Carolina Díaz es psicóloga, filósofa y mamá de Helena, que tiene 20 meses; también, gracias a Helena, Carolina ha descubierto que puede ser bailarina, cantante y artista.
Desde que Carolina era una niña le apasionaba la música y la literatura. Imaginaba que cazaba dragones, que rescataba príncipes, que tocaba música en una banda de rock o que interpretaba un bambuco propio de su región –Tolima– en guitarra, instrumento que aprendió por el incentivo de su padre.
Cuando tuvo que escoger una carrera, como ella cuenta, se encontró con un panorama en el que las áreas de las ciencias sociales y del lenguaje, las disciplinas que la apasionaban, no hacían parte de los planes curriculares de la universidad en Ibagué. Así, pues, en 2003 decidió estudiar psicología, siguiendo su intuición. Al terminar su carrera en la Universidad de Ibagué, y enamorada completamente de ella, su intención era la de trabajar con los músicos o con los adultos mayores; se suponía que en su práctica profesional iba a trabajar en un conservatorio o en un jardín de abuelos, pero en ese entonces, en 2008, llegó a un jardín infantil.
Luego de esa experiencia quiso seguir vinculada a la academia y apenas terminó psicología le quedó sonando hacer la carrera en Filosofía. En 2008 se presentó a Filosofía, la becaron y empezó una investigación sobre deserción escolar. A raíz de esta investigación se fue inclinando por el estudio de los procesos escolares y en 2009 empezó a trabajar en el Colegio Nuevo Liceo, de preescolar y básica primaria, como psico-orientadora. En esta institución, casualmente, ella estudió de niña y las que fueron sus maestras se convirtieron en sus colegas.
Cuatro años después empezó a trabajar en la Comisaría de Familia de Ibagué y allí tenía que ir a los juzgados y visitar padres y madres dentro del sistema carcelario para identificar si los niños –los hijos– podían estar en riesgo de vulneración de sus derechos. Cobijada en la ley 1098 o Código de Infancia y adolescencia hacía una orientación que, pese a no tratarse de un acompañamiento médico, empezó a involucrar los lenguajes expresivos para poder trabajar en el contexto de estos niños.
En el municipio de Saldaña, en Tolima, Carolina encontró en la literatura y en el cine aliados para desarrollar talleres de prevención en relación a la violación de derechos de los niños en distintos colegios.
Ella logró acercarse a los niños a través del dibujo, la pintura e incluso usando juguetes. A través de estas herramientas consiguió que los niños crearán historias y contarán cómo vivían y cómo era la relación con los otros en sus casas y colegios.
«Entendí, trabajando con niños, que es fundamental conocer el proceso de desarrollo de los niños, conocer las estrategias más adecuadas para abordarlos. Fue muy bello ver tanta inocencia y apertura al mundo y eso me permitió autoevaluar cuán sensible y delicado es trabajar con ellos. Los niños perciben todo…», reflexiona Carolina.
Helena y la experiencia de Carolina como madre
En 2016, cuando Carolina y su pareja se enteraron de que iban a hacer padres algo cambió, Ella ya había luchado contra el dragón, conquistado el príncipe y se preparaba para vivir una de las experiencias más enriquecedoras: ser mamá.
“En compañía de mi esposo empezamos a transformar nuestra percepción del mundo, empezamos a configurar y abrirnos a nuevas perspectivas en aras de crear un espacio seguro, tranquilo e ideal para criar a ese ser humano como ciudadano para el mundo actual”, dice Carolina.
Su trabajo en el Comisaría de Familia se había convertido en una experiencia que, aunque le dejaba mucha satisfacción, resultaba muy exigente y la extenuaba física y emocionalmente; empezó a sentir que el estrés podría tener efectos negativos sobre la niña que estaba en su vientre y decidió renunciar.
En marzo de ese año nació Helena y desde ese momento hasta entonces se dedica única y exclusivamente a su cuidado.
Maguaré
Cuando Helena tenía 6 meses una colega de Carolina, que trabajaba con planes para la primera infancia, publicó un artículo de Maguaré en sus redes. A Carolina le dio curiosidad el nombre, sentía que la transportaba a las selvas amazónicas y que era un nombre muy sonoro, así que decidió darle clic. Cuando exploró el portal y empezó a descubrir sus contenidos quedó impactada con la música infantil en distintas lenguas: le encantaron las canciones Bacetemëng oyejuayëng – Niños felices y Saludo Bonito, en lengua Kamëntšá, del alto Putumayo, y la canción Putunkaa Serruma, arrullo de los indígenas Wayúu. Carolina sintió que el portal tenía consonancia con sus ideales respecto a la formación que le quería, junto con su familia, a Helena, y no dudo pasar sus tardes con su hija acompañada de Maguaré.
Carolina y Helena participaron por primera vez en Maguaré y MaguaRED con la actividad #Amoverelcuerpo, que se lanzó en septiembre de 2017 y que incentivaba que los niños explorar sus cuerpos y que lo reconocieran a través del movimiento.
A partir de esa experiencia empezó a seguir y explorar todos los contenidos de MaguaRED y Maguaré: con Maguaré compartía junto con sus hija momentos llenos de música, karaokes y cuentos, mientras que con MaguaRED se sentía acompañada en su proceso de crianza gracias a su información especializada en primera infancia.
Luego siguieron más actividades como la de #LasNiñasSuperPoderosas, que le permitió a Carolina hacer una reflexión sobre la presencia femenina en los relatos y la importancia de enaltecer las hazañas de las niñas; o como #AQuéSuenasTú actividad con la se acercaron juntas a la pasión por la música y descubrieron los sonidos que configuran el mundo de los niños; con #DescubreMaguaré Carolina sintió que volvía a reencontrarse con su niña interior mientras conocía los personajes de Maguaré en La Ceiba junto con Helena:
«Creo que tenemos una actriz porque Helena disfruta mucho a Rani y su canción Me encanta ser actriz”, dice Carolina mientras sonríe: “Nos gusta la identificación de tres emociones que tiene la canción: alegría, ira, tristeza; esto permite generar diálogos y saberes alrededor de estas emociones con Helena», cuenta Carolina.
Los contenidos de Maguaré le han permitido a Carolina a no sentirse sola, ni a ella ni a su familia, en el proceso de crianza que tiene con su hija. Los contenidos fortalecen la exploración y el proceso propio de Helena de conocer el mundo, percibirlo, descubrirlo, entenderlo y, como Carolina cuenta, esto ha sido un factor primordial en el camino de formación, desarrollo e interpretación del entorno de Helena, que involucra sus esfuerzos como padres, así como el proceso autónomo de ella.
“Los contenidos están no solo pensados para los niños, sino que también se basan en un conocimiento sobre el desarrollo de los niños y lo que necesitan en sus distintas etapas. Por eso a Helena le gustan tanto: a través de las formas, ritmos y colores ella fortalece su percepción del mundo”, afirma Carolina.
Gracias a MaguaRED Carolina ha descubierto e historias similares a la suya con las que se permite comprender eso del “desarrollo integral” y además propiciar ambientes y experiencias en los que comparte con Helena: