Diana y Oscar esperaron dos años para conocer a Santiago, su hijo. Viajaron 8.000 kilómetros en un vuelo de más de 8 horas desde España hasta Colombia. Santiago estaba en esa habitación en Bogotá, sonriente, calientico. Se veía asustado, pero no lloraba ni estaba inquieto, lo sostenían los brazos de su familia.
Oscar Subiña y Diana Beltrán se conocieron en su vecindario, en Madrid, compartían edificio y de encuentro en encuentro, de incómodos momentos en el ascensor, se dieron cuenta que se gustaban. Por un lado Oscar. de padres españoles, pero de raíces liberianas, trabajaba en el aeropuerto, y Diana, de padre español y madre colombiana, ejercía como administradora de empresas. Todo pasó tan rápido que en 2003 decidieron casarse. Después de dos años de matrimonio empezaron a desear un hijo. Lo intentaron una y otra vez, pero pasaba el tiempo y Diana no quedaba embarazada; siguieron esperando y tomaron la decisión de ir a las clínicas de fertilidad a ver qué ocurría, pero nada. Probaron inseminación artificial in vitro, pero tampoco les dio resultado. Pasó el tiempo y el deseo de ser padres no se iba: se imaginaban arrullando, paseando, jugando y compartiendo con su hijo. Un día se levantaron con la intención de adoptar y juntos se dirigieron a la Dirección General de la Familia y el Menor de la Comunidad de Madrid. Ahí les dijeron que Diana, por tener las dos nacionalidades, española y colombiana, podía adoptar a un niño colombiano.
Y fue así como en el verano de 2015 empezaron a hacer todo lo necesario. Llenaron el formulario de solicitud de adopción, hicieron el trámite ante la autoridad central, presentaron la solicitud, iniciaron un estudio, realizaron la evaluación psicosocial y los exámenes médicos; luego obtuvieron el certificado de idoneidad y el certificado de compromiso de seguimiento, y, después de un largo etcétera, quedaron en la lista de espera de familias aprobadas.
Dos meses antes del viaje, ya en 2017, el Instituto Colombiano de Bienestar Familia (ICBF), los llamó por videollamada a Madrid para presentarles a Santiago en fotos. Desde ese momento y sin pensarlo empezaron a llamarlo hijo y con foto en mano lo presentaron a su familia y amigos.
El camino de la adopción:
Colombia es el país que más ofrece garantías por costos, idioma, seguridad, condición de salud y método de adopción según la Comunidad de Madrid, organismo que toma las decisiones políticas y administrativas de la ciudad.
El Código de infancia y adolescencia de Colombia, ley 1098 de 2006, garantiza los derechos de los niños, niñas y adolescentes; en los capítulos II (Artículos 61 al 78) y capítulo V (artículos 119 al 128) se reglamenta el Programa de Adopción como medida de restablecimiento de derechos para los niños cuya situación jurídica es definida por un Defensor de Familia del ICBF a través de una declaratoria de adoptabilidad, consentimiento de los representantes legales o por autorización para la adopción.
A Oscar y a Diana les dijeron que debían estar dos meses y medio en Colombia y, aunque solo les daban 40 días de vacaciones, sus jefes en los dos casos los apoyaron. Pensaron que ese 14 de agosto, fecha en la que concertaron la cita para conocer a Santiago, lo verían solo unas horas, pero esa misma noche se quedó con ellos.
“El niño se adaptó fenomenal, esa noche pensé que iba a llorar pero fue muy tierno”, cuenta Diana emocionada.
En casa
Regresaron el 4 de octubre a Madrid y desde ese día no se separan. Santiago tenía 11 meses cuando lo conocieron. Como padres primerizos todo fue nuevo, pero en el camino aprendieron a alimentarlo, cuidarlo, arrullarlo y dormirlo . Santiago ya reconoce a sus abuelos, sus tías, sus tíos, primos.
