Soñar, creer y crear a la sombra del matarratón

 

El matarratón es el nombre común del Gliricidia sepium, un árbol que alcanza los doce metros de altura y que se caracteriza por su color gris y marrón en su tronco, y con flores color rosa, brillante. Por su tamaño, el matarratón tiene una sombra extensa y es muy utilizado para proteger los cultivos de café, cacao y, gracias a Alfredo González, también para proteger niños: la sombra del matarratón se ha convertido en un espacio ideal de lectura infantil.

Alfredo viene de una familia donde la enseñanza ha sido protagonista. Su mamá fue directora de una escuela primaria en Barranquilla durante toda su vida y varios de sus familiares ejercieron la docencia. A parte de su padre Alfredo y su madre Glori, su tío Ceferino y su tía Petra, también fueron profesores.

Cuando Alfredo era niño solía ir con su mamá al colegio y la acompañaba y se sentaba al lado de los niños que tomaban clases y él tomaba notas, pintaba y seguía detenidamente los pasos de su mamá, también su maestra.

Cuando cumplió 15 años, en 1981, entró a la Facultad de Educación de la Universidad del Atlántico: también quería ser profesor, pero un profesor distinto: quería conocer a los estudiantes, innovar en las metodologías y tener una relación más cercana con sus alumnos para saber qué los motivaba. Durante la carrera empezó a separarse de la idea de dar clases frente a un tablero en un salón y poco a poco la lectura lo fue llevando a las calles, los parques y los barrios.

«Me llamó la atención poder aportar desde lo que yo podía hacer como persona, a mejorar los entornos sociales», dice Alfredo.

 

 

La sombra del matarratón

 

En 2011 Alfredo trabajó con el colectivo cultural Venimos de las olas e inició un proyecto  social en Pueblo Viejo, en Magdalena. Él era el encargado de las actividades de lectura con los niños: él leía en voz alta, les mostraba ilustraciones y juntos compartían un espacio de empatía y goce a partir de la imaginación. Gracias a esa experiencia Alfredo se enamoró de la promoción lectora y buscó formas creativas para compartir las letras con los niños. Así nació La sombra del matarratón, un proyecto de lectura infantil que surgió gracias a la voluntad de Alfredo y a una convocatoria de tertulias literarias de Fundalectura.

La sombra del matarratón promueve la confluencia de las artes como antesala a la construcción de una sociedad distinta. Con este proyecto Alfredo encontró que podía ser ese “profe” distinto que quería ser, acercarse al entorno de los demás a través de la lectura con la toma de espacios alternativos en la ciudad y otros territorios para aportar a la construcción de paz desde el libro.

 

 

Lectura en espacios no convencionales

 

La sombra del matarratón se convirtió en una fundación, en 2014, que aboga por la construcción de paz y por los derechos humanos desde la mediación y promoción de lectura para los niños de cuatro años en adelante y sus familias. Los barrios de la ciudad de Barranquilla, como La chinita, El Cedro, La Luz, Las nieves, los Andes, el Bosque y Barrio Abajo, se han visto favorecidos con la lectura en la calle.

La dinámica es que a partir de un cuento los niños generen preguntas, inventen historias y compartan sus experiencias propias de vida:

– ¿Quién está en la ventana?, pregunta Alfredo mientras canta.

– ¡Movamos las manos!, continúa Alfredo.

– ¡Ana! ¡Ana! ¡Ana!, contestan los niños entre risas.

– ¿Qué hace Clodomira?

– ¡Mira, Mira!, responden los niños.

 

Escuchen este programa de radio que hicieron los niños sobre la experiencia en el Camping Literario:

 

Cuando Alfredo va a estos barrios realiza actividades de lectura y encuentra que con los cuentos como Rin rin renacuajo y Rula busca su lugar puede identificar las necesidades de la comunidad y lograr una comprensión de los entornos sociales en los que viven los niños en Barranquilla.  

Alfredo y su equipo construyeron una ruta lectora que llamaron el Jardín de las palabras, unos talleres en espacios alternativos: parques, calles y centros comerciales para que todos se acerquen a la aventura de leer. Con el tiempo empezaron a desarrollar cada taller con base en temáticas como la diversidad, los derechos humanos y el cuidado del medio ambiente.

 

 

Los niños y las familias, a través de estos encuentros literarios, reconocen cómo están, quiénes son y se inspiran para hacer de su vida lo que ellos quieran que sea:

“Despertando el interés sobre la lectura en sus vidas se pueden abolir las fronteras imaginarias que se presentan en las ciudades. Llegamos con historias que inspiran cierto grado de esperanza y los niños se sientes atraídos ante las posibilidades de una vida distinta”, cuenta Alfredo.

