Los museos brindan maravillosas oportunidades para que los niños y las niñas, reflexionen sobre su identidad, reconozcan sus historias personales como importantes vínculos con el patrimonio y entiendan la importancia de la memoria.
Para hablar de patrimonio y primera infancia es necesario entender el lugar que tienen los niños y niñas en sus territorios, ya sea en el campo o en la ciudad, ¿qué tanto los tienen en cuenta los espacios museales? Es importante preguntarse por su acceso a los bienes culturales. Los niños y las niñas se desarrollan integralmente cuando sus necesidades están cubiertas, salud, educación, vivienda y, muy importante, la cultura.
Sin embargo, son pocos los espacios museales que tienen en cuenta a los niños. Ya sea porque no se han pensado en la posibilidad de involucrar a la primera infancia. Sino que las nociones del museo como un espacio estático y aislado de las experiencias vitales que tienen los niños y las niñas en sus entornos.
MaguaRED resalta la labor de tres espacios museales en Colombia que se han arriesgado, han sido pioneros y se han transformado para acoger a los niños y las niñas del país.
Casa Museo Taminango
En Pasto, la capital del departamento de Nariño, al suroccidente del país, se encuentra este museo que lleva abierto 30 años, desde 1989, convirtiéndose en la casa más antigua de la ciudad y, por ende, en un patrimonio material e histórico que cuenta desde su arquitectura cómo se ha transformado. Allí se exhibe el arte popular nariñense y los oficios tradicionales a través de herramientas e instrumentos que tienen más de 100 años.
En 2013, por iniciativa del la casa museo, se presentaron al programa de concertación cultural para niños del Ministerio de Cultura y allí empezaron a replantearse la posibilidad de cambiar el guión museal, para presentarlos a los agentes educativos y a los niños. La razón: empezaron a observar que eran varios los maestros que repetían las visitas y que era necesario ofrecer otra experiencia a los niños y niñas que fuera complementaria con lo que trabajaban en las aulas de clase.
Lo primero que se replantearon fue el hecho de que el museo fuera un espacio que exclusivamente recibe visitas para proponer una articulación con las instituciones educativas y brindarles lineamientos metodológicos que acompañaran las temáticas de clase como la identidad (que en Pasto entra en el currículo desde transición hasta tercero de primaria).
Ante el éxito de esta estrategia decidieron participar en la Beca del Ministerio de Cultura de Inclusión de primera infancia en entidades museales en 2018, lo que les permitió acercar más a los niños y niñas al museo.
El museo para los niños
Por tratarse de objetos muy antiguos y de colección, la casa Taminango se vio tentada a crear un espacio donde los niños pudieran interactuar con los objetos: olerlos, tocarlos y sobre todo crear a partir de ellos.
¿Cómo acercar el patrimonio a los niños?
A partir de la casa, que es patrimonio nacional se ha abierto una puerta para trabajar con los niños el patrimonio arquitectónico de la ciudad y preguntarse por otras huellas que han quedado en el tiempo como rastro de una historia que invita a reflexionar sobre las costumbres y formas de vivir en la ciudad en un encuentro con el pasado y el presente.
Por otro lado, las artes y oficios tradicionales de la región representan el patrimonio vivo, que invitan a los niños y a las niñas a preguntarse y a valorar las labores de los artesanos que simbolizan la cultura nariñense;como los que trabajan el barniz, una resina vegetal con la que se decora la madera y que hoy en día tiene declaratoria patrimonial.
Dentro del patrimonio cultural, los niños tienen la oportunidad de acercarse a los juegos tradicionales que hoy se practican así como otros que han dejado de existir como el tumbambico, el yoyo y trompo de madera, el cuspe o la chaza.
El juego es patrimonio porque hace parte de la expresión de los pueblos, de la gente, y todo lo que el juego evoca como el compartir, correr, saltar y generar comunidades.
Salas de exposición en el lenguaje de los niños
Los niños pequeños necesitan otro lenguaje, cuando se trata de acercarles el patrimonio y los espacios museales, hay que ser más expresivo, hablar menos, guiarlos más y aunque ellos solos pueden hacer la visita, necesitan de otras herramientas que hagan cercano el patrimonio a sus modos de ver el mundo.
Cada sala está ambientada con sonidos que invitan a sentirse en el campo, escuchar las ovejas y acercarse a los sonidos de las herramientas como el serrucho, los telares, la paileria y otros oficios para que los niños y niñas tengan una experiencia sensorial.
La entrada al museo cuesta 3.000 pesos para adultos y 2.000 para niños.
Aunque los agentes educativos pueden programar visitas al museo gratuitas.
El horario de atención es todos los días de 8 am a 12 m y luego de 2 pm a 6 pm, los sábados de 9 am a 1 pm.
Museo Rayo, la ciudad de los niños
Este museo está ubicado en Roldanillo, Valle del Cauca, municipio que se caracteriza por su clima ideal, su paisajes montañosos pero sobre todo por ser un pueblo alrededor de un museo. Un epicentro cultural que le ha dado un papel protagónico a los niños y las niñas resaltando no solo sus talentos sino acercando cada vez más a todos los niños al arte y a la literatura. Un museo con una extensión que se salió de su arquitectura para llegar a otros municipios y a la ruralidad.
