El juego como creación: una experiencia en el laboratorio artístico Umbra

 

 

Umbra está ubicado en la localidad de Kennedy y es uno de los laboratorios artísticos de la Alcaldía Mayor de Bogotá y su proyecto Nidos – Arte en primera infancia, de Idartes. El espacio se concibió como un escenario donde niños y niñas de primera infancia pueden compartir con sus cuidadores e interactuar con los lenguajes del arte de forma segura. Este tipo de experiencias artísticas buscan el reconocimiento del juego y apropiación de las artes como aportes fundamentales para el fortalecimiento de lazos los familiares.

 

 

Kelly Johanna Cuartas y Juan Sebastián Ríos son los artistas comunitarios encargados de la experiencia artística de los niños; la mayoría de ellos vienen de los hogares comunitarios de ICBF, de jardines públicos y privados, así como de sus hogares, junto a sus familias.

La propuesta artística de Kelly y Juan Sebastián en Umbra se llamó Sinfony Corpus, una iniciativa que unió la exploración de la sonoridad a través de diferentes instrumentos musicales como dinamizadores del movimiento y la creación a través del tacto y los materiales como el carbón, el papel y el cartón.

«Es una exploración de diferentes instrumentos musicales, comenzamos con un teclado, luego con cuatro y al final es la voz la que es protagonista», dice Kelly.

 

 

Dentro del espacio los niños pueden pintar sobre todas las superficies a su alcance: papeles que están dispuestos en el piso, cartones que se transforman en castillos, armaduras y extensiones del propio cuerpo con lo que algunos niños enfrentaban batallas épicas en un juego donde sus brazos y piernas podían alcanzar otras dimensiones. La exploración con pigmentos naturales los condujo a que propusieran formas de verse, maquillarse y colorearse.

«La experiencia artística está pensada para que cada niño encuentre su rol y su disfrute; ahí cada universo es único. Hay unos que no hacen nada y se sientan a ver lo que hacen los demás, hay otros que lo cogen todo y a los cinco minutos han acabado la experiencia y vuelven a esos lugares a disfrutar. Ese concepto de experiencia artística no obliga a que todos hagan lo mismo», dice Kelly.

 

 

En el espacio las maestras tienen otro rol distinto al del aula, allí pueden darse cuenta de todas las propuestas que surgen de la experiencia y la interacción. Entienden que los niños no necesitan «control» y descubren que en la libertad ellas también vuelven a ser niñas y comparten con sus alumnos de otra forma: participan del juego como iguales. Es un espacio que genera preguntas e invita a las familias a plantear espacios parecidos en el hogar donde los niños puedan explorar como lo hacen en el laboratorio.

“Se planteó que la experiencia durara tres meses, lo que le permite al niño disfrutarla y si no se la gozó a la primera porque tuvo miedo a la oscuridad o a la luz o porque no conocían a los artistas o el lugar, puedan volver. Hay niños que hacen una exploración y pueden volver a hacerla. En la repetición ellos descubren cosas distintas. Todo está pensado para que los niños puedan hacer lo que quieran, dentro de las posibilidades que pensó el artista”, dice Kelly.

 

 

Que las experiencias no sigan un protocolo ni estén construidas desde un paso a paso se debe a la naturaleza de los niños y la forma en la que viven las experiencias: en su interacción y descubrimiento, con las posibilidades que se brindan de forma espontánea, con las que un niño puede escoger y decidir lo que le gusta.

“Buscamos que los niños puedan hacer todo lo que quieran cuando sean niños para que cuando sean adultos puedan escoger con certeza y expresen lo que les gusta y lo que no”, confiesa Kelly y complementa:

“Cuando ellos juegan y crean están explorando su propio mundo interior. No es que están haciendo solo esto. Es todo lo que ocurre allá adentro lo que va a marcar la vida”.

Todo es juego. Cuando jugamos nos damos la posibilidad de estar en el tiempo presente: los niños están todo el tiempo en el presente. La experiencia se construyó siguiendo una lógica, pero los niños van por donde más les gusta.

La exploración, la creación y el disfrute en las experiencias están dadas por materiales simples que todos pueden tener en sus casas: el carbón, el papel y el cartón, por ejemplo, son elementos con lo que los niños pueden dibujar, crear cosas nuevas y jugar.

 

 

Yo creo que el juguete está dando en la cabeza, más que en la posibilidad física. Cuando le brindas a un niño una caja es más potente una caja vacía que una caja llena. El niño en la caja vacía encuentra muchas posibilidades como meterse, sacarla, abrirla, romperla, dibujarla. En esa posibilidad creadora busca soluciones que uno pareciera no contemplar y que son soluciones para la vida. Los papás creen que por no tener las posibilidades de tener para comprar un juguete caro los niños son infelices. Pero los niños encuentran en todo una posibilidadKelly Cuartas

Cuando se les brindan esos materiales los niños tienen la posibilidad de ir al origen de las cosas, crearlas, transformarlas. Para los artistas que hacen parte de Umbra ahí está el mundo: en dejar que ellos descubran.  

 

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