En el Jardín de las palabras se interactúa con las letras: los niños se sienten atraídos por los libros y terminan siendo ellos los que proponen las actividades.

A raíz de hacer varios encuentros como estos La sombra del matarrón inició una actividad llamada Camping Literario dos veces al año: en abril y octubre por ser los meses que más se tiene presentes a los niños. En el Camping Literario se socializan las experiencias con los Jardines de palabras y se invita a otras organizaciones que trabajan con la promoción de lectura y el arte.

 

Me decidí trabajar con niños porque de alguna manera ahí es donde empieza todo. Ver que los niños son subestimados y olvidados me hace pensar que son ellos los que tienen mucho que enseñarnos a nosotros. Tenemos que dejar enseñarnos y escucharlos… escuchar lo que tienen que decirnos. Alguna vez fuimos anulados cuando niños y quisimos ser escuchados y de pronto no lo hicieron… Mi trabajo es dar lo que yo tengo. Se siente muy bien llegar a las comunidades, hacer esta labor social, leerles a los niños, aprender de ellos, reír con ellos, jugar con ellos, conocer cómo piensan y conocer lo que tienen que decir Dice Alfredo en medio de una sonrisa.

 

 

Maguaré para La sombra del matarratón

 

Además de los libros en físico Alfredo empezó a utilizar Maguaré como herramienta para acercarse a los niños. A través de los cuentos en línea, los cantos, las rondas y la música en general ha podido conectar mejor con ellos:

“Lo que hemos descubierto en Maguaré ha sido de mucha ayuda… Sobre todo en las canciones. La parte que más me gusta son los archivos de rondas y canciones, y por ese lado de la música los niños se sienten atraídos… Va de la mano con la lectura porque la música en el portal está hecha de historias bien contadas”, afirma Alfredo.

En cuanto a sus contenidos preferidos se encuentra la última publicación de Cuentos Derechos que descargó completo y por fascículos desde el portal, y es hoy en día uno de los materiales que más usa por ir de la mano con el tema de los derechos humanos, estar basado en cuentos.

«Yo trabajo con los más pequeños y con ellos es completamente diferente la promoción de lectura. Entendí que es más fácil conectar con la música y, a través de ésta, llevar la lectura. Cada cuento lo acompaño con sonido y movimiento. Los niños tocan sus palmas, sus pies y en general la experiencia abarca todos los sentidos», afirma Alfredo.

Gracias a lo anterior los niños terminan eligiendo las lecturas o inventando historias a través de las imágenes, generando la confianza para reflexionar sobre sus contextos y el reconocimiento de sus derechos.

“Pienso en estos tiempos… Yo tengo 53 años y tengo que reconocer que mi experiencia con la lectura no fue buena cuando era niño. Cuando estudiaba daban los libros y a veces se veían como un castigo. Un amigo me encamino por el lado de leer desde el placer. Pero hoy en día existen nuevas formas de leer: los niños de ahora no son los niños de hace 20 años. Hay nuevas formas de lectura y de llevar el aprendizaje y eso es lo que permite conectarse con las nuevas generaciones… Los niños enseñan que los tiempos cambian. No solamente es creer que los viejos son los que pueden dar enseñanzas: los niños desde sus expresiones y de lo que van aprendiendo día a día también enseñan. En ese sentido, portales como Maguaré y MaguaRED llegan a más personas y unen generaciones. Uno aprende y desaprende viejos hábitos constantemente y hay que abrirse a conocer nuevas formas de enseñar y de leer”, concluye Alfredo.

Este maestro, gestor cultural y también locutor de la emisora comunitaria Vokaribe Radio, afirma que lo que le gusta no es leerle a los niños únicamente sino general procesos de transformación en las comunidades y despertar el interés por la transformación. Todo a partir del arte.

 

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2 Comentarios

  1. Muchas gracias Maguared por compartir lo que hacemos.

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    • Alfredo muchas gracias a ti por compartir con la comunidad Maguaré – MaguaRED esta bella experiencia con los niños de tu comunidad. Es una labor hermosa e inspiradora que debe hacerse cada vez más visible. ¡Cuenta con nosotros para difundir cualquier tipo de proceso o experiencia que realices a la sombra del matarratón! Un fuerte abrazo y todo el agradecimiento de todo el equipo de la Estrategia Digital de Cultura y Primera Infancia del Ministerio de Cultura.

      Responder

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