En Casanare los niños le cantan a un torito cimarrón

En Cimarrón zancarrón, primer álbum infantil colombiano de música llanera, se condensa la creatividad, la imaginación y el tesón de Daniel Cristancho, el compositor e intérprete que le ha dado la vida. El álbum, interpretado por el Coro Infantil Casanare Bonito, rinde homenaje a los mundos naturales y culturales que lo enmarcan, y con cantos e instrumentos va recreando los recuerdos de la infancia del propio Daniel. 

Crecer a orillas del río Cusiana

Daniel Cristancho nació en 1964 en Maní, Casanare, en una casa a orillas del río Cusiana. Cuando habla de su infancia, sus palabras van dibujando vívidos cuadros sobre la felicidad, la inocencia, la abundancia y la libertad de crecer en el campo:

“Mi infancia fue muy campesina, me daban toda la libertad del mundo. Al lado de la escuela pasaba el Cusiana, inmenso, y a la hora del recreo nos quitábamos el pantaloncito y todos los niños nos tirábamos al río, aprendíamos a nadar así y salíamos chorriando agua. Disfrutábamos la vida. Pescábamos en el río, nos estábamos por allá tres o cuatro horas, y se cogía fácil el bagre, de unas seis libras, pescado de un garrotazo. Andábamos descalzos. Para ir a la escuela sí nos poníamos cotizas, unas alpargatas o abarcas, pero esas cosas fastidiaban mucho los pies”. 

El gusto por la música viene de la casa. El padre tocaba el requinto, el tiple y la guitarra, y la madre, cuenta Daniel, cantó hasta el día de su muerte, a los 94 años. Con ella aprendió a entonar los boleros, las rancheras y los tangos que sintonizaban en Radio Lara. Sus primeras tarimas las encontró en la escuela. Rememora con orgullo como vencía los nervios y el temblor en el cuerpo para cantar valientemente frente a todos a ritmo de bambucos, pasillos y torbellinos. Sobre la música llanera explica que desde pequeño la fue encontrando en todo lo que lo rodeaba: en los chasquidos de la pesca, en el chocar de las piedras, en la lluvia que caía, en el fulgor de la leña, en el rumor del ganado, en el toro coleado, en los chirridos del ordeño.

Pero hay un recuerdo definitivo. Desde que tenía siete años, cada vez que se enteraba que Don Antonio Barrero, poseedor de cinco mil cabezas de ganado, iba a visitar al pueblo, salía corriendo hacia la cantina de Doña Filomena para presenciar el duelo entre Florentino y el diablo. La interpretación recreaba la leyenda en la que, llano adentro, dos hombres se enfrentaban a un duelo de coplas sin otra arma que el canto y las maracas. Durante casi una hora de contrapunteo los contendientes hacían uso de sus habilidades como poetas y como improvisadores. El retador era el diablo, el mal, y quien aceptaba el reto era Florentino, el bien. Maracas, cuatro, arpa y el inigualable canto llanero constituyen el acervo musical de Daniel Cristancho, y de su mano la esencia de Florentino y el diablo ha llegado a la música infantil.

 

Daniel Cristancho: músico, compositor y director de Cimarrón zancarrón.

Cantarle al Llano

El río Cusiana cambia de color según la hora del día. Los niños juegan en sus aguas, como en su momento jugó Daniel con sus once hermanos. Esta zona del piedemonte llanero ha visto nacer y crecer a grandes cantadores e intérpretes de bandola, y sus habitantes se sienten responsables de honrar esa reputación. Daniel no solo ha dedicado su vida a tal cosa, sino que ha renovado la tradición de enaltecer los ríos, las garzas y las coteras haciendo que su música pueda ser disfrutada desde muy temprana edad por todos los colombianos.

Daniel hace música para niños. Cuenta que siempre que lo invitaban a ser jurado de nuevos talentos en festivales y fiestas folclóricas, veía que los niños concursantes cantaban música de adultos, con letras desconectadas de los intereses o las temáticas que son importantes para ellos.

“Los géneros musicales tradicionales deben ser escuchados por todos los niños, así conocen su país. ¡Y aún mejor que aprendan a cantarlos! Me surge la inquietud viendo a mis sobrinos, por ejemplo, que ellos ven canales como Discovery y allí les muestran elefantes, tigres… y yo voy y les muestro un picure, un oso palmero, un cajuche… Hay profesores que ni siquiera saben cuáles son los animales de nuestro medio. Entonces estamos haciendo una cartilla ilustrada que acompañe nuestra música para que niños y docentes conozcan sobre los animales: cómo viven, su habitat y cómo protegerlos”.

Sobre el proceso creativo explica:

Hacer un pasaje es relativamente fácil, pero con la música infantil, ¿dónde está la veta? Al principio la musa se me perdía, así que me acordaba de mi infancia, de correr a la playa del río Cusiana y hacer fogatas en la noche. Trataba de ser niño otra vez y una noche cualquiera, empecé a tararear y salió Cimarrón zancarrón, y fui corriendo a buscar la grabadora para grabar esa estrofa”.

Cimarrón zancarrón

En 2007 Daniel decidió a hacer un álbum de música tradicional con niños y para niños. Una vez escribió las letras emprendió la difícil tarea de buscar recursos con la gobernación y la alcaldía. Después convocó a niños del campo y del casco urbano y consiguió que más de treinta cantaran en la casa de la cultura de Maní. Como confiaba en que habría más talentos por ahí escondidos, se fue de colegio en colegio buscando voces de oro para que cantaran canciones como Versos a guacharaquita y Llueve y llueve y va lloviendo.

“Del grupo grande escogí unos 18 niños pero algunos desertaron por distintas razones y nos quedamos con nueve. Un día fui a buscar a uno de los niños para el ensayo, pero la noche anterior la familia había tenido que salir huyendo del pueblo por el conflicto social”.

Durante ocho meses Daniel y los niños, con la ayuda de varios músicos de la región, se prepararon para interpretar las nueve canciones del álbum. Los niños llegaban de distintos barrios y uno venía de una vereda cercana. Ensayaban tres horas a la semana, incluso cuando tenían dificultades con la alcaldía para conseguir refrigerios y espacios de ensayo. Así nació el Coro Infantil Casanare Bonito. 

A finales del año el coro estaba listo para grabar. Daniel se rebuscó con Carlos Rojas, del Grupo Cimarrón, que estuvo nominado a un Grammy en el 2004, ayudas para adecuar un espacio y montar el estudio de grabación. En un cuarto a la salida del pueblo, tapizado de cobijas para amortiguar el sonido, se montaron micrófonos, consolas de audio y equipos de grabación. Bañados en sudor, a una temperatura promedio de 30 ºC, músicos y niños grabaron las melodías de su región.

“A los mismos de la casa de la cultura les parecía que la música para niños era una cosa ridícula y los niños se sentían mal. Un día Elda Flórez, una cantadora de Maní, que compone muy bien la música llanera y que reivindica el valor de la mujer, estaba en el pueblo, y ella es muy famosa y la respetan. Estaba yo con los niños y los músicos, cuando llegó ella. Los niños le presentaron una de las canciones y Elda quedó sorprendida y los felicitó. A partir de ahí los niños y los músicos tomaron otra actitud y se sintió el alivio. El que más se rió de nosotros hoy es un gran seguidor y admirador”.

https://www.facebook.com/maguared/videos/504548876946479/

Vaqueros, morichales, agua y niños en Maguaré

Arma-DJ, uno de los personajes de Maguaré en La Ceiba, está inspirado en los niños llaneros que juegan a la orilla del río y que crecen en medio de los elementos sonoros que hacen de esta región cuna de cantantes y músicos. Arma-DJ está muy feliz de compartir con los niños, sus familias y profesores esta colección de nueve canciones con ritmos como el joropo y el pasaje; y con golpes del folclor llanero como pajarillos, gavan, merecure, zumba que zumba, guacharaca y quirpa.

Parte, corre, escapa

Canta el agua

Cimarrón zancarrón

Clave de sol

Versos a guacharaquita

Llueve y llueve y va lloviendo

Llanero y llano

La cotera

Ronda del patico cua–cua


Como es habitual, Saimiri le propuso a Daniel Cristancho un juego de palabras. Nuestro monito ardilla decía una palabra y Daniel debía decir otra de manera automática, sin pensar. Este fue el divertido resultado.

 

Cantar: feliz

Niños: jovial

Morichal: encantador

Caballo: ruidoso

Música: silencios

 

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