Por Angélica Barrero, psicóloga y psicopedagoga, especialista en educación.
La educación infantil es la puerta para el desarrollo y potenciación de las habilidades y competencias de los niños. Es un escenario rico en experiencias y su propósito es el desarrollo integral en todas sus dimensiones. Si bien es cierto que deben garantizarse los servicios de salud, recreación y socialización, también es cierto que lo pedagógico marca una línea importante, pues ella es la propuesta eje que le garantiza al niño y la niña su formación como ser pensante y creativo.
Los pedagogos colombianos Beatriz Elena Zapata y José Hernán Restrepo Mesa afirman que una propuesta educativa será exitosa y significativa para el niño siempre y cuando se parta de sus propias particularidades; estas son: sus capacidades, intereses y sus necesidades. Las capacidades hacen referencia a lo que el niño puede hacer; los deseos o intereses son las cosas que le atraen, le parecen interesantes o placenteras; y finalmente sus necesidades hacen referencia a esas características físicas, cognitivas, emocionales y culturales que presenta. Por lo tanto, una educación inicial que tenga en cuenta las particularidades de estos niños es una educación que promueve en el aprendizaje la búsqueda de un desarrollo integral y significativo para el sujeto y su entorno.
Atender a estas particularidades y reconocer que detrás de cada niño hay una historia es abrirle la puerta a la diversidad. Implica superar esa idea del infante como un ser inacabado, que se debe enderezar y al cual se debe llevar por los caminos del bien a través de la imposición de métodos homogéneos y uniformes para que sea una persona obediente, callada y con mucho contenido por aprender. De hecho, ya no se habla de infancia sino de infancias, que son el resultado de condiciones sociales, culturales, cognitivas, entre otros; de ahí que el educador infantil tenga una gran responsabilidad a la hora de atender esta diversidad en su aula escolar.
Es claro que las concepciones de la infancia llevan a reflexionar y cuestionar el papel que el adulto juega en torno a ella y cómo desde su actitud y pensamiento puede llegar a bloquearla o a promover un desarrollo pleno y valioso como ser y como adulto en potencia. En la escuela, la diversidad choca con el modelo homogeneizador que promueven muchos profesores.
Desafortunadamente se siguen insistiendo en currículos, contenidos, metodologías para niños y niñas idealizados que no corresponden con la realidad de esa infancia en nuestro país. Se les olvida que esta infancia colombiana tiene sueños, intereses, y necesidades muy diferentes a esa infancia que se ha construido producto del pensamiento occidental. Si bien es cierto que la política de primera infancia propone rescatar esa individualidad y particularidad de cada niño y niña, la escuela no puede ser la excepción.
La tarea del educador infantil se legitima a medida que reconoce la historia y realidad de cada niño. Es llevar al aula las vivencias y diálogos de ese educando en relación con su contexto de vida y de las personas con quien comparte; tomando su referente personal como recurso de la clase para que el significado impacte y dé reconocimiento a esa voz del estudiante. La comprensión de este educador hacia la diversidad está relacionada con la apertura, aceptación y reconocimiento de otras formas de pensar, vivir y sentir. Es la aceptación de la visión y la mirada personal como una posibilidad entre otras: no sólo es aceptar la diferencia, sino reconocer la pluralidad de voces, como escribió María José Sánchez Vásquez en el texto La inclusión escolar en la infancia temprana. Un proyecto educativo auténtico es aquel que considera al estudiante como centro de su propio desarrollo, capaz de encontrar en sí mismo las bases de su propia historia, de comprender su propia realidad y de transformarla.
Si algún día se logra entender que la diversidad genera creatividad y que ésta va de la mano con la producción y el avance, entonces se podrán lograr cosas realmente arrasadoras. Pero mientras se mantenga la idea de que lo diferente es perjudicial y hasta maligno, seguiremos lentos en este proceso que implica hacer de la educación una fuente de riqueza y de PAZ para el país.
Bibliografía:
Barrero, A (2014). ¿Dificultades Del Aprendizaje O Diversidad De Aprendizajes? Ponencia en 2º Simposio Internacional de Postgrados en temas y problemas de investigación en educación. Retos y desafíos de la educación en la época de la inclusión y la interculturalidad. USTA. Bogotá.
Vázquez, (2013). La inclusión escolar en la infancia temprana: de la Convención de los Derechos del Niño a la sala de clase. Infancias Imágenes, 11(1), 41-48.
Zapata-Ospina, B. E. & Restrepo-Mesa, J. H. (2013). Aprendizajes relevantes para los niños y las niñas en la primera infancia. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 11 (1), pp. 217-227
La riqueza está en la diferencia.