Oscar, quien sigue arraigado a sus raíces liberianas, le habla todo el tiempo en inglés, su lengua principal. Diana, por su lado, le prepara suculentos platos colombianos. Todos los días Diana y Oscar salen para sus trabajos alrededor de las diez de la mañana y Santiago queda al cuidado de Ela, su abuela paterna. Juntos salen a dar paseos, van al mercado, van al parque y después que ha jugado lo suficiente y se siente algo cansado vuelven a casa para hacer la siesta, momento en que vuelve Diana.
Según la subdirección de adopciones del ICBF, hasta diciembre de 2017, en Colombia, las familias extranjeras adoptaron 592 niños y las familias colombianas 671.
“A Santiago le gustan muchos los libros. Por las mañanas y en las noches busca un libro para leer. También le gusta muchísimo la música, tenemos videos musicales traídos de Colombia de cumbia, cuentos de Rafael Pombo, así que tiene un popurri en la cabeza con cosas de aquí y de allí, es un niño multicultural y disfrutamos de eso mientras se pueda”, comenta Diana.
Con raíces colombianas, liberianas y españolas, Santiago construye su identidad, enriquecida por todos los elementos que sus padres y familiares le brindan desde la lengua, la comida, hasta la forma de reunirse en familia para celebrar las fechas importantes.
«Los modelos familiares han cambiado, se han distanciado de la familia tradicional nuclear compuesto por madre y padre heterosexual, de raza blanca y con hijos biológicos. Ahora se habla de familias posnucleares. Es la evolución de la familia, familias monoparentales, las multiétnicas y las reconstituidas, familias con hijos concebidos a través de vías alternativas como la adopción o reproducción asistida», escribió Ana B. Gómez Arias, Máster en Ciencias de la Psicología Aplicada de la Universidad de Manchester (Reino Unido), en su texto Diversidad parental y homoparentalidad.
Lina Cuellar, cofundadora y directora de Sentiido, organización sin ánimo de lucro que produce conocimiento, información, consultorías y capacitaciones sobre diversidad sexual y de género, opina que no son nuevos modelos de familia: “Un modelo de familia monoparental en el que solo hay una madre, mujer, abuela, tíos, o padres que no pueden concebir, no es nuevo, ha existido durante décadas en Colombia, solo que antes se veía como un modelo de familia disfuncional”.
Desde su punto de vista el trabajo que hay que hacer es eliminar los prejuicios relacionados con la crianza y educación de estos niños que nacen en familias con distintas conformaciones; dejar de lado esa idea de que solo las familias biológicas sienten conexión con sus niños o generan un vínculo afectivo fuerte con ellos.
La sociedad y la familia, como explica Lina, es más amplia, diversa y compleja que un modelo constituido por padre, madre e hijos. Este no es el único modelo.
“Hay padres a los que les exigen la explicación: caso de familias del mismo sexo o de padres que optaron por la adopción. Esta explicación ayuda a comprender que todas las personas son diferentes, libres e iguales ante la ley pero que todos somos diferentes y no existe una sola manera de estar o de tener una vida correcta en el mundo”.
Cuando les preguntan a Diana o a Oscar sobre la decisión de adopción lo primero que dejan claro es que respetan y respetarán siempre la privacidad y vida de su hijo, por eso en este artículo se han cambiado sus nombres. Ellos, Diana y Oscar, dicen que ocultar la verdad de su origen sería un error y que no hay mejor solución que tratar todo abiertamente y con naturalidad.
Por consejo de la madre de un primo de una sobrina que adoptó un bebé colombiano, y es psicóloga, ellos saben que la mejor manera de afrontar esta situación es con la mayor naturalidad, decirle siempre la verdad, responder todas sus preguntas, e ir narrando un cuento que Diana ha estado escribiendo desde que llegó: Diana escribe en un diario día tras día y narra todos los sucesos alrededor de Santiago: su llegada, cuando dio sus primeros pasos, cuando le salieron sus primeros dientes, cuando celebraron sus cumpleaños… Todo esto, para que Santiago descubra quién es a través de la voz de su mamá.
“No hay que ponerle etiquetas, es nuestro hijo solo que ha llegado a nuestra vida de otra forma y está”, concluye Oscar.