El museo de los niños
Desde que se fundó el museo, el maestro Rayo le dio tres objetivos principales: el principal, darle el museo a los niños. El artista siempre tuvo claro que el museo tenía que tener talleres de formación, pensado en los niños y esto ha sido uno de los componentes importantes que hacen que la comunidad se apropie del museo y participen activamente en la programación museal. El segundo objetivo, es ser un museo dedicado inicialmente a la exhibición de la obra de Rayo, así como a la gráfica hecha sobre papel en Latinoamérica y por último, el de convertirse en un centro cultural para la región, un polo de desarrollo artístico y cultural que ha descentralizado la cultura.
Tanto era el compromiso con los niños y las niñas que el primer evento que se realizó en el museo para comenzar a formar a la comunidad de Roldanillo fue el concurso de pintura que lleva 45 años. Anteriormente se realizaba en el parque donde todos los niños llegaban a pintar y Rayo a los mejores, les donaba los materiales para que siguieran pintando. Actualmente, no solo se sigue realizando,sino que las obras de los niños ganadores, son exhibidos en el museo vial, a la entrada de la ciudad donde por lo general aparecen obras de artistas como Botero, Rayo o Grau. En Roldanillo no hay una sola en casa que no tenga un obra del museo.
La ciudad de los niños a partir de un museo
Desde el principio, el Museo Rayo contó con talleres de formación artística para los niños sin ninguna pretensión de formar artistas, totalmente descolarizado, lo que convirtió a este museo en pionero en entender un museo como un centro cultural pero también de formación a través del arte.
Omar Rayo decía: “hay que formar mejores colombianos”. Y sabia que cuando las personas tienen contacto con la cultura, tienen otra forma de pensar y con esta filosofía es que el museo ha trabajado siempre.
Gracias al museo, los niños cumplen un rol activo como participantes, espectadores pero también como agentes culturales que realizan, presentan y apoyan eventos de calidad para niños de todas las edades.
Museo de Bogotá
En pleno centro de la capital, en Bogotá, en la calle décima con tercera, se reinauguró en junio del presente año este museo, el museo de la ciudad en la Casa de los Siete Balcones, con motivo de la celebración de sus 50 años de existencia. Su apertura, representa además una reconfiguración del museo como un espacio para los niños y la niñas de primera infancia que estuvo precedida por la experiencia brindada por la Beca a proyectos de inclusión de la primera infancia en las entidades museales, del Ministerio de Cultura y de la que fueron participes y ganadores
Aprendizajes
A partir del Estímulo que otorgó la Beca del Ministerio de Cultura, el Museo de Bogotá desarrolló una serie de talleres que en el fondo permitían ver a la ciudad en su conjunto como un espacio museal. A partir de recorridos por la ciudad con las niñas y los niños, se exploraron los monumentos y los espacios públicos en un intento de retornar a los niños a sus calles, que fueran visibilizados y que además se apropiaran de su ciudad entendida como parte de ellos mismos, y de su patrimonio.
Lo anterior, permitió la realización de material didáctico que hoy en día es utilizado en el museo en articulación a una metodología que desarrollaron de educación patrimonial orientada a la primera infancia.
A partir de los talleres realizados durante la Beca y del material didáctico diseñado, el Museo de Bogotá creó una franja orientada a niños, niñas y familias llamada Sábados para niños en el museo, orientada hacia diferentes ejes de la propuesta, los cuales son: El territorio, el agua, fundación y crecimiento de la ciudad, personajes, oficios, el cine y la vida cotidiana.
Patrimonio
Para los niños y las niñas de primera infancia quienes están en el camino de desarrollar sus propios referentes y categorías, la exploración de un objeto, en este caso de un museo y todo lo que permite este en cuanto a identificar en el plano físico y experiencial, es realmente significativo. Para acercarlos a los niños al patrimonio solo basta con preguntarles acerca de sus objetos más preciados, aquellos elementos que tienen que salir con ellos siempre y que guardan en sus bolsillos como los juguetes, las piedras, los rompecabezas, etc. O los que tienen un lugar especias en sus casas. Lo que permite la equivalencia existente entre el patrimonio propio y el de la ciudad. ¿Qué es lo que guardo o colecciono?¿Qué es mío?, ¿Qué es tuyo? y ¿Qué es de todos?, ¿Qué es lo que se vuelve común?
Como señala el libro Primera infancia y Participación en ámbitos culturales: historia, experiencias, desafíos, que hace parte de la Colección Derechos y Orientaciones Culturales para la Primera Infancia, del Ministerio de Cultura y el Museo Nacional de Colombia:
El aprendizaje basado en el objeto comienza con la observación de las propiedades físicas: color, tamaño, forma, textura, dimensión, material, diseño y forma. Al hacer preguntas relativas al objeto y buscar asociaciones con conocimientos previos, la comprensión del objeto empieza a tomar forma. ¿Este objeto es viejo o nuevo? ¿Está hecho a mano o producido en serie? ¿Cuál es su propósito? ¿ A quién le pertenecía? ¿Cuál es su lugar de origen? ¿Cuál es la historia de este objeto?. El cuestionamiento es un elemento crítico del proceso, pues al hacer una serie de preguntas, el observador es capaz, por lo general, de ver conexiones entre el objeto y lo que ya sabe.
A través de preguntas orientadoras realizadas desde sus propios lenguajes como el juego, la exploración, desde su propio cuerpo y sus entornos entienden, viven y sienten el patrimonio.
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