campesina del Medio Atrato, a orillas del río Bebará y Bebaramá, comunidad La Platina y Pueblo viejo. A sus 50 años se graduó como partera profesional y desde que recibió a su primer niño hasta hoy ha atendido 120 partos.

La casa de Ana Lorenza se encuentra en la zona norte de Quibdó, en el pasaje de Villa López, barrio La Victoria. Todas las mañanas cuando sale de su casa a comprar lo que necesita para el desayuno, pasa casa por casa saludando a sus vecinos; ellos le dan un refresco de saúco con hielo y un enérgico saludo de vuelta. Ana Lorenza es conocida por su sabiduría y conocimiento sobre las plantas y la partería tradicional; en el barrio no solo ha recibido varios niños de sus vecinos, también ha curado mordedura de culebra en doce ocasiones.

Cuando tenía 13 años Ana Lorenza acompañaba a su mamá cuando recogía las plantas para la partería: altamisa, lulo chocoano, cilantro, escubilla, saúco, zapatito, hojas de naranjo, pringamosa, heliotropo y albahaca morada.

Mi mamá me llevaba a acompañarla, pero en ese entonces tenían la tradición de que las niñas no podían hablar donde había una parturienta. Ella me pedía que le llevara los medicamentos pero se los llevaba calladacuenta Ana Lorenza.

Ana Lorenza en su patio del pasaje Villa López de Quibdó

En su casa llegaban a veces de a tres mujeres esperando que su mamá les atendiera el parto. Ella no cobraba pero como era minera le regalaban bateas y barretones, y hasta frutas, mantecadas y postres.

Cuando Ana Lorenza tenía 20 años y vivía entre La Platina y Pueblo Viejo una señora iba a dar a luz y no había quién lo pudiera recibir. La llamaron y con el primer bebé entre sus manos se convirtió en partera.

En ese tiempo no teníamos tecnología y todo se hacía tradicionalmente, cortábamos el ombligo con machete y lo pringábamos metiéndolo al fogón. Las manos estaban muy bien lavadas, las uñas recortadas y luego las secábamos al fogón. Masajeábamos a la parturienta en la barriga, calentábamos un trapo e iniciábamos. Decimos que están con dolores cuando ya van a tener al bebé y pujos cuando necesitan más ayudacuenta de forma pausada Ana Lorenza

En los lugares más apartados donde no hay médicos, las parteras eran y son fundamentales. No solo son una opción de bajo costo, sino que es una tradición que está en sintonía con las creencias de la comunidad y el arraigo al territorio. La partería tradicional involucra conocimientos específicos sobre los ciclos reproductivos de hombres y mujeres, el cuerpo de la mujer y los cuidados hacia los recién nacidos, e integra prácticas como el uso de plantas medicinales en bebedizos, tomas y baños, así como rezos y masajes.

Pringamoza, planta medicinal.

Así como Ana Lorenza habla de las plantas con pasión, las cuales cultiva en el patio trasero de su casa, también lo hace con los ciclos de la luna y su incidencia en el parto. Según ella el movimiento de la tierra, el agua y demás elementos del ambiente están relacionados con la gestación, la fertilidad, la infertilidad, la menopausia y curaciones; lo anterior es un saber que se transmite a través de historias que siguen de generación en generación y son representación del pueblo afropacífico.

Cuando están en embarazo hablo con ellas, les digo qué pueden comer, qué pueden hacer, no es recomendable por ejemplo usar ropa apretada o correr porque uno cambia. tampoco ingerir alcohol, malta, cigarrillo o café

Ana Lorenza prepara en algunos casos remedios a base de plantas, hace diagnósticos y es posible que determine el tiempo de gestación, el sexo y, más avanzado, las fechas cercanas al nacimiento. Ella mide el pulso, el tamaño de los senos y la forma de caminar para saber cómo se está adaptando el cuerpo de la mujer en el embarazo:

“Los niños se identifican porque son como una montañita, como un dedito, mientras que las niñas son más planchitas”.

Su trabajo, como dice, es estar lista para ver cómo viene el bebé y observarlo muy bien y saber si hay que “acomodarlo”, o sea, ”sobarlo”:

Hay que mirarles las piernas, la carita. Algunos nacen con brazos separados, pero los niños cuando nacen son como caucho, para donde uno se los lleva, allá dan. Eso nos corresponde. Una partera puede ayudarlos, se les acomodan los pies, se les pone algo en medio, se juntan y chumban para que no vayan a tener problemas después al caminar

Durante el parto Ana Lorenza siempre les da aliento: “Ánimo mija, ánimo, colabóreme, pidámole a dios que todo salga bien” dice mientras las sostiene del brazo… En el fondo, como asegura, siente que pasa por el mismo dolor y también se asusta.

Ana Lorenza sabe hacer pitocín de hierbas sin inyectar; este es un bebedizo que agiliza el trabajo de parto cuando es necesario. Como durante el parto algunas se desmayan, ella prepara una botella curada que contiene diversas plantas y una bebida destilada de caña, viche o aguardiente, el cual conserva la plantas gracias a su acción como inhibidor de bacterias:

“Se le echa nuez moscada, canela, clavo, huevo, leche Klim o aguasal y con una toma se reaniman”.

Como partera su cuidado va hasta los mil días después del nacimiento, o sea, después de dos años. Luego del parto Ana Lorenza les hace a las mamás un barrido con un masaje en el vientre para que expulsen todo; cuando los niños nacen, ella extiende la membrana que lo cubre y mira qué falta para que no quede nada y no haya que operar.

Ana Lorenza y su vecino Jerónimo.

A su casa la han visitado personas de todo el mundo: médicos de Médicos sin Fronteras, personas de la Organización Paz y Tercer Mundo y del Consejo Comunitario Mayor de la Asociación Campesina Integral del Atrato (COCOMACIA); a todos ellos interesados en su experiencia y en su conocimiento como partera.

En 2015 Ana Lorenza entró al SENA y continuó su especialización médica con enfoque en la partería y en diciembre de 2016 se graduó como partera profesional. En 2017, con la resolución 1077 de 2017, del Ministerio de Cultura, se estableció la inclusión de la partería afro del Pacífico en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial del ámbito Nacional y se aprobó el Plan Especial de Salvaguardia -PES- de los Saberes Asociados a la Partería Afro del Pacífico. Todo lo anterior con el fin de contribuir a la visibilización, valoración y fortalecimiento de la partería y al reconocimiento de los saberes asociados a la partería afropacífica y a la reflexión sobre los valores sociales y culturales que estos involucran. La solidaridad, el respeto por la vida, la humanización del parto, el papel de la mujer en las comunidades son algunos de los valores que se desprenden de la partería.

A pesar de su experiencia Ana Lorenza aún no entiende por qué no ha podido recibir a sus nietos. Su hija menor espera su undécimo nieto y la última vez que se acercó a la barriga de su hija porque tenía curiosidad sobre las fechas no pudo ni moverla:

Aunque he traído al mundo hasta los hijos de mi contraría, de mi competidora, siempre que he podido he llevado a mis hijas al médico o con otra partera porque me empieza a dar mucho sustoconfiesa y suelta una risa pícara.

Hace más de once años Ana Lorenza vive en el barrio y ella, a punta de plantas y amor, ha contribuido al desarrollo de su tradición, su gente y sus niños, los que ha sentido en el vientre y los que ve jugando todos los días en las calles de Villa López.

